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La Pascasia, un sueño colectivo de cuatro pisos

Foto del escritor: Contexto UPBContexto UPB

Ana Sofía Araque Paneso / ana.araque@upb.edu.co


Así como sucede con las personas, los espacios también evolucionan, crecen y se transforman. Se transforman para ser testigos de las ocurrencias humanas y de sus nuevos objetivos. Aunque los cambios traen nostalgia, cuando se observan los resultados de un sueño materializado, el nuevo entorno cobra un sentido de pertenencia y La Pascasia, la casa cultural de la corporación Común y Corriente, es un ejemplo de ello.


La historia de La Pascasia

Antes de que existiera la casa, primero estaba una empresa sin ánimo de lucro llamada Común y Corriente que fue la que buscó construir un espacio como centro cultural. La idea nació de unos amigos músicos que querían tener un espacio para hacer conciertos y porque en su momento se identificó que sería bueno tener un espacio independiente para ellos y otros artistas. A su vez, se buscaba un espacio que juntara diferentes disciplinas artísticas como la música, la literatura o las artes plásticas; y se generara un diálogo entre ellas. Jaime Suárez, uno de los corporados explicó que “Común y Corriente es una corporación de artistas que desarrolla proyectos artísticos y culturales que intentan derivarse en un beneficio para la sociedad; ya sea que los artistas tengan unas mejores posibilidades de compartir su trabajo de creación o que los proyectos lleguen al público adecuado en el que se dé un espacio de reflexión”.  


Así pues, el nacimiento del centro cultural, en el 2016, tomó fuerza cuando se instalaron en una casa del centro de Medellín. La adecuaron de acuerdo con sus necesidades y el grupo de amigos, que se conocieron estudiando música, se amplía y se convierten en los 10 corporados de Común y Corriente. El lugar, entonces, recibió el nombre de La Pascasia y pasó de ser el hogar tradicional y antioqueño de una familia que vivió durante varias generaciones allí, a convertirse en una casa cultural; pues, además de los conciertos, se incorporó una galería, un teatro, un café y oficinas para sus creadores.


Juan Felipe Restrepo Cano, un estudiante de periodismo que fue testigo de la magia de La Pascasia desde sus inicios, contó que era una casa patrimonial del centro que con el tiempo fue mutando. “Cuando entrabas, lo primero que te encontrabas era un patio central donde transcurría todo. Un patio que tenía un árbol en la mitad donde había unas especies de muros simulando el corredor de una casa campesina… entrar a esa casa era como olvidarse un poco de que estabas en una ciudad”. 


Patio central de la sede antigua de La Pascasia. Foto: Juan Felipe Restrepo.


 La Pascasia recibió su nombre debido a que se encontraba ubicada en la carrera Pascasio Uribe en la comuna 10, La Candelaria; y durante siete años los corporados y el público se encontraron allí nutriendo la casa de lecturas, conversaciones, bailes y exposiciones. Jaime Suárez expresó que el tener este proyecto en el centro era muy importante porque permitía tener conexión a todo su ecosistema cultural y aportar más a eso. Incluso Restrepo confirmó lo dicho por el corporado al haber mencionado que: “Cuando eran los días de orquesta, uno llegaba a allá y a veces no se podía entrar; la fila llegaba hasta las torres de Bomboná de gente esperando a que a alguien le diera por salir. Eso hablaba mucho de lo que se convertía La Pascasia en Medellín”. 


Un día de orquesta en la sede antigua. Foto: Juan Felipe Restrepo.


¡Hora de mudarse!

Para 2022, la Corporación consideraba pertinente tener un espacio más grande, que les permitiera incorporar más elementos a su centro cultural, así que ese mismo año empieza la compra de un lugar mucho más amplio a solo dos cuadras de la sede original, diagonal al teatro Matacandelas. Se trata de un edificio de cuatro pisos que antes era un club-sauna gay llamado El Club de Tobi y que, por las circunstancias de la pandemia, cerró en el 2020.


El anuncio oficial de su traslado fue el 22 de julio del 2023, que también contenía la noticia sobre la ayuda económica necesaria para iniciar la remodelación del edificio. Para eso, todos los que quisieran ayudar a que La Pascasia cumpliera un sueño más, podían hacerlo con $20.000. En su página web, para explicar su situación al público, mencionaron que "para hacer tantas ociosidades se necesitan muchos holgazanes. Sí, no fue fácil, pero logramos conseguirlos, y ahora somos muchos. Más aún, cuando consideramos que usted también es uno de nosotros”. El pedido fue bien recibido y para el 10 de octubre de 2023, comenzaron la remodelación y anunciaron que el nuevo edificio de La Pascasia, además de contar con galería, restaurante y una nueva librería, da cabida a proyectos de artistas visuales, músicos, colectivos audiovisuales y periodísticos. Con esfuerzo y manos a la obra, el 17 de febrero de 2024 hicieron oficialmente su apertura.


Al respecto del traslado, el corporado Jaime Suárez dijo de manera segura y con orgullo que: “El tránsito hasta acá no fue inmediato, pero ahora lo más importante es que en este nuevo lugar no solamente nos están visitando las personas que están desde la casa anterior, sino que también veo muchas caras nuevas...lo que hace el proyecto es la gente, entonces yo creo que aquí estamos bien”. 


Adentro de la nueva Pascasia

Durante el día, cuando se llega a la calle 47, es inevitable observar el edificio, pues logra distinguirse de los demás. Su color verde esmeralda con toques de rosado que bordean sus ventanas hace que quienes pasen por allí, incluso inmersos en sus propios mundos, alcen la cabeza y contemplen la vida del edificio en su calle. 



<< Edificio La Pascasia. Foto: Ana Sofía Araque Panesso


Al acercarse a la puerta, por sus rejas se deja entrever un pasillo largo. Al principio es oscuro, pero, a la mitad del recorrido la luz del sol lo deja ver con claridad. Al llegar en la mañana, cuando el público no está mirando, cuando el espectáculo aún no empieza, se siente una atmósfera tranquila y agradable. Al avanzar por el pasillo, lo primero que se ve es un jardín y, al mirar al techo, se puede ver todos los pisos junto con unas pinturas que complementan la decoración. El lugar huele a nuevo por todas partes, la pintura fresca, la madera, la luces; todo se observa en perfectas condiciones. Al lado del jardín esta la librería, un espacio silencioso y propicio para la concentración y desconexión con el ruido de la ciudad.


 

 

 

 

 

Librería de La Pascasia. Foto: Ana Sofía Araque Panesso.


Siguiendo el recorrido natural que propone el lugar, la luces se tornan rojas; inmediatamente el ambiente cambia: así sea de día, una energía nocturna empieza a emerger. Se encuentran los comedores estilo vintage con más pinturas que hacen parte no solo de la decoración, sino que son piezas exposición y se ofrecen al mejor postor; al lado hay un bar. Los trabajadores están, cada uno, inmersos en sus deberes; preparando todo para la hora del almuerzo y el evento en la noche.  


El comedor y la barra están concebidos como puntos de encuentro para los visitantes y no solo como dotaciones del lugar.

Fotos: Ana Sofía Araque.


 Una vez terminado el pasillo, la visión panorámica se amplía. Se trata del lugar donde se desarrollan los eventos, así que es un salón que cuenta con un espacio en forma de rectángulo destinado para el público y al fondo una tarima. Una vez ahí, se pueden ver los detalles: el telón, el jardín que hay detrás y los instrumentos puestos en su lugar a la espera de los intérpretes que les saquen las mejores notas. 


El escenario de La Pascasia acoge una amplia gama de géneros musicales. Foto tomada por: Ana Sofía Araque Panesso.


Un espacio para compartir el arte

En la red de trabajo de La Pascasia está Mateo López, el Community Manager. Él explicó que el tener un edificio permitía que los enfoques de la Corporación se vieran más en cuanto al espacio que tiene cada uno; no solo La Pascasia como centro cultural, sino toda la organización: el sello de Música Corriente, el sello editorial Verso Libre y la galería de arte Un Ojo Común. También, aclaró que el lugar no sólo sirve para los proyectos propios de la corporación, sino que cuenta con espacios para alquilar, ya sea para eventos, actividades académicas o reuniones empresariales. Incluso, existen entidades que se encuentran allí; como la tienda de discos Surco Récords, la oficina del portal El Armadillo, dos productoras audiovisuales llamadas Mamut y Rara, un estudio de música y dos artistas plásticos independientes. Mateo, también aclaró que para conseguir el edificio fue necesario la ayuda del público, pero no fue la única fuente de apoyo. Ayudaron empresas como Confiar, Comfama, SURA, el teatro Matacandelas, entre otras más.


Dentro de los planes a futuro, el corporado Jaime Suárez reconoce que falta mucho, pero tiene claros los objetivos a mediano plazo. “Estamos en el proceso de tener un auditorio multipropósito, es decir que se pueda tener desde conciertos hasta conversaciones o proyecciones de cine; y tener la galería de arte. Ahora hay una muestra pequeña, pero no es la manera en la que nosotros hacemos exposiciones. También se está buscando crear los medios para que todas las personas, incluyendo a las que tienen movilidad reducida, sean bienvenidas a recorrer todo el lugar”. 


El objetivo es que La Pascasia sea considerado un espacio para el arte y que el centro de Medellín cuente con un lugar dispuesto a compartirla. Como lo dice la misma corporación: “Casa que, aunque actúa como sede de los artistas de la corporación Común y Corriente, obra en trance de la generosidad de todo aquel que crea un mundo propio con el deseo de compartirlo”.




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