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Grafiti: un "tour" antes del Siglo XXI

Foto del escritor: Contexto UPBContexto UPB

Por: Simón Suárez Gómez / simon.suarez@upb.edu.co


Grafiti, una palabra que en la actualidad suele ser relacionada con el arte, la cultura y nuestra ciudad, Medellín. Esta expresión tiene su historia, con antecedentes remotos y tiene incluso una jerga que le pertenece. Empecemos un breve glosario que ayudará a entender no solo esta historia, sino cuál es el sentido que tiene:


  • Crew: grupo de grafiteros que se identifican bajo una misma “chapa”, que suelen salir en conjunto alrededor de la ciudad para “marcar” distintos spots.

  • Chapa: firma que permite identificarse cómo grafitero que suele ser usada cuando se sale a bombardear la ciudad.

  • Bombardear: salir a hacer muchos diseños rápidos y con baja producción que retratan la chapa del grafitero o su crew.

  • Spot: lugares por la ciudad que permiten realizar producciones mucho más complejas, suelen ser lugares muy transitados o de alto valor por su riesgo. Dependiendo de donde se ubique, si es un camión, un bien público cómo el metro o edificios muy protegidos, suele darse mayor respeto a la crew o grafitero que lo rayó.

  • Spot taquilla: se denomina de esta forma a los distintos spots que hay repartidos por la ciudad que tiene una gran cantidad de afluencia de público, suelen ser lugares complicados para rayar y de alto valor, pues muchas personas los verían al transitar por estos lugares.


Tan antiguo como nuestra idea de ciudad

Desde la Era Antigua, específicamente, en las grandes ciudades del Imperio Romano, se empezaron a formar expresiones artísticas de protesta, garabatos, mensajes de oposición fueron poco a poco llenando distintas paredes de los edificios públicos (de manera ilegal). Por ello, es posible considerar a los autores de estas marcas como los pioneros del grafiti.


Pese a que esta actividad era realizada con finalidades humorísticas y de protesta, estos precursores del grafiti, crearon bases para un estilo de mensaje político que, más de un milenio después, se ha reproducido en cientos de países, incluido Colombia.


Podría pensarse que estos tipos de grafiti eran casos aislados que pasaban desapercibidos, pero no es así. Según el historiador Jerry Torner, en conversación con ABC España, tan solo en la ciudad de Pompeya se han podido rescatar 12.000 ejemplares y aunque en estos tiempos no existían lo que hoy llamamos “chapas” (véase glosario inicial), una gran cantidad de estos estaban firmados.


Estos grafitis solían contener frases de burla como: “Aufidus estuvo aquí, adiós”, dándonos un acercamiento a lo que era la vida del ciudadano romano promedio. También se destacan mensajes referentes al sexo, que era una normalidad en la época: “Teófilo, no les hagas sexo oral a las chicas apoyadas en la muralla como si fueras un perro”.

Grafiti en la ciudad de Pompeya, ABC.
Grafiti en la ciudad de Pompeya, ABC.

Pero, ¿Qué es lo que diferencia un muralismo de un grafiti? Hoes GMR, grafitero de Medellín, explica esta distinción:

Luego de diferenciar los dos conceptos, continuemos con la historia.


Grafiti medieval

Acercándonos más a la era actual (aunque tampoco tanto), una investigación realizada por la Dra. Laura Hernández Alcaraz, para la Universidad de Alicante, encontró un patrón peculiar en distintas edificaciones religiosas y castillos de la España medieval. Durante las obras de construcción, las personas a cargo solían rayar las paredes e incluso pintarlas dejando mensajes plasmados, algunos en términos de burla con respecto a su señor o simplemente un garabato buscando representar algo de lo que hoy en día desconocemos el contexto. He aquí algunos ejemplos:

Interpretación de lo que se cree que es una gallina dibujada en las paredes internas la campana de una iglesia. Universidad de Alicante ,2015.
Interpretación de lo que se cree que es una gallina dibujada en las paredes internas la campana de una iglesia. Universidad de Alicante ,2015.
Un dibujo realizado por un autor desconocido en los pasillos de un castillo medieval en España. Universidad de Alicante, 2015.
Un dibujo realizado por un autor desconocido en los pasillos de un castillo medieval en España. Universidad de Alicante, 2015.

Publicidad de un relojero que reparó el mecanismo de una torre en una iglesia española. Universidad de Alicante ,2015.
Publicidad de un relojero que reparó el mecanismo de una torre en una iglesia española. Universidad de Alicante ,2015.

Nueva York y el auge del grafiti

El grafiti moderno, tal cual se ve en las calles de la ciudad en el presente, nació en dos ciudades estadounidenses: Filadelfia y Nueva York. A mediados de los años 60, estudiantes de secundaria de ambas ciudades, empezaron a realizar firmas en sus colegios, siguiendo en sus barrios y expandiéndose, finalmente, por toda la ciudad.


Lo que comenzó como un juego entre amigos, repercutió de una manera muy fuerte, pues cada vez se veían más personas queriendo repartir sus chapas y ser reconocidos alrededor de los principales lugares de la ciudad. A diferencia de cómo los conocimos en la antigua Roma, los grafitis realizados con resaltadores o aerosoles, ahora eran anónimos y no se identificaba fácilmente a los autores.


Algunos nombres que se destacan de esta época son:


  • Darryl McCray, un joven afroamericano, que bombardeó la ciudad de Filadelfia con su chapa CornBread. Lo qué el inició como un juego de colegas marcando su escuela con su apodo fue construyendo poco a poco una tendencia replicada por toda la ciudad, siendo el que más chapas tenía, el grafitero más popular de la zona.

    La chapa de Darryl McCray grafitada sobre un edificio abandonado en Filadelfia.
    La chapa de Darryl McCray grafitada sobre un edificio abandonado en Filadelfia.
  • Dimitraki, joven mensajero griego que bombardeo la ciudad y el metro de Nueva York con su chapa Taki 183

Dimitraki rayando su chapa dentro de uno de los túneles del metro de Nueva York. Año aproximado 1971.
Dimitraki rayando su chapa dentro de uno de los túneles del metro de Nueva York. Año aproximado 1971.

En los inicios del grafiti moderno, se logra observar que las chapas y los garabatos realizados eran realmente sencillos, sin una elaboración muy estructurada y como aún no se había creado una cultura del grafiti, las pinturas apenas generaban alguna conmoción.


No fue hasta 1971 cuando un periódico de Nueva York entrevistó a Dimitraki, pues sus firmas ya eran parte del paisaje urbano de la ciudad, especialmente de los lugares más concurridos cómo el metro, que no solo hacia parte de los lugares donde se encontraba la gente vulnerable, sino que también era frecuentado por la élite privilegiada.

Durante la década siguiente fueron apareciendo más grafiteros a lo largo de Estados Unidos. Hasta que el movimiento grafitero, en la década de los 80, se incorpora dentro de la cultura Hip-hop como uno de sus tres pilares: baile, pintura y música.


Al adentrarse en la cultura Hip-hop, el grafiti empieza a tomar un rumbo artístico: ya no solo bastaba poner tu chapa. Con diseños más complejos, el uso de distintos colores y formas para sus letras, los grafiteros fueron otorgando una identidad única a sus firmas, generando que los simples garabatos que muchas veces se hacían antes, pasaran a ser diseños más complejos que abarcaban más espacios.


Bogotá, capital del grafiti

Con la globalización del Hip-hop en los 80 y 90, a Colombia llega todo lo referente a esta cultura y se da un particular encaje, pues de la misma forma que se desarrolló en Nueva York, esa necesidad de hacer ver a las personas de bajo nivel socioeconómico. En Bogotá comenzaron a bombardear la ciudad para dar cuenta de que no solo está habitada por gente adinerada, sino que además de ellos, también existen quienes viven del día a día.


Uno de los mensajes más característicos que se logra identificar cómo el boom del grafiti ochentero, fue cuando estudiantes de la Universidad Nacional atendieron el llamado del presidente Belisario Betancur de empezar a pintar palomas por la paz. Pero, justamente, con ese llamado también salió a destacar Luis Keshava Liévano, un grafitero que bombardeó la ciudad con el mensaje: No más paloMAS” refiriéndose al grupo paramilitar Muerte a Secuestradores. De este modo marcó una tendencia en el grafiti colombiano con la inclusión del mensaje político en este estilo artístico, renovando un rasgo que nació en la antigua Roma.


Fotografía y grafiti por Keshava. Tomado de: cartelurbano.com


Durante la época que llega el grafiti a nuestro país, se estaba viviendo una fuerte oleada de violencia. Lops grupos que la protagonizaban también adoptaron el grafiti. El M-19 y otros grupos guerrilleros marcaban su territorio con escrituras en aerosol en las paredes y otras eestructuras.


Para los años 90, en la ciudad de Bogotá, el grafiti empieza a tomar un rumbo diferente, volviendo a su origen neoyorquino. El Hip-hop destaca como una cultura que se populariza en los lugares más vulnerables de la ciudad, siendo las agrupaciones raperas las que empezarían a poblar las paredes de ladrillo con sus chapas.


Agrupaciones de rap junto con sus chapas en Bogotá. Fotografía Omar Bam Bam.
Agrupaciones de rap junto con sus chapas en Bogotá. Fotografía Omar Bam Bam.

Este movimiento de las distintas agrupaciones de rap, se distancia del trabajo realizado anteriormente por grafiteros como Keshava, pues, más que dar un mensaje político con sus chapas (aunque aun continuaban contando las realidades de la calle y la falta de apoyo del Estado en sus canciones), marcaban sus barrios de origen, para dar cuenta a las personas de que ellos hacían parte de su comunidad.


Medellín y el grafiti de resiliencia

En nuestra ciudad, para los años 90, se introdujo poco a poco lo que se había aprendido de la cultura Hip-hop en Bogotá; cultura que fue apropiada , de igual forma, por muchos jóvenes en situación vulnerable en las zonas periféricas, especialmente, la comuna 13. Todo este movimiento del Hip-hop. acompañado por su escena grafitera fue para muchos una forma de escape de la violencia. Un caso conocido de esto es la historia de fundación de la Casa Kolacho en la Comuna 13, el cual sirvió como proyecto social, brindándole a los jóvenes oportunidades diferentes a través del arte; a las ya conocidas, como la violencia.


Entrando en el nuevo milenio, la ciudad vivió una serie de conflictos armados tras los cuales surgieron proyectos sociales en los que el grafiti legal (que a partir de ahora llamaremos muralismo) cobra un protagonismo como atractivo turístico e identitario de zonas como: La Comuna 13, Provenza y Manrique.


Este muralismo que es percibido por las crew  grafiteras como algo que se distancia cada vez más del grafiti. Pero es innegable que ha permitido que esta subcultura del Hip-hop cambie la connotación negativa que muchos tenían de él, para que ahora se le asocie con iniciativas de resiliencia y memoria colectiva. Universidades, barrios, locales comerciales acogen esta forma de arte como parte de su rasgo distintivo.


Este fenómeno urbano ha evolucionado desde sus orígenes ilegales hasta convertirse en una forma de expresión artística ampliamente aceptada y valorada. Hoy en día, el grafiti en Medellín no solo decora las paredes, sino que también cuenta historias, transmite mensajes sociales y refleja la identidad cultural de la ciudad. Su presencia en el paisaje urbano es un testimonio vivo de la transformación y resiliencia de una comunidad que ha encontrado en el arte una poderosa herramienta de cambio social.

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