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La guerra fragmentaria del ELN


La guerrilla más antigua de América sostiene hoy el octavo intento de paz con el Estado colombiano. Los territorios que ocupa este grupo armado son claves para entender cómo opera y qué busca una de las organizaciones armadas más fuertes del país.


Por Alejandro Zapata y Valeria Hernández / periodico.contexto@upb.edu.co

Colaboración con el Semillero de Periodismo Urbano, orientado por el profesor Juan Esteban Mejía Upegui.


El 3 de agosto de 2023 el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno firmaron el cese al fuego con más duración en la historia de los diálogos entre el Estado colombiano y dicha organización armada. Son 180 días de Cese al Fuego Bilateral Nacional y Temporal hasta el 29 de enero de 2024. De otro lado, el diálogo contempla una participación de la sociedad a través del Comité Nacional de Participación, organismo por el cual 81 voceros diseñarán y promoverán la intervención de la sociedad.


Han sido seis intentos de diálogos de paz entre las dos partes, que comprometen la soberanía de cinco regiones donde el grupo guerrillero ha tenido una presencia muy variada: sur de Bolívar, Arauca, Catatumbo, Suroccidente —Cauca y Nariño— y Chocó. Acciones políticas, sociales, extorsiones, economías ilícitas, constreñimiento electoral, plantaciones de coca y la minería han marcado el relato de estas regiones bajo el control eleno.


Los diálogos de paz están encaminados en ofrecer garantías y alternativas en estas cinco regiones en las que el conflicto armado ha permeado las dinámicas sociales, culturales y políticas. Para comprenderlo, Contexto le ofrece un análisis regional del accionar del ELN en cada uno de estos espacios para poder entender los retos y amenazas que enfrenta la actual mesa de negociación de paz.


Los orígenes y transformaciones elenas


El ELN es un grupo de extrema izquierda cimentado en el marxismo-leninismo, movimiento del siglo XIX que busca, a grandes rasgos, el empoderamiento de la clase obrera, minimizar la brecha social entre ricos y pobres y que el Estado debe ser el dueño de las industrias.


<< Miembros del ELN durante sus primeras acciones en 1964. Foto: Rebelion.org


En un principio se consideró una organización revolucionaria y de carácter altruista, asegura Carlos Velandia, exmiembro de la Dirección Nacional del ELN y gestor de paz. Se autodenomina como una guerrilla con valores inspirados en la revolución cubana. Entre sus ideas están la justa distribución de tierras, abogar por un Estado comunista en el que se distribuyan de manera equitativa los recursos.


Otra de ellas es la prioridad que asume la sociedad sobre el Estado, es decir, prevalecen más los procesos sociales en las regiones, que una ayuda estatal tardía y desorientada. Esta percepción se enlaza con la apropiación de las regiones para la defensa del territorio en temas ambientales, políticos y sociales. Por último, se destaca la postura incialmente férrea y prohibicionista en relación con las drogas, particularmente la cocaína.


Sin embargo, hoy se percibe una guerrilla volcada al uso de cultivos ilícitos, en los que se incluye la coca, señala Velandia. Además de fuentes de financiación como la explotación ilegal de madera y, a lo largo de su historia, sabotajes a la red de oleoductos, que terminan en grandes daños al medioambiente.


La génesis de sus líderes


El libro ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN?, elaborado por el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), reconstruye el inicio del grupo en el Magdalena Medio y los Santanderes. Asimismo, excombatientes de otros grupos armados como el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y el Frente Unido (FU) se incorporaron a las filas elenas.


Muchos de estos ideales se encaminaron por el auge de la Revolución Cubana. Como se indica en el artículo Juventudes universitarias de izquierda. De la lucha ideológica a la violencia política, de los investigadores Alvaro Acevedo Tarazona y Juliana Villabona Ardila, de la Universidad Industrial de Santander, líderes como Fabio Vásquez Castaño, pertenecientes a diversos movimientos del Partido Comunista Colombiano, viajaron a Cuba, becados por Fidel Castro e iniciaron su actividad guerrillera en la cordillera de Escambray.


A estos se sumaron estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS) y de la Asociación de Universitarios de Santander (AUDESA). Bajo el lema “Ni un paso atrás, liberación o muerte”, el Ejército de Liberación Nacional nació el 4 de julio de 1964, luego de tener su primera marcha guerrillera.


Entre la sotana y el fusil


A comienzos de los sesenta, la pobreza y el subdesarrollo adquirieron niveles muy altos en Colombia y América Latina, por ello, sacerdotes en varias de las ciudades con más índices de escasez, empezaron a hacer presencia a partir del trabajo con las comunidades.


<< El sacerdote católico Camilo Torres Restrepo tuvo una activa vida política y una corta trayectoria en las tropas del ELN. Murió en combaste contra el Ejército Nacional en Sanvicente del Chucurí, el 15 de febrero de 1966. Foto: Radio Nacional de Colombia.


Mientras tanto en Colombia, las principales ciudades se habían llenado de barrios de invasión, producto de la violencia y pobreza rural. “La Revolución cubana se convirtió en ejemplo para los sectores radicales de América Latina y en Colombia, cuyos cambios sociales y económicos habían sido rápidos pero donde la política parecía congelada por el bipartidismo y un clericalismo decimonónicos, y logró simpatía de amplios sectores estudiantiles y sindicales que clamaban por cambios rápidos y profundos para resolver problemas sociales cada vez más graves”, escribió Jorge Orlando Melo en Historia mínima de Colombia.


Asdrúbal Rincón, sacerdote y licenciado en Historia de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, cuenta cómo uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez, empezó a hacer trabajo social en las favelas de Río de Janeiro. “La Teología de la Liberación consiste en liberar al pobre de las opresiones del Estado y de la pobreza”, sin embargo esta concepción se permeó de ideales de izquierda que la Iglesia católica empezó a rechazar.


Por esos años, un grupo de sacerdotes creían que la única manera de liberar al pobre era por medio de la revolución. “Empezaron a mostrar imágenes de Jesús como un guerrillero, como otro Che Guevara que liberaba al pobre de los ricos y entonces algunos sacerdotes decidieron irse para el monte”, añade Rincón.


Así es como nacieron grandes figuras para el ELN, que en diferentes épocas hicieron parte de la organización, como el renombrado cura bogotano Camilo Torres Restrepo.


También llegaron eclesiásticos españoles que desde Europa vieron y siguieron la revolución latinoamericana. Dos de ellos, Manuel Pérez Martínez, conocido como el Cura Pérez y Domingo Laín Sáenz, contribuyeron al proceso fundacional. A los dos españoles les siguieron más clérigos, seminaristas y hasta monjas que se adhirieron al ideal del cristianismo y marxismo.


El ELN acuñó el perfil de organización político militar para mezclar la lucha armada con lo político y organizacional. En una de las entrevistas al gestor de paz Carlos Velandia en el libro ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN? , se mencionó que el debate al interior de la organización era: “Oiga, somos una fuerza guerrillera pero aquí lo que se necesita es una fuerza política que conduzca lo armado”.


Por eso mismo se empezaron a crear mecanismos políticos al interior de la organización armada como el Congreso Nacional del ELN que nace en 1986, se celebra cada 10 años y crea un espacio por el cual se conforma el perfil militar, político y financiero de la organización.


En el Congreso fueron clave aquellos clérigos, estudiantes de las universidades y representantes de organizaciones campesinas que dieron paso a la Dirección Nacional, allí se eligió a 17 representantes, mientras que de este organismo se erigió el Comando Central constituido por los máximos 5 jefes de la guerrilla.


‘Las tres varitas mágicas’


La idea de formar tres expresiones organizativas, en las que se incluye el Congreso Nacional, nace de las “Tres varitas mágicas” que planteaba el maoísmo y que perfeccionó el leninismo. “El Partido Comunista, cuya función era dirigir el proceso revolucionario; el Ejército Rojo, para la estrategia armada, y el Frente Político, que agrupaba a todas las fuerzas descontentas con el régimen imperante”, aseguró Otty Patiño, actual líder negociador del Gobierno, en el artículo Las tres varitas mágicas para El Tiempo.


Conforme a estas tres ideas, los frentes de guerra regionales y frentes guerrilleros han consolidado un brazo fuerte para la lucha armada del ELN.


Un ejemplo claro por su poderío organizacional, militar y político es el Frente de Guerra Oriental Manuel Vásquez Castaño, en el que está el Frente Domingo Laín, en Arauca donde hay cuatro frentes más, dos compañías y otras estructuras locales.


De acuerdo con el libro ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN? El Frente de Guerra Oriental (FGO) es la estructura más activa y numerosa del ELN, e incluso ha logrado abarcar un amplio control sobre la frontera con Venezuela. Sus principales fuentes de ingresos son las extorsiones a petroleras, comerciantes y ganaderos. Además el pategrillo, combustible artesanal que sirve como químico para la cocaína y hasta cobro por flujo de migrantes. De acuerdo con la investigación, esta estructura ha utilizado a Venezuela como una fuente de ingresos y un lugar de asentamiento y refugio. Se han apoderado de varias regiones del país e incluso de las zonas fronterizas con Colombia.


Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, conocido como ‘Pablito’ es líder del Frente de Guerra Oriental (FGO) y fue designado tercero al mando del Comando Central (COCE) en junio de 2021. Es una figura que representa las diversas posturas que existen al interior del ELN frente a la solución negociada al conflicto. Foto: Cartago TV Informe. Licencia Creative Commons.


Sur de Bolívar: minería, coca y negociaciones


Al ser una región rica en oro, los actores armados se han disputado el territorio para ejercer control económico de la explotación y comercialización ilícita de la minería.


El medio de comunicación Rutas del Conflicto, en asocio con la Universidad del Rosario, relata la historia del grupo armado en esta región e indica que el ELN llegó a finales de 1970 y fue la primera guerrilla en arribar al Sur de Bolívar. Allí mismo surgieron los frentes Héroes, Mártires y Alfredo Gómez Quiñónez, los cuales se encargaron de regular tanto la minería, como el diario vivir de los habitantes.


El portal periodístico también indica que el grupo se benefició de la producción y comercialización ilegal de cultivos de cocaína en la región. Se consolidó allí porque el Comando Central (COCE) estaba ubicado en la Serranía de San Lucas a finales de los noventa.


En el año 2000, el ELN propone crear una zona de distensión para dar inicio a posibles diálogos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana. Este proceso fracasó y la zona de encuentro fue abolida por el presidente, lo que hizo que continuaran los conflictos en la zona y se acrecentaran disputas con el paramilitarismo.


Arauca, el fortín político del ELN


De acuerdo con la Corporación Nuevo Arco Iris y su libro La Frontera Caliente entre Colombia y Venezuela, Arauca es el gran fortín del Eln, controla gran parte de la institucionalidad y la vida cotidiana. En 2006, este grupo tuvo la estrategia de influenciar líderes y políticos regionales en vez de tomarse el poder mediante las armas. También reemplazó las funciones estatales como la administración de justicia y recaudación de impuestos.


Esto lo logró gracias a un repliegue que priorizó los espacios urbanos. Para estos años, la guerrilla se encontraba en una serie de cambios en su estructura a nivel interno. Tomó iniciativas como la fundación del Frente de Guerra Urbano Nacional (FGUN), el cual realizaba ataques terroristas de alto impacto.


Mientras que el ELN controlaba las economías ilegales de la región, entró en conflicto con otros grupos armados como las FARC, aún así, algunas de estas disputas finalizaban por alianzas y negociaciones.


Entre 2005 y 2010, las tensiones por la ampliación de cultivos de coca en el piedemonte aumentaron, por lo que llevó al ELN a tener una mayor presencia.


Catatumbo: un resguardo para la guerra


La región del Catatumbo está ubicada en el nororiente colombiano, en el departamento de Norte de Santander. Dicha zona limita con Venezuela, lo que hace que se convierta en un corredor estratégico entre ese país y las economías ilícitas que abundan en el territorio.


“Su posición geográfica la convierte en un área supremamente estratégica por su condición de frontera y su salida al Cesar, que le permite articularse a un corredor estratégico que transcurre por el Magdalena medio y el sur de Bolívar hasta el nororiente antioqueño y el Urabá”, anota Henry Ortega Palacio, politólogo de la Universidad Javeriana en su texto Un ELN entre lo societal y militar: dinámicas y lógicas territoriales del conflicto en el Catatumbo.


En términos económicos, el Catatumbo cuenta con petróleo, minerales y suelos con considerable capacidad productiva para variedad de cultivos de uso lícito e ilícito.


En el Catatumbo hay un ELN que es relevante en la región. Llegó en una época en la que movimientos campesinos y estructuras sociales ya existían en el territorio y se apoyó en ellos. Con el paso del tiempo el grupo se afianzó y pudo generar vínculos con las sociedades y familias de la zona, sobre todo en la parte alta.


Hoy generan una situación de dominio sobre el territorio, además someten a la gente, constriñen sus derechos y sus libertades al actuar como una fuerza de ocupación y regular la economía. Funcionan como Estado, porque el Gobierno no está, según señala Carlos Velandia.


Suroccidente: entre lo social y lo político


El ELN en el suroccidente (Cauca y Nariño) ha tomado una posición social y política altamente arraigada en la población. Como lo recalca Daniel Amaya, politólogo con énfasis en paz y resolución de conflictos de la Pontificia Universidad Javeriana, en su texto El frente de guerra Suroccidental: entre el arraigo social y la reconfiguración militar, la falta del Estado a nivel histórico ha hecho que las diferentes comunidades consigan amparo en el grupo armado. Asimismo, ha sido una zona en la que se ha aliado con las extintas FARC, pero también ha tenido enfrentamientos de distinta índole.


Estas confrontaciones son una preocupación constante en el actual cese al fuego, pues si bien no se viola el acuerdo entre el Estado y la guerrilla, otros grupos generan zozobra en la población.


Así lo anota Fredy Chaverra, politólogo con maestría en Ciencia Política. “Posiblemente puede peligrar el cese al fuego bilateral porque el ELN continúa una confrontación abierta con otros actores armados, que no necesariamente compromete a la Fuerza Pública”, dijo a Contexto. Esto complejiza el monitoreo de lo pactado entre esa guerrilla y el Gobierno.


Chocó: entre desplazamientos y extractivismo


Ólmer Muñoz, experto en seguridad y conflicto y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana, dice que el grupo armado en el suroccidente del país encontró una nueva fuerza, puesto que en esa región no era robusto.


En 2020, los indígenas Wounaan fueron afectados por la presencia elena en la región, debido a la guerra con el Clan del Golfo. Han sido víctimas de violencia como desplazamientos forzados, secuestros y masacres.


“Son acciones típicas del ELN la extracción de minería ilegal, el secuestro y la extorsión. Además, negocian el tránsito de personas y de drogas, a pesar de que no lo ha admitido”, añadió Muñoz. El docente comenta que la mesa de diálogos en varias ocasiones ha sido saboteada por los mismos grupos del ELN, porque consideran que el gobierno no suplirá lo que ellos demandan.


Antioquia: un puente de confrontaciones


Esta región surge como el principal corredor entre el oriente y el occidente colombiano. Subregiones como el Bajo Cauca, el Norte y el Urabá han pertenecido a las FARC, pero, por su desmovilización, ahora varios municipios tienen presencia elena. Es una zona caracterizada por la alta minería y a su vez comparte las mayores vías para el narcotráfico, esto lleva a que los grupos armados de hoy —Clan del Golfo, disidencias de las FARC y el ELN — estén en constante lucha territorial.


Germán Valencia, doctor en Estudios Políticos y profesor titular del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, apunta que el ELN en esta región combate de varias formas: “Es un nudo donde hay tres grandes actores peleándose el alma y a veces se unen entre unos para ayudarse, como las antiguas FARC, las disidencias y el ELN que se unen un poco para pelear a veces con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) —Clan del Golfo— y ahí es donde está esa guerra”, dijo a Contexto.


Apuntes para la actual mesa de negociación


A partir de la instauración del Comité Nacional de Participación, Hugo Buitrago, director de la Unidad de Paz de la Universidad de Antioquia y delegado de las universidades en el Comité, señala la importancia de este organismo: “Ese es un reto enorme y fundamental porque le ha de imprimir, si logramos eso, un carácter completamente novedoso a esta negociación. No sería una negociación entre el Estado colombiano, una élite y la guerrilla del ELN, que también representa otra élite, sino que la tercera parte vinculante sería la sociedad”, explicó Buitrago.


Él hace énfasis en que esta negociación no va ligada a una eventual desmovilización y desarme del ELN. “El problema de fondo es que esta negociación conduzca a un proceso que permita resolver los problemas estructurales de desigualdad, participación política, el uso y tenencia de la tierra, que son los tres grandes factores que han sido los causantes de la violencia estructural de este país”, puntualizó el vocero de las universidades.


Fernán González, investigador del Cinep por más de 45 años, hace referencia a que uno de los mayores errores en los diálogos que ha sostenido el Gobierno con el ELN es “tratar de equiparar el ELN con las FARC, como si fueran un hermano menor”.


Además puntualizó que en los diálogos es menester un enfoque regional que abarque las zonas afectadas por el conflicto. Buscar soluciones regionalizadas, qué representa el ELN en ellas y responder a esas necesidades locales distintas.


El ELN representa solo uno de los múltiples grupos armados en el territorio colombiano y la actual mesa de negociación con dicha guerrilla es un paso más hacia la paz.


El conflicto armado colombiano abarca diferentes matices y nuevas formas de accionar desde sus territorios. Por eso uno de los retos de la actual mesa de negociación es recopilar los apuntes desde la sociedad civil en las distintas regiones. Sin embargo, las propuestas que llegarán desde allí deberán compaginarse con las posturas del Gobierno.


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