De la puerta hacia afuera: ellos también habitan la calle
- Contexto UPB

- 9 jul
- 6 Min. de lectura
Ana Sofía Araque, Estefanía Hernández, Sara Bastidas / periodico.contexto@upb.edu.co
Pasar por la autopista. Comer en un restaurante. Caminar para la universidad. En general, salir de la casa: de la puerta hacia afuera se ha vuelto difícil no toparse con un habitante en situación de calle en Medellín. El aumento de esta población ya apuntada en las cifras del 2023 que brindó el Concejo de Medellín, es cada vez más evidente en la cotidianidad. A diario, recorrer la ciudad es sinónimo de confirmar y verificar con los propios ojos que esto se salió de las manos ¿culpa de quién?
La Alcaldía de Medellín ha señalado 16 puntos críticos de esta población, entre los cuales están presentes Laureles, Guayabal, La Aguacatala y el Centro. Diversas ubicaciones y diferentes estratos, todos testigos de que en Medellín también la calle está siendo un hogar. Por diferentes motivos, condiciones, vivencias o abusos, algunas personas no han visto otra opción que residir en ella. En “Habitar la calle: voces del pavimento” se exploró la perspectiva de quienes lo viven, los habitantes en situación de calle. Ahora, es el turno de quienes lo atestiguan día a día: los residentes y comerciantes de Medellín. ¿Qué implicaciones tiene este fenómeno para ellos?
Se entiende por residente a quien normalmente habita en una vivienda específica, sea una casa, un apartamento o, en general, una residencia. Por comerciante, quien ofrece bienes o servicios.

Es común pasar por la Avenida Regional y notar la presencia de habitantes en situación de calle a las orillas del río. Foto: Estefanía Hernández
Una de las principales afectaciones para los transeúntes, es el tema de la sanidad. Las necesidades fisiológicas aquejan a todas las personas, sin excepción. Los habitantes en situación de calle, tienen pocas alternativas para atenderlas: algunos baños públicos ubicados en la ciudad, la calle o las zonas verdes. Los desechos fecales y urinarios esparcidos a lo largo de la ciudad por la falta de acceso a servicios básicos, representan una serie de olores desagradables que impregnan a la ya sulfurada tacita de plata.
Adicionalmente, dichos desechos pueden ser transmisores de enfermedades. Por ejemplo, la comida callejera presenta riesgo de adquirir restos de materia sólida que haya en la calle (las heces, luego de un tiempo se deshidratan y se hacen polvo), por ende, los alimentos expuestos se pueden contaminar. Con el ánimo de fortalecer la salud y el espacio público brindando manejo a los residuos fisiológicos, la alcaldía instaló baños públicos dirigidos, sobre todo, a esta población. En diciembre de 2024, ubicó 13 baños públicos nuevos en los puntos de la ciudad donde hay alto tráfico de personas, como la avenida de Greiff, el parque de San Antonio y el Parque de las Luces. No obstante, solo están disponibles de 9 am a 6 pm.
La secretaria de Inclusión Social, Familia y DDHH, Sandra Sánchez expuso durante una intervención en el Concejo de Medellín que un 53,9% de la población en condición de calle se dedica al reciclaje y el 16,4% a la mendicidad. Esta última actividad aqueja a algunos comerciantes de la ciudad, quienes notan que sus clientes, mayormente de restaurantes o locales de alimentos, se incomodan cuando se acerca una persona buscando recolectar monedas o comida.
Es que, en ocasiones, no es solo una persona. Pueden ser hasta tres o cuatro habitantes en situación de calle que, en un periodo de aproximadamente una hora (desde que el cliente se sienta en la mesa hasta que paga su comida y se marcha) se acercan vendiendo dulces. A veces se acercan con niños o bebés. Las opciones para sobrevivir son reducidas. Este es uno de los panoramas en el que se hace más notorio el aumento de personas en condición de calle y en el que, una vez más, se hace más urgente que las entidades públicas tomen acciones de manera integral.
Otra de las necesidades básicas del ser humano es el descanso. Algunos habitantes en situación de calle buscan lugares fijos para dormir, donde puedan instalar un cambuche. Otros, prefieren los corredores de los locales comerciales o alguna calle que tenga techo para no mojarse en caso de lluvia, pues el clima de la ciudad es impredecible.
Para poder abrir el local al público, los comerciantes deben despertar a las personas que estén dormidas afuera y no siempre es un trabajo fácil: cuando se logran dormir después de una noche fría y una acera dura, es entendible el mal humor. Sin embargo, varios habitantes en situación de calle son conscientes que se deben ir temprano y están acostumbrados a que su alarma sea espacio público, quien hace presencia desde el amanecer en los sectores comerciales. A veces, los trabajadores de cada local deben asearlo antes de abrir debido al olor. Esto puede representar un esfuerzo adicional para ellos, quienes ya se cansan lo suficiente con sus labores.

Dentro de estas implicaciones diarias que afrontan los comerciantes y residentes de Medellín, también hay otra situación visible: la falta de pedagogía ciudadana sobre los habitantes de y en calle. Desde palabras inadecuadas y despectivas para referirse a la población hasta actos violentos se han presentado en la ciudad. Una de las causas de este rechazo es la necesidad de mostrar a Medellín como un destino perfecto para turistas, por lo cual se recurre a cerrar los ojos e ignorar este tipo de problemas de salud pública. El aumento y la presencia de personas en condición de calle exige una pedagogía aún más responsable y amplia porque ellos, como usted, son humanos.
Como se mencionó, la falta de concientización y pedagogía puede desencadenar actos violentos. Este año, se han registrado casos de intolerancia frente a esta población. La intolerancia, que es sinónimo de odio, ha causado homicidio. Frente a estas situaciones, el secretario de seguridad Manuel Mejía reconoció en el diario Q´hubo que, efectivamente, “este año (2025) se han presentado casos de intolerancia que rechazamos de plano y es injustificable”. Lo cierto es que se deben tomar medidas urgentes, por un lado, de este tipo de hechos violentos y la falta de pedagogía frente a esta población y, por otro lado, de la situación de habitantes de calle que sigue en aumento.
Tomar acciones por su cuenta no es justificable bajo ningún motivo. A pesar de que este artículo está centrado en Medellín, cabe apuntar que también que en otras ciudades, como Bogotá y Cúcuta se han presentado hasta marzo, 15 asesinatos en 60 días según el Observatorio de Poblaciones Vulnerables del Movimiento Visibles citado en Temblores. Esto indica que, no solo en Medellín es necesario establecer acciones pedagógicas en la comunidad sino a nivel Colombia.
Los comerciantes y los residentes tienen puntos de vista diversos. El periódico Contexto conversó con algunos de ellos en las comunas 10 (La Candelaria) y 15 (Guayabal), dos de los puntos críticos de habitantes en situación de calle según la Alcaldía de Medellín. Hubo opiniones divididas. Unos, recordaban una anécdota, otros hacían evidente su cansancio por la situación y para otros, acostumbrados a habitar con ellos, ya se volvió paisaje. Pero, en definitiva, todos tenían algo por decir porque la situación está ahí, entre las palabras, la ciudad y la calle. Está ante los ojos. Escuche por usted mismo, lector, lo que nos dijeron:
Reconocer que hay más de 7 mil personas en condición de calle en la ciudad y que esto conlleva implicaciones para los residentes y comerciantes es el primer paso para buscar soluciones integrales e incluyentes, porque es una situación que requiere de todos. También, para emprender acciones de pedagogía, que fortalezcan la concientización y la sensibilidad frente a esta población que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad, porque todos son seres humanos. Y, por último, para afirmar que la calle es un derecho. Porque los comerciantes y los residentes, todos, también habitan la calle: la viven, la trabajan y la gozan.

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