La calle: frontera de una crisis que Medellín aplaza
- Contexto UPB

- 9 jul
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Ana Sofía Araque, Estefanía Hernández, Sara Bastidas / periodico.contexto@upb.edu.co
Por años, Medellín ha cultivado una imagen de ciudad innovadora, resiliente y comprometida con la transformación social. Sin embargo, en los márgenes de esa imagen avanza un fenómeno que incomoda, interpela y evidencia las brechas sociales que persisten: el crecimiento de la población habitante de calle.

Más que una consecuencia visible de la desigualdad, el aumento de personas que viven en las calles se ha convertido en un reto cotidiano para miles de ciudadanos que perciben cambios significativos en la seguridad, el uso del espacio público y la convivencia barrial. Estos impactos son el cabo que se puede seguir para entender esa tensión no resuelta y cómo ese asunto "pendiente" afecta a toda la ciudadanía incluso a la que, a pesar de las estrategias oficiales, sigue habitando en cada vez mayor número las calles de la ciudad.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2019 se registraron 3.214 personas en situación de calle en la capital de Antioquia. Sin embargo, para 2023, el Concejo de Medellín informó un aumento drástico: cerca de 7.075 personas vivían en condiciones de calle. Esta duplicación en tan solo cuatro años pone en evidencia un fenómeno en expansión, alimentado por factores como el desempleo, la crisis económica, las secuelas de la pandemia y el consumo de sustancias psicoactivas.

Esta cifra puede ser explicada por una situación reportada un año antes por la Personería Distrital de Medellín cuando más de 500 personas de origen indígena ejercían la mendicidad en la ciudad, específicamente en cuatro comunas, entre ellas La Candelaria y Guayabal. De estos, 245 eran niños, niñas y adolescentes. Y es importante subrayar que aquellas cifras eran, puesto que entre omentos "pico" como el de 2022, estas personas van y vienen de sus resguardos y su número en las calles cambia, lo que pone de manifiesto que el rostro del habitante de calle ya no es únicamente el del adulto marginado por la pobreza, sino también el de distintas personas atrapadas en circuitos de exclusión, vulnerabilidad y explotación.
Frente a esta realidad, el gobierno local de Medellín ha implementado estrategias que combinan asistencia básica, procesos de rehabilitación y programas de resocialización. La Política Pública Social para los Habitantes de la Calle del Municipio de Medellín (2017-2025) establece un marco integral de atención. De igual forma, el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana (PISCC) 2020-2023 contempla intervenciones en puntos críticos del espacio público, reconociendo que las acciones deben ser integrales y sostenibles para evitar que problemáticas como la construcción de "cambuches" o refugios improvisados se trasladen a otros sectores de la ciudad, sin resolver de fondo la situación.
A mediados del 2024, por ejemplo, el Concejo de Medellín reportó la atención de 5.709 personas habitantes de la calle. Sin embargo, los esfuerzos parecen insuficientes frente al crecimiento constante de la población en la calle y su concentración en zonas estratégicas de la ciudad. Datos actualizados de la Alcaldía de Medellín, en marzo de 2025, mencionan que existen al menos 16 puntos críticos en la ciudad, entre ellos sectores de Laureles, Guayabal, La Aguacatala y el Centro. Durante un operativo de 72 horas liderado por el “Sistema Habitante de Calle”, se desmontaron 187 cambuches, se incautaron 28 armas blancas y se compactaron 10 toneladas de residuos. Aunque la intervención permitió la atención básica a unas 500 personas, solo 140 continuaron en proceso de resocialización.

En 2025, 383 personas en situación de calle accedieron a una oferta de 20 cursos del SENA en áreas como panadería, jardinería, confección, pintura e informática. De estos procesos surgieron oportunidades concretas: 34 de los 45 graduados en febrero de 2025 ya contaban con vacantes laborales gracias al apoyo de entidades como el Grupo Éxito, el Jardín Botánico y la Oficina Pública de Empleo del Distrito.
Pese a estos avances, las cifras evidencian que las acciones estatales siguen siendo más reactivas que preventivas. Mientras los operativos de limpieza urbana y los programas de formación representan respuestas importantes, la percepción entre muchos residentes y comerciantes es que las intervenciones carecen de continuidad, profundidad y un enfoque estructural que ataque las causas de raíz.

En medio de esta realidad, el malestar de los vecinos crece. En barrios como El Centro y Guayabal, algunos habitantes señalan el aumento de la inseguridad, el deterioro del espacio público y la falta de acompañamiento estatal como detonantes de una tensión urbana creciente. La presencia de habitantes de la calle no solo plantea desafíos sociales, sino también preguntas incómodas sobre el derecho a la ciudad, la convivencia y el fracaso de los modelos de inclusión.
A través de un recorrido por algunos barrios más afectados y el testimonio tanto de quienes habitan la calle como de quienes la transitan a diario, se intentará comprender cómo se vive y se resiste este fenómeno desde los distintos lados de la ciudad. Porque más allá del número de cambuches desmontados o de personas resocializadas, está la pregunta que Medellín tiene pendiente: ¿qué tan preparada está la ciudad para integrar, y no solo controlar, a su población más excluida?
Voces y rostros del debate sobre la vida en las calles de Medellín



























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