Esto pasa con los suelos afectados por incendios
- Contexto UPB
- 29 ene
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Los incendios forestales en el Valle de Aburrá y en el resto del país son un fenómeno cuya alerta puede variar por factores como el clima, pero su amenaza ambiental se mantiene. Una quema no se limita a dañar un puñado de árboles, sino que sus efectos pueden perdurar por mucho tiempo, afectando la salud del entorno y de las personas.
Por Juan José Yath Granados / juan.granadosg@upb.edu.co
En los años ochenta y noventa, un cuerpo de bomberos voluntarios en la comuna 1 de Medellín respondía el llamado de algún fuego sin control en los bosques. Con pocos recursos, la agrupación sirvió a la comunidad por muchos años hasta su disolución en el nuevo milenio. Sin embargo las alertas se mantienen, como un incendio forestal ocurrido en agosto de 2023 dentro de la misma comuna.
La problemática de las quemas en el bosque no solo afecta a un municipio, sino a todo el país. Según la organización Global Forest Watch , Colombia ha perdido 370 mil hectáreas de cobertura arbórea por incendios forestales entre 2001 y 2023. La situación fue tal que, en el caso del Valle de Aburrá, la corporación Área Metropolitana publicó el día 23 de septiembre de 2023 un comunicado que explicaba la situación de emergencia del problema. 150 hectáreas de bosques fueron arrasadas por el fuego. Dicha organización registró este año varias quemas en sitios como el Cerro Quitasol (Bello), la Vereda Chorrera (Barbosa) o por la Autopista Norte.

El regreso de las lluvias en el mes de noviembre rebajó el peligro, pero ya a nivel nacional el IDEAM reportó en su informe técnico diario que el 18 de enero de 2025 los departamentos que estaban en alerta roja por riesgo de incendios eran: Amazonas, Antioquia, Arauca, Bogotá D.C., Boyacá, Caquetá, Casanare, Cesar, Cundinamarca, Guainía, Guaviare, Huila, La Guajira, Magdalena, Meta, Norte De Santander, Putumayo, Santander, Vaupés y Vichada. La persistencia de este riesgo se demuestra en varias zonas del país con cicatrices de suelo quemado, por lo que vale preguntarse ¿qué es lo que rodea estos eventos ambientales? ¿Qué viene luego de que ocurren?
¿Cómo se forma y qué conlleva un incendio forestal?
Un ecosistema húmedo tropical no suele encenderse por sí mismo por su alta humedad y vegetación densa, pero es muy sensible a los incendios por cualquier chispa o señal de temperatura intensa. Alexander Ariza, ingeniero forestal, explica que la vegetación puede ser combustible para un incendio. Por ejemplo, las hojas y ramas caídas, al contacto con el fuego, arden fácilmente y expanden las llamas a más organismos en un efecto dominó que termina por dejar una gran herida en el ambiente.
Los incendios forestales en sí no tienen por qué ser sinónimos de tragedia, ya que es un proceso natural en muchos entornos. De hecho, hay casos en que un fuego promueve la renovación de plantas o disminuye el material combustible, evitando futuras quemas de gran magnitud, explica Ariza. Sin embargo, el ser humano ha alterado estos ciclos al aumentar la frecuencia y el nivel de daño de estos fenómenos. Un fuego descontrolado y violento puede traer consecuencias más allá del desanimo por ver un paisaje carbonizado. En el siguiente interactivo se muestran algunas de los efectos de los incendios forestales (Dale clic a los círculos brillantes para ampliar la información):
¿Cómo se recupera una zona afectada por incendios?
Cuando el fuego se termina, el mismo ecosistema se puede recuperar por sí mismo, dependiendo de qué tan severo fue el incendio, lo que se conoce como resiliencia. Si la quema fue intensa y alcanzó temperaturas altísimas, es necesaria la intervención del ser humano en un proceso llamado restauración ecológica, como explica el ingeniero forestal Alexander Ariza. La idea con esta iniciativa es asegurarse de que el ecosistema afectado regrese a su estado anterior al incendio. No se trata solo de sembrar plantas para llenar de verde el suelo, sino de comprender el cuerpo de flora y fauna que compone el ambiente para saber cómo tomar acciones.
“Los procesos de restauración ecológica tienen en cuenta el tipo de vegetación presente, es decir, no podemos restaurar un suelo que ha sido quemado en una zona con cualquier especie, tienen que ser especies propias del sitio, a eso se le conoce como especies endémicas”, explica Ariza a Contexto y añade que cada organismo cumple un rol en el balance de su ecosistema. Si se incluye alguna planta que no haga parte de esta estructura, el entorno se podría deteriorar aún más, sin tener las mismas condiciones de antes.
Fotos de una zona afectada por un incendio forestal en el barrio Batallón Girardot en Medellin. Fotos tomadas durante la evaluación del terreno. Area Metropolitana del Valle de Aburrá.
La restauración ecológica es un proceso muy largo y requiere de constante monitoreo de las zonas afectadas para recopilar datos e información sobre cómo avanza el proceso y si se llega a las metas esperadas. Estos procedimientos, son explicados más a fondo en el libro “Monitoreo a Procesos de Restauración Ecológica Aplicado a Ecosistemas Terrestres”, desarrollado por el Instituto Humbolt y en el que participó el Dr. Ariza. El texto habla de muchos aspectos a tener en cuenta para la restauración del suelo luego de sufrir distintos fenómenos como incendios forestales. Algunas recomendaciones son establecer desde el principio un plan de monitoreo con objetivos definidos. Además, aconseja incluir a comunidades que viven cerca de los sitios afectados en la restauración para que participen en la iniciativa y aprendan de los procesos.
Por otro lado, el mismo libro reconoce que Colombia no suele realizar restauraciones completas a pesar de la cantidad de casos de incendios que ocurren cada año. Los autores Carolina Murcia, Manuel R. Guariguata y Elena Montes comentaron la falta de recursos y de planeación de los procesos en 2018 (cuando se publicó el texto). Ariza confirmó lo mismo en 2024. Esta clase de campañas se reservan a zonas de gran importancia para la biodiversidad del país. “Realmente los procesos de restauración solo se hacen en donde los ecosistemas son, por sus características naturales, críticos, como un Parque Nacional Natural, o una reserva de la biosfera”, Comenta Ariza.
Por el lado del Valle de Aburrá, Área Metropolitana aplicó el Protocolo de Evaluación de Impacto Ambiental 9 veces desde el período de 2023 hasta fines de mayo de 2024. Este derrotero busca informar sobre el impacto que tuvo el fuego y así definir los pasos a seguir para una futura restauración. Esta medida aplica a “todos aquellos incendios de gran magnitud, que comprometen ecosistemas estratégicos o que ocurren en la interfaz con las áreas pobladas”, como explica la entidad en respuesta a un derecho de petición. Un ejemplo fueron los procesos realizados luego de una quema en el Cerro Quitasol en 2017, que incluyó un plan de monitoreo del área para analizar poco a poco cómo iba avanzando la recuperación.

¿Cuáles son los posibles efectos a largo plazo de los incendios forestales?
Cuando un ecosistema que necesita restauración no la recibe, existe el riesgo de que no se recupere correctamente. El suelo puede terminar con una especie de capa que no le permite absorber los nutrientes y el agua de la lluvia, esto hace que poco a poco baje su calidad y erosione. Cuando este se degrada, las especies nativas no son capaces de crecer de nuevo, por lo que todo el ecosistema se desmorona, lo que lleva a la pérdida de bosque.
En Colombia, muchas zonas que solían ser extensiones de diversos arboles terminaron como pastizales porque no hubo una recuperación completa del suelo. Un informe del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI mostró, por ejemplo, que el bosque pasó de representar el 81,65 de la Región Amazónica en 2020 al 81,06 para 2022 (284.286 hectáreas menos). Mientras que el pastizal, en ese mismo período, aumentó su área del 8,87 al 9,28, lo mismo que las tierras degradadas, del 0,16 al 0,40.
Por otro lado, el fuego descontrolado está relacionado al aumento de temperatura y al cambio climático debido a que el humo de los incendios contiene gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. “Un mayor aumento de la temperatura o periodos climatológicos más severos como son los fenómenos del niño y la niña provocan o tienen una relación directa con el aumento de la severidad y de la frecuencia de los incendios, sobre todo en zonas donde estos no eran frecuentes”, Menciona Ariza.
Medellín ha visto poco a poco un cambio en el clima que podría influir en el riesgo de incendios. El servicio meteorológico Meteoblue reportó aumentos en la temperatura anual de la ciudad desde 1979 hasta 2023. Según la gráfica, la escala era mayor o menor entre un año y otro. Sin embargo, mientras que en el sigo XX se registraron en ciertas épocas menos 18 grados centígrados, el nuevo milenio mostró casos en que la temperatura rebasaba los 20 grados.
Los incendios también liberan material particulado. Estos contaminantes se concentran sitios como Medellín, los cuales quedan a veces atrapados en una formación tan estrecha como es el Valle de Aburrá, lo que pone en riesgo el bienestar de la población. La corporación Área Metropolitana explica que, en meses como marzo y noviembre, las nubes están a baja altura. Por lo que el calor de la radiación solar no logra elevar tan fácilmente las partículas por arriba de las montañas para que se vayan con las corrientes del aire.
¿Qué medidas existen para controlar el problema de incendios forestales?
Las posibles amenazas que provoca el fenómeno del fuego son de las razones por las que existen sistemas de recopilación de datos sobre zonas afectadas por quemas, como comenta Jesús Adolfo Anaya, doctor en teledetección: “Nosotros lo que hacemos es observar la ocurrencia de los incendios y hacer, digamos, un registro en dónde ocurrió el incendio, qué área tiene, qué intensidad tuvo”.
El doctor Anaya explica que es difícil conocer el por qué se provoca cada uno de los incendios forestales. Sin embargo, destacan razones como expandir la zona de pastizal para ganadería, o para limpiar de árboles un terreno potencial para construir casas. Es así, por ejemplo, que el Boletín del IDEAM sobre la detección temprana de deforestación señala que los incendios son parte de las causas en algunos focos de perdida de bosques, especialmente en zonas del Meta. Los datos de la publicación son del primer trimestre del 2024 y hacen evidente el papel de la ganadería y del acaparamiento de tierras en estos fenómenos. El fuego es a veces la solución fácil para arrebatarle espacio a los ecosistemas naturales. Por lo que es necesario que las ciudades tengan un constante sistema que detecte aumentos de temperatura o zonas de quema, como una señal de incendio.

La cuestión con las quemas no solo depende del municipio, sino también del sector que se trate. Adolfo Taborda fue parte del Cuerpo de Bomberos Voluntario del barrio Santo Domingo Savio en la comuna 1 de Medellín, mencionado al inicio del texto. Ejerció desde 1985 hasta principios de los noventa. Luego trabajó como socorrista de 1993 y se desvinculó luego del terremoto de Armenia en 1999. Participó en la atención de diferentes catástrofes, incluyendo incendios, los cuales ocurrían cada quince días durante el período en que ejerció su labor, fuesen forestales o en zonas urbanas. En ambos trabajos hizo parte de organizaciones que no recibían fondos del gobierno, así que él y su equipo se financiaban por sí solos. Aún sin tener las mejores herramientas, se encargaban de mitigar el fuego antes que nadie, como explica a Contexto: “cuando el Cuerpo Oficial de Bomberos llegaba, nosotros ya habíamos acabado casi toda la quema”.
Taborda socorría más que todo los fuegos ocurridos alrededor de Popular, pero también en otras partes del Valle de Aburrá. Hizo parte del equipo que combatió un incendio en el Salado, Envigado, en los noventa, que tomó casi veinte días extinguir, así como en una ladera cerca de Santa Elena en los años 2000. Una de sus más agradables experiencias al enfrentar quemas era el salvar vidas, pero no solo de personas o de árboles: “lo más hermoso eran los animales silvestres que salvábamos”.
Las causas más comunes de las quemas en Popular, según Taborda, eran para arrasar terrenos en laderas que luego serían ocupados como viviendas. Además, también ocurrían casos de descontrol del fuego en sitios donde se encendían llantas de vehículos, que muchas veces eran usados para construir edificaciones.
En la actualidad, la comuna 1 casi no sufre incendios forestales porque es un territorio que ha sido en gran medida acaparado por el casco urbano, en parte por los sitios arrasados para construir viviendas. Son pocas las zonas verdes que se encuentran. Ahora, las quemas más frecuentes son de tipo estructural, las que ocurren en edificios y casas. Popular pasó de recibir incidentes por fogatas descontroladas y bosque carbonizados, a más casos de fuego por pipetas de gas en las casas o chispas que escapan de basura ardiendo.
Taborda hace parte de la corporación de Con-vivamos, donde se encarga de coordinar labores que beneficien la paz con el territorio en la zona nororiental de Medellín, que incluye la comuna 1. Una de sus iniciativas es enseñar sobre la prevención de fuegos incontrolados. Que los incendios forestales ya no sean una gran preocupación en Popular evidencia el retroceso de sus zonas naturales, justo como ocurre en otros territorios del país luego de quemas provocadas por manos humanas.

Los incendios son una problemática que afecta tanto la biodiversidad del país, como la población en corto y largo plazo. Las soluciones tienen que ser un esfuerzo conjunto entre el Estado y la ciudadanía. El primero se debe encargar de aminorar los aportes al cambio climático y de la intervención sobre quienes suelen provocar los incendios forestales, además de reforzar los planes de restauración para evitar el deterioro de los ecosistemas. Por su parte, las personas de a pie les queda más que todo seguir las indicaciones para evitar el riesgo de quemas. Urge saber lo que puede ocurrir por una simple colilla de cigarro o fogata mal apagada en medio de la hojarasca.
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