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El silencioso drama del ruido

Por: Karen Bueno Estrada y Susana Katich Restrepo


Paradójicamente, la contaminación acústica es un problema del que poco se habla. sus efectos son múltiples y a quienes más los padecen, poco se les escucha.


En el Área Metropolitana del Valle de Aburrá los ciudadanos son testigos de los relatos que día a día gritan en los callejones paisas. La música del vecino, la nueva discoteca o el trabajo de los constructores en las calles cercanas al barrio; suelen ser el pan de cada día en cada esquina de la región, que, sin más, habita con una sobreestimulación sensorial normalizada.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se entiende por ruido cualquier sonido o vibración molesta que no permite el desarrollo de las actividades rutinarias. Sus múltiples fuentes comienzan desde el tráfico automovilístico y aéreo, las obras en construcción, el ocio nocturno y el sonido excesivo de los animales que, hoy por hoy, sobrepasan los 65dB (decibelio) establecidos como parámetros saludables.


Daniel Carvalho,congresista y magíster en gobierno y políticas públicas de EAFIT y en urbanismo del IFU de París; menciona que “estamos sometidos a unos ruidos muy altos, hay una especie de cultura del ruido que viene de establecimientos o de personas que hacen para el ciudadano un tema casi que imposible de solucionar”. Prueba de esto es el Análisis de ruido ambiental para los barrios de los municipios del Valle de Aburrá (2020), un informe que buscó comparar los niveles de ruido de los diferentes espacios y cuyo resultado fue negativo por sus altas emisiones acústicas en sectores como Medellín, Sabaneta e Itagüí.


Mapa de contaminacIón acústica del Valle de Aburrá. Con información del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Véalo también AQUÍ. Diseño: Karen Bueno, Susana Katich.

¿Y quién se preocupa por el ruido?


El brrrum, brrrum de las motos por Manrique la 45, la intensidad del taladro en la Avenida Oriental, el pitido de los buses en la Avenida 33 y la lista de reproducciones de salsa, reggaeton y bachata de El Lleras y la 70, son muchos de los sonidos que retumban en los oídos de los antioqueños.


Sin embargo, pese a esta problemática latente, las estrategias del control de ruido y contaminación auditiva han sido casi nulas e ignoradas por las instituciones gubernamentales. El representante a la Cámara Carvalho, habla sobre la importancia de una ley que promueva a nivel nacional un control permanente en una tragedia que tiene voz propia desde hace mucho tiempo.


Temas como la intolerancia y violencia, factores de salud a corto y largo plazo y el desplazamiento por saturación de sonido, son las principales alarmas que tienen en el ojo del huracán a la política pública, cuya falencia siempre ha radicado en reglamentos inexistentes, confusos y pocos acertados.


Los residuos que deja el ruido son un efecto que no se siente inmediatamente y solo se percibe cuando es acumulativo en los espacios que habitamos, los cuales tienen movimiento a través de las diferentes actividades económicas. Camilo Quintero, abogado y líder de temas ambientales menciona que, “es necesario fortalecer y aumentar los temas presupuestales, los programas técnicos y reconocer las múltiples causas del ruido en temas laborales, residenciales, de ocio, etc”.


Alternativas como la protección de determinadas zonas, reglas que contemplen medidas preventivas y correctivas y la distancia obligatoria de zonas con altos focos de ruido son acciones que todavía en Colombia no se han aplicado lo suficiente. “Lo que se busca es que haya una actuación integral para lograr prevenir, logrando un ruido moderado y soportable que no sobrepasen los niveles permitidos por la norma de la OMS”, enuncia Quintero.


Avenida Oriental, uno del os sitios donde se manifiestan las fuentes y hábitos de ruido más frecuentes en Medellín. Foto realizada por: Susana Katich Restrepo



Seguridades ausentes y vacíos pedagógicos


El ruido se puede calcular de dos formas, la primera se hace por medio de un sonómetro, un instrumento que sirve para medir y comparar sonidos del ambiente. En la segunda se utiliza la misma herramienta, pero enfocada en cómo es el ruido que percibe la persona. Hasta la misma voz pueden interferir en el ruido, sumado a la música, las conversaciones, en lugar, el televisor, entre otros elementos que todos juntos conllevan a la contaminación acústica.

De acuerdo con la aplicación Decibel X, una app de medición de ruido y sonidos, se establecen los siguientes niveles de pérdida auditiva:


Ilustración: Karen Bueno, Susana Katich.


Cuando el ruido pasa de los 80 decibeles ya está haciendo daño. Cuando después de los 80 decibeles con 15 minutos que lo tengamos en el oído, ya está mal. Entonces se debe tener presente los niveles de ruido que pueden producir los aeropuertos, los conciertos, las discotecas, los centros comerciales, hasta donde nos ubicamos y cómo empezamos a hablar con las demás personas casi a gritos. Por ejemplo, un avión llega más o menos a los 120 decibeles, al igual que un celular puede alcanzar altas unidades si el volumen es muy alto. Se recomienda graduar el volumen y no estar expuesto al ruido por más de 15 minutos.


Como resultado de esa falta de control, existe la posibilidad de trabajar e intervenir la fuente para disminuir o atenuar el ruido que produce, por medio de barreras u otros mecanismos. Desde la infraestructura se pueden lograr acciones posibles de intevención sobre los corredores de alta mixtura, haciendo referencia a los lugares donde suele haber más ruido. Hay soluciones que son de alta dificultad para la infraestructura, Carvalho concluyó que,“la única que yo creo letalmente es hacer obligatoria la insonorización de los lugares que producen ruido”.


Además, el abogado Quintero menciona que en su mayoría de veces el Estado sólo tiene como herramienta de acción a la Policía, la cual todavía no tiene la capacidad de tratar integralmente las temáticas de contaminación por ruido como asunto público. “Digamos en mi experiencia, ellos no sienten que se les dé una instrucción; entonces pasa la moto ruidosa y no la para, el vecino ruidoso o la discoteca ruidosa y tampoco hacen caso porque están acostumbrados al delincuente, al ladrón y a otros tipos de delitos, pero no tiene como tal esa interiorización sobre ruido”, comparte el abogado.


En este caso, las autoridades se han acercado a algunos establecimientos para medir el ruido con un sonómetro y regular la bulla del lugar. Pero, cuando suena una canción buena, ahí mismo suben el volumen y el control se pierde totalmente, afectando no solo a las personas presentes sino que también a los vecinos del sector. En definitiva, se puede concluir que los mismos ciudadanos son los desordenados, la ley existe pero por este tipo de escenarios ahí mismo se quebranta.


Por salud: es quererse y ser consciente



Cada día llega un paciente al consultorio de Lina Isabel Osorio y Clara Mónica García, fonoaudiólogas y especialistas en audiología de Envigado. Desde un inicio y con la historia clínica, ya se logra identificar una pérdida auditiva por exposición al ruido. Fábricas, maquinarias, hasta claves morse, son algunos de los antecedentes que encajan, especialmente en los adultos mayores, en los pacientes de Medellín. Empresas de textiles y metalmecánica que otrora hicieron grande la economía de la región, fueron el lugar de trabajo por varios años de muchos pacientes que buscan una revisión por el deterioro en su audición.


Osorio resalta que, todos los días llegan consultas asociadas a la contaminación acústica: “Yo trabajo con ruido, en una fábrica o en un taller, con un taladro, […], me dicen”. Esto se comprende en un abanico extenso de posibilidades sobre pacientes expuestos a constantes sonidos, que en su momento no tuvieron la posibilidad ni el conocimiento de cuidar sus oídos.


“La pérdida auditiva es una enfermedad silenciosa”, afirmó la fonoaudióloga García, mientras seguía contando que las personas llegan al consultorio con la queja de, “yo escucho pero no entiendo”. Esto se debe a la pérdida en las frecuencias agudas (más cercano al oído externo), traducidas en las primeras frecuencias que se deterioran por el ruido. Esto quiere decir, que en las personas, de un día para otro pueden presentar indicios de esa pérdida, porque cuando les hablan no entienden algunas palabras y es algo que los ciudadanos no le prestan la atención adecuada a su cuidado auditivo.


Los principales efectos a corto y largo plazo de la pérdida auditiva por la contaminación acústica son la disminución de la audición, el estrés, los dolores de cabeza, la irritación y el mal genio, los problemas gástricos, la pérdidas de memoria y el tinnitus (pitido o zumbido en el oído). Además de los síntomas, las fonoaudiólogas también se soportan en un examen llamado, audiometría, el cual evalúa la audición y arroja unos datos que determinan si hay un bajón en una frecuencia y cual tipo de pérdida está presentando el paciente.


Asimismo, el deterioro de los procesos cognitivos también hace parte de estos efectos. Los procesos de atención y concentración se ven afectados porque la persona ya no logra entender muchas cosas, hasta el punto de aislarse y perjudicar su desarrollo mental. Por esta razón, la pérdida auditiva es reconocida como una enfermedad silenciosa. Esto se da porque la persona de un día a otro no se da cuenta de la pérdida hasta que no le digan, “oiga, usted no está oyendo”. Esto significa que el estado de su audición logró reservarse hasta el punto de no prestarle la atención adecuada y el cuidado auditivo a los oídos.


Adicionalmente, las profesionales en audiología, enfatizaron que para la pérdida auditiva por ruido, ya no existe ningún tratamiento. Es quererse y ser consciente, es por su salud que la sociedad debe cuidarse personalmente de esta problemática que afecta día a día a los medellinenses. El cuidado personal se resume en la limpieza de los oídos, su aseo y la implementación de protectores auditivos que atenúan el ruido cuando se está expuesto a este o hay un gran riesgo de pérdida auditiva por el trabajo o alguna actividad extracurricular.


Por otra parte, se debe mencionar que el ruido es una sensación subjetiva. García explicó que, “la sensibilidad auditiva en todas las personas es diferente”, por la forma en que cada uno percibe los sonidos de una manera diferente. Es complicado determinar que mientras más exposición, más años y más tiempo haya estado expuesto al ruido, es más propenso a que tenga pérdidas auditivas. Todo está en las individualidades de los casos, su afectación y sus mismas habilidades que se pueden ver diferenciadas en una persona mayor y un jóven que tiene nuevas capacidades o adaptaciones.


La educación es un factor crucial en el cuidado y la prevención de esta enfermdad. Falta enfatizar sobre este problema de salud pública desde la casa, la cultura, el colegio, las universidades y las mismas empresas que deben velar por la calidad de vida de sus trabajadores. Actualmente, la sociedad está expuesta a seguir con más ruido de máquinas, tráfico, ocio,vendedores ambulantes, entre otros factores.


Finalmente, la pérdida auditiva también afecta generalmente el círculo familiar y social, el volumen del televisor está muy alto o no logran entender las conversaciones en una reunión hasta aislarse y llegar hasta un estado de depresión o ansiedad, especialmente en los adultos mayores. Además, hay que empezar a inculcar la educación y prevención en cada profesión, desde los músicos, los deportistas, a los pilotos o los odontólogos.


Iniciativas para medir el ruido


La descontaminación ambiental por ruido ha sido para el municipio de Envigado uno de los principales asuntos considerados como problemáticas directas para los habitantes. Iniciativas como La Vida y el Ruido con el apoyo del programa Ciudad Sana y Segura, han permitido abrir espacios para la creación de propuestas que ayuden a aliviar la carga auditiva en entornos urbanos.


Maria Clara Rivera, estudiante de Historia y habitante del sector, expresa que el mayor objetivo es concientizar a las personas sobre la contaminación auditiva. “La solución la vemos en la calle, en las basuras, pero nos cuesta mucho entender como ciudadanos la contaminación auditiva como un fenómeno que nos impacta”.


Recientemente desde este proyecto se realizó una encuesta sobre la percepción del ruido con el propósito de recopilar información sobre la afectación de la calidad de vida entre habitantes de 18 y 80 años. El resultado arrojó que el 82% desconoce las políticas municipales para mitigar la contaminación acústica, mientras que, el 92% manifestó que se sentía afectado por el fenómeno.


Talleres, espacios de reunión y realización de encuestas han sido las principales herramientas que les ha permitido ser un tema de interés público en el municipio. “Nosotros esperamos seguir en la segunda fase del proyecto. Estamos atentos a oficializar un evento que sea el Día de la Escucha con la cual se busca crear una metodología de intervención poblacional para trabajar el impacto”, culmina Rivera, con el ánimo de seguir avanzando en este camino que ha construido, junto a toda las redes de apoyo que le han dicho sí.

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