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Gentrificación: ¿tan grave como creemos?



La gentrificación ha cobrado relevancia en los últimos meses en Medellín y muchos apuntan a ella como una explicación del aumento en el costo de vida. Estas y otras discusiones en torno a los cambios que ocurren en muchos sectores de Medellín muestran todo lo que falta por entender de este fenómeno, relativamente nuevo en la agenda pública de la ciudad.


Por Camilo Pérez Montoya / camilo.perezm@upb.edu.co



Como un monstruo que se dibuja impreciso sobre la sombra, la gentrificación apareció en la conversación pública de Medellín recientemente. De repente, un término antes poco conocido parecía ser el ideal para nombrar el imprevisto aumento en el costo de la vivienda y de la vida en general. Más aún, los índices del debate en redes apuntaban a nuevos actores en la ecuación: los migrantes.


Así, en los humos de un acalorado debate, el concepto apareció una y otra vez y del mismo modo parece diluirse en la conversación cotidiana, sin saber muy bien a qué se refiere. Porque, a todas estas, ¿Qué es eso de la gentrificación? Escuche algunas respuestas en el siguiente podcast:


Un concepto, cuando menos, complejo

El término viene del inglés. El vocablo gentry, que se empieza a usar en el mundo anglosajón desde el siglo 14, se retoma del francés para referirse a la nobleza, a los de buena familia, los de la alta cuna. Desde la década de 1960, la sociología empieza a hablar del concepto de gentrificación para referirse a los procesos de transformación y renovación en los barrios londinenses que traían consigo el desplazamiento de las clases obreras.


Clemencia Escallón, arquitecta de la Universidad de los Andes y miembro del Observatorio de Vivienda de la misma universidad, asegura que la discusión alrededor de la gentrificación es una cuestión de derechos, el derecho de los habitantes de determinado sector “a una buena localización, derecho a tener acceso a servicios y facilidades urbanas, derecho a estar en un lugar que han construido y en el que tienen un entorno de confianza y de soporte”, precisa Escallón.


El fenómeno del que se habla en Medellín, sin embargo, ha tomado una cara distinta a las acepciones más tradicionales de gentrificación, puesto que la raíz del problema en la ciudad no radica en las renovaciones urbanas que desplazan a los habitantes del sector, sino en un cambio en el uso del suelo o, en palabras más concretas, el aumento del uso de la vivienda turística, fenómeno para el que muchos otros usan el término “turistificación”.


Escallón señala que en el escenario global existen casos parecidos al que, como se alega, se presenta en Medellín. Ciudades como Ámsterdam, Barcelona o París han atravesado procesos similares. En Porto, por ejemplo, “el turismo es violento y estaba pasando que en sectores urbanos en el borde del centro histórico estaban teniendo unas dinámicas terribles. Las personas que estaban en alquiler durante toda su vida en zonas centrales que eran cómodas para el empleo, la movilidad y la empleabilidad se empezaron a ver empujadas y no sabían para dónde irse”, cuenta Escallón y termina señalando que, en casos como este, es la ciudad y la institucionalidad la que debe tomar cartas en el asunto. ¿En qué van los debates sobre vivienda turística y gentrificación en la legislación colombiana?


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La gentrificación no existe como concepto jurídico en Colombia. Sin embargo, para los fenómenos sociales en los que se refleja la gentrificación sí existen leyes que le apuntan a la regulación. Por ejemplo, Maria Alejandra Pérez, abogada de la Universidad de Antioquia con diplomado en Derecho Inmobiliario y Urbanístico, afirma que “hay diferentes situaciones que han llevado a lo que hoy estamos presentando como la disminución de la oferta del mercado de inmuebles para el mercado de arrendamientos”, entre ellas, el uso de la vivienda turística. “No es porque todos los inmuebles ya estén en Airbnb, pero ese sí es parte de si es uno de los factores”, precisa la abogada.


La vivienda urbana en Colombia está regulada por la Ley 820 de 2003, la cual solo rige para arrendamientos mayores a 30 días. Un arrendamiento menor a este tiempo empieza a considerarse como vivienda turística, cuya regulación está estipulada en el Decreto Único Reglamentario del Sector Comercio, Industria y Turismo. La legislación de vivienda turística exige que el arrendatario tenga un registro como operador de turismo expedido por la Cámara de Comercio. Además, si el inmueble es propiedad horizontal, el reglamento de dicha propiedad debe permitir expresamente el arriendo para renta corta.


Respecto a este último requisito, Pérez explica que “hoy en día esa es la parte que difícilmente se cumple ya que es raro que la vivienda turística esté permitida en la propiedad horizontal. Entonces los propietarios lo hacen por debajo y le dicen al administrador que son arriendos de meses, cuando en realidad son de días, y esa es la manera en que se empiezan a saltar la ley”.


El precio de la vivienda urbana, a diferencia del de la turística, solo puede tener un incremento máximo correspondiente al IPC. La vivienda turística, al no tener este tipo de topes, resulta mucho más rentable para los arrendatarios. Incluso, las rentas permanentes se empiezan a ver influenciadas por estas dinámicas del mercado y presentan incrementos por encima de lo permitido. “No creo que estemos ante un fenómeno de gentrificación ya, pero si estamos empezando a ver dinámicas como esta que, de no controlarse, van a llegar a allá”, anota Pérez.


Así, la complejidad legal de la gentrificación radica en que no surge de comportamientos ilegales sino de una tergiversación y aprovechamiento de los vacíos normativos respecto al uso de la vivienda urbana. En busca de evitar dichos comportamientos, el Decreto 1836 de 2021 les exige a los operadores de plataformas electrónicas de servicios turísticos que deberán solicitar a los prestadores, como mínimo, varios datos sobre su actividad económica y entre ellos el número del Registro Nacional de Turismo y, de no tenerlo, los operadores deberán negar o retirar los anuncios de los prestadores.


En sitios como la Comuna 13 se habla de gentrificación. Las famosas escaleras eléctricas son un ejemplo de otro matiz: el de la turistificación, el cambio de las dinámicas territoriales e infraestructuras de uso público hacia usos más orientados al turismo. Foto: Juan José Rios.


Entre el anticolonialismo y la xenofobia

A finales del mes de abril, en redes sociales se popularizó una campaña en contra de la gentrificación. Con carteles pegados en distintos puntos de la ciudad que rezaban “gentrifyer, go home” (vete a casa, gentrificador) o “gentrificación es el nuevo colonialismo”, el video original de la campaña alcanzó las 18 mil reacciones en TikTok y canalizó el sentir que desde semanas anteriores se identificaba en redes sociales. El pico de búsquedas del término gentrificación en Google en Colombia coincide con los días de auge de la campaña.


Detrás de esta manifestación, estuvo Ana María Valle y su equipo. Valle es politóloga de la Universidad Nacional de Colombia y fue secretaria de las Mujeres de la administración de Daniel Quintero. Desde el primer momento, el gesto de Valle y su equipo generó debates en torno a sus verdaderos objetivos en un ambiente preelectoral. Ella sostuvo que la intención era “aprovechar los discursos que se están en redes sociales para crear una conversación alrededor del turismo y las consecuencias de la llegada de nómadas digitales a la ciudad”. El representante a la Cámara por Antioquia Daniel Carvalho, replicó que los discursos políticos que culpaban a los extranjeros de todos los males impiden la proposición de soluciones integrales.


Meses después, los hechos muestran que Valle terminó aspirando al Concejo de Medellín y que la gentrificación y sus signos evidentes son asunto de casi todos los debates y diálogos protagonizados por los candidatos a la Alcaldía de Medellín. Más allá de las agendas electorales, el tema está en discusión.


¿Hay o no hay gentrificación?

La Lonja, gremio del sector inmobiliario en Medellín, asegura que el aumento de los precios de la vivienda en la ciudad responde únicamente a fenómenos de oferta y demanda. “En general, no hemos encontrado crecimientos importantes en la demanda efectiva de vivienda en Medellín o el Valle de Aburrá, por parte de ciudadanos colombianos o extranjeros que impulse los precios de los inmuebles”, respondió el gremio. Por el contrario, señalan que el incremento de los precios está más relacionado con fenómenos como el aumento de la población en la ciudad y la demanda que esto genera.


Por su parte, la Universidad Eafit publicó un análisis académico donde se precisa que la gentrificación ya representa un obstáculo para el acceso a vivienda en el Valle de Aburrá. Para enfrentarlo, se propone que el primer paso para contrarrestar las consecuencias de este proceso es “la creación de un observatorio y [la recolección de] datos rigurosos” que permitan un entendimiento más integral de la problemática y permita tomar acciones sobre ello.


Al respecto, en un debate que tomó lugar en el Concejo de Medellín en el mes de abril, la directora de Planeación Distrital, Jasblleidy Pirazán, aceptó que la falta de acciones por parte de la administración distrital para enfrentar la gentrificación se debe a la falta de datos actualizados que permitan comprender su dimensión. En el mismo debate, los citantes Jaime Cuartas y Aura Arcila reconocieron los beneficios del auge turístico en la ciudad al mismo tiempo que relacionaron el mismo con la turistificación y el desplazamiento de los habitantes locales que esta conlleva.


Aun así, en los anteriores puntos de vista parece haber un lugar común: la gentrificación es una situación de vieja data y hace parte de las dinámicas naturales de cualquier ciudad. Clemencia Escallón aconseja que “la ciudad hay que mirarla con mucho cuidado. No hay que no hay que estigmatizar ningún proceso sino reconocerlo y, en la medida de lo posible, entenderlo para ver qué es lo que hay que hacer”.


El debate alrededor de este fenómeno, entonces, parece indicar que está alejado de los extremos. Según los expertos, comprender la gentrificación es el primer paso para afrontarla y evitar posibles consecuencias mayores como el desplazamiento masivo de habitantes de determinado sector o una crisis en la oferta de vivienda en la ciudad.


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