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Las transformaciones de la Medellín rural: URBANIZACIÓN SIN CIUDAD

Todos alguna vez hemos visto un mapa de Medellín, ese croquis que parece sin forma, pero que en las dinámicas cotidianas cobra sentido. La cabecera urbana de la ciudad se encuentra entre cinco corregimientos: Santa Elena al oriente y San Cristóbal, Altavista, San Sebastián de Palmitas y San Antonio de Prado al occidente, como una protección verde —del doble de su tamaño— a sus costados, mientras lo urbano continúa en Bello, Itagüí y Envigado. Sin embargo, la urbanización de Medellín no solo se ha limitado a la centralidad o a sus fronteras con otros municipios.


Daniela Morales Medina, egresada de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo; Estefanía Cardona Espejo, Juliana Duque Cardona, Liceth Torres y Daniela Uribe Naranjo, estudiantes de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo.


Desde hace más de 50 años la forma de habitar el campo ha cambiado y, sobre todo, en Medellín. La idiosincrasia de la ruralidad en los centros poblados corregimentales y sus veredas se ha transformado en función de las nuevas posibilidades económicas que ofrece el desarrollo urbanístico. Para la coordinadora de la maestría en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana, Diana Álvarez, “quizá el cambio más estructural en estos territorios sea la interpretación del suelo con valor de uso, propio de las economías agrícolas/solidarias, a un suelo con valor de cambio, propio de las economías de la sociedad industrial/capitalista”.


La canalización de la quebrada de Santa Elena, la construcción del Metro de Medellín con sus intervenciones en el Tranvía de Ayacucho, el Túnel de Occidente y los metrocables de Santo Domingo, además del proyecto de Parques Bibliotecas en los corregimientos, han sido solo algunos de los tantos hitos en los que la ciudad ha conversado con la ruralidad de sus periferias, convirtiéndolas en receptoras de grandes poblaciones. Sin embargo, según Nelson Agudelo, magíster en Urbanismo, el actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad no tuvo previsto este fenómeno.


Por el contrario, el modelo de ciudad propuesto en el POT del 2014 de Medellín se basó en la premisa de “crecer hacia adentro”, planteamiento que consiste en renovar todas las zonas y suelos subdesarrollados que no están generando grandes garantías para la ciudad, buscando convertirlos en espacios de vivienda. Incluso, de acuerdo con el arquitecto, la Administración municipal escasamente ha cumplido con el 30 % o 40 % del POT del 2014.


Para Gloria Patricia Zuluaga, docente de Desarrollo Rural de la Universidad Nacional, una de las principales causas de esta problemática es la especulación urbana que genera el aumento acelerado de la población. Explica que, en parte, sí existe un fenómeno natural de migración de ciudadanos de diferentes partes de Antioquia, Colombia y otros países a Medellín, pero según la magíster, las parcelaciones y venta de lotes en los corregimientos han comenzado un incremento en el costo de vida y el comercio de los lugares. Lo anterior, no solo ha cambiado radicalmente las condiciones de vida de los habitantes rurales, sino también de los citadinos. Por ejemplo, históricamente, todos los corregimientos de Medellín han sido despensas agrícolas, cárnicas y lácteas del Valle de Aburrá, pero esta actividad se ha reducido y reemplazado por priorizar el aumento de los comercios, zonas de descanso y entretenimiento, lo que implica un riesgo en la seguridad alimentaria de toda la ciudad.


No obstante, el ciclo no finaliza ahí. Según la docente, cuando los residentes urbanos de Medellín, “saturados y cansados de las denominadas disfunciones urbanas como el tráfico, la contaminación y la inseguridad”, deciden irse a vivir al campo, se mudan de residencia, pero no de actividad económica. No hacen el cambio porque quieran ejercer la agricultura, sino porque quieren ambientes de naturaleza para descansar. Aquí es cuando comienza, en palabras de Zuluaga, una "urbanización sin ciudad”.


Nuevas obras de infraestructura, valorización de predios, tributos más costosos y servicios públicos más altos son algunos de los cambios que ha generado la subdivisión predial. Es decir, una autorización previa para dividir materialmente uno o varios predios ubicados en suelo rural, en los territorios, y que se ha manifestado en el desplazamiento de familias campesinas, disfunciones en la seguridad alimentaria y aumento en la huella ambiental de la ciudad. Sin embargo, es importante conocer cómo han vivido estas transformaciones los habitantes de cada zona.


En la siguiente infografía, haga un recorrido por el panorama de las transformaciones en cada uno de los corregimientos de Medellín:


Retratos de una ciudad viva… y que hay que cuidar


Desde Santa Elena (foto: Manuel Theo Dover Polanía) se ve la ciudad creciendo por las laderas del Oriente y Occidente. En Altavista, las huertas escolares son una apuesta por la preservación de las tradiciones y la seguridad alimentaria (foto: Marisol Garcés). En San Antonio de Prado (foto: Álex Betancur), las viejas edificaciones contrastan con las construcciones para más personas en el mismo espacio. En San Cristóbal (foto: Daniela Uribe), desde hace años el tráfico vehicular es parte de la vida cotidiana, llena de contrastes con la historia campesina.



Las ciudades son territorios vivos. Para la muestra, vemos a una Medellín que sigue creciendo y cambiando. El proceso de transformación urbanística que atraviesa la capital antioqueña nos impacta a todos los que la habitamos, incluidos aquellos que por décadas han ocupado las tierras que cultivaron y cuidaron, como nuestros antepasados. Las raíces campesinas y arrieras de los habitantes de los corregimientos de Medellín peligran ante el acelerado crecimiento de las construcciones.


Como explica Nelson Agudelo, Medellín tiene el espacio, un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y estudios de capacidad de soporte poblacional, pero no hay regulación por parte de la administración municipal. Según el experto, la ciudad tiene la capacidad de abrir espacios adecuados en el interior del valle para recibir a las personas, pero no está pasando.


La situación actual de la población de los corregimientos es un reto, una invitación para que Medellín, como manifestó Gloria Patricia Zuluaga, se vea y se proyecte en toda su municipalidad. Además, que piense más allá de su núcleo urbano, articulando cada uno de los corregimientos como parte fundamental de un desarrollo sostenible Una ciudad que pueda seguir creciendo, pero cuidando su ruralidad y a sus campesinos.

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