El problema de las ratas
Muchas zonas de Medellín enfrentan el reto de controlar el flujo de roedores. Los riesgos van, desde encontrarlos por el camino, hasta una enfermedad de la cual hubo varios casos en los últimos años. Este es un alcance de los problemas con la basura en la que era llamada “Tacita de plata”.
Juan José Yath Granados / juan.granadosg@upb.edu.co*
El problema está hecho de ciclos que se repiten en cada rincón de Medellín, mala disposición de residuos genera presencia de vectores, como las ratas, que agravan la presencia de residuos, los cuales siguen llegando porque se considera que, por la presencia de los animales, estos sitios están en abandono. Dibujo: Juan José Yath
Encontrarse una rata al caminar por algún anden de Medellín se ha vuelto tan usual como las historias de personas afectadas por esta situación. Aparecen así casos como el de Lina Rodríguez, quien atiende en un pequeño quiosco de surtidos al lado de la estación Exposiciones. Ella contó que una vez un grupo de estos animales llegó hasta su negocio: “No más en estos días que fue festivo me dañaron todo el surtido. Yo no sé por dónde se metió una rata y se dio la gran vida en mi chuzo”, dijo la mujer. Cerca de donde estaba parada hay un hueco en medio de las baldosas y ahí se pueden ver estos roedores por la noche.
Otro ejemplo es en el Parque de El Poblado, donde los roedores también esperan a que oscurezca para salir de sus madrigueras. No hace falta tener una vista aguda para notar sus cuerpos pasar de una jardinera a otra. Cualquier persona sentada en un banquillo estaría tranquila sin saber que una rata pudo estar a solo centímetros de su lugar.
Tener el disgusto de ver una rata mientras uno disfruta del paisaje o come algo acaba siendo el menor de los problemas. Estos animalitos son potenciales propagadores de un mal llamado leptospirosis, que causa infecciones letales en el hígado, los riñones o el corazón, según la organización Centros para el Control y la Prevención de enfermedades (CDC). Lo que provoca esta enfermedad es una bacteria que se llama Leptospira, que no es muy conocida por la gente en general, en parte, porque los síntomas son parecidos a los del dengue y ciertos tipos de fiebres. En Medellín se han reportado varios casos en los últimos años. Durante la pandemia tuvo una disminución en afectados para luego repuntar en 2021, y llegó al pico en 2022. Si bien los datos de enero y febrero de 2023 parecen prometer una disminución de registros, como se puede ver en la siguiente tabla, el riesgo continúa.
Las cifras preliminares de la Alcaldía de Medellín muestran un incremento en los casos de leptospirosis en la ciudad.
Es inevitable hablar de la denominación de “Tacita de plata” que todavía permanece en las añoranzas de muchas personas en Medellín. Sin embargo, ¿hubo realmente una época en que le quedara bien esa denominación? Iván López, profesor de Historia en la Universidad Pontificia Bolivariana, considera que se trata más de un mito debido a que la ciudad siempre ha lidiado con problemas de salubridad más allá de los roedores.
Los textos que cuentan el pasado de esta región destacan los aportes del movimiento higienista al abogar por un territorio con buenas condiciones de aseo para sus habitantes. Además, la Sociedad de Mejoras Públicas impulsó la cultura del civismo desde inicios del siglo pasado. Este aspecto se volvió característico de Medellín y ayudó a inculcarle a la población el cuidado de las zonas públicas, pero las contribuciones no fueron iguales en cada barrio. Los libros también registran lo que pasó en Moravia, que fue un basurero hasta la creación del relleno sanitario en los 80. Algunos lugares donde todavía se acumula basura recuerdan los antecedentes de este barrio.
Así se ven las madrigueras en las que viven las ratas. En uno de los sitios visitados pos Contexto, se estimó 47 de estas en solo 35 metros cuadrados de área. Foto: Juan José Yath.
Tras la cola de la rata
En la actualidad la Secretaría de Salud implementa una campaña para controlar la cantidad de roedores en las calles. Cualquier persona que use una zona pública con presencia de ratas puede solicitar que una brigada revise el lugar. En una de estas jornadas, uno de estos grupos se dirigió a Manrique para atender una llamada. El sitio era un pequeño punto verde en medio de un cruce de carriles. El personal llegó y revisó las posibles partes donde estos animales podían hacer su refugio. Jorge Alberto Vélez, un veterinario que trabaja para la Alcaldía, echó un vistazo a la zona y concluyó que en los 35 metros cuadrados que más o menos conformaban el espacio había 47 madrigueras.
En las jornadas de inspección, las brigadas ubican veneno en los agujeros que pueden servir de resguardo para las ratas. Para ello, usan una sustancia llamada Ratunet. Un solo gramo de este químico podría matar a un roedor grande que lo consuma, según Vélez. Los cadáveres de animales que quedan a la intemperie son recogidos luego por trabajadores de Emvarias y los que permanecen en las madrigueras se deben dejar descomponiéndose ahí mismo por el riesgo de infección que puede haber en quien los retire, explicó Cindy Castañeda, otra integrante de la brigada.
Los operativos para examinar y poner veneno en las zonas afectadas buscan exterminar la mayor parte de roedores para mantener a raya la población. En casos como los del Parque Belén, la gente que pasa mucho tiempo ahí reconoce las mejoras en el control de la plaga. Ovidio Cano tiene un pequeño puesto de dulces cerca del parque y resalta el logro: “Aquí pasaban las ratas como un verraco. Ya no, ya las ratas no se volvieron a ver aquí. Ya en la quebrada, es otro negocio muy distinto”.
En efecto, uno puede llegar al parque de noche y a duras penas ver una rata por las jardineras, pero el panorama cambia al avanzar. La razón se debe de hecho a uno de los más importantes factores ligados al problema de los roedores en Medellín: la basura. Castañeda afirma que esta relación se da porque los desechos, sobre todo orgánicos, significan una buena fuente de alimentos para que las ratas prosperen y se proliferen. Es por eso que, llegando hasta una canalización cercana al parque, la plaga emerge de la oscuridad cuando algún vecino tira una bolsa de residuos. El cúmulo de desperdicios está justo al lado de la matera de madera donde hicieron sus hoyos de refugio junto a las matas. Es cuestión de solo desplazarse unos pasos para observar el grupo de al menos cuatro que revisa las cosas nuevas que alguien arrojó.
Este ciclo se repite en miles de rincones en Medellín, incluso en zonas donde se pensaría que el concreto hace más difícil que se construyan madrigueras, como se pudo ver en una zona de Prado Centro, donde a simple vista se pudo reconocer seis madrigueras, en un pequeño espacio. Cerca de los sitios revisados siempre se hallaban además bolsas de residuos acumuladas. La situación empeora cuando pasan personas que abren y hurgan los bultos de basura para luego dejar los desechos tirados en el suelo.
La acumulación de desperdicios se debe en parte a quienes los sacan a horas en que no pasan los carros recolectores, explicó el contralor auxiliar ambiental de Medellín, Carlos Enrique Henao. Esto hace que las sobras pasen más tiempo expuestas a que los roedores las rebusquen. En un recorrido por La 70 y Suramericana se puede ver que algunos establecimientos de comida los que más incurren en la mala disposición de residuos, paradójicamente los más vulnerables a los efectos de la proliferación de ratas y otros vectores. Es por eso que las brigadas también hacen charlas de educación sobre el manejo adecuado de los residuos en los barrios.
Cindy Castañeda reveló que en aquellos lugares donde tiene éxito la pedagogía, el número de solicitudes para poner veneno disminuye, comentó Castañeda. Así las cosas, la solución al problema de las ratas está primero en el comportamiento de los humanos.
Desafortunadamente, paisajes como estos son comunes en las calles de la ciudad. Especialmente en ellos se ven las intervenciones de las brigadas que con venenos como el de los cubos azules de la imagen, intervienen para diezmar la población de ratas. Fotos: Juan José Yath.
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*Estudiante del programa de Estudios Literarios. Este trabajo es resultado del Semillero de Periodismo Urbano, orientado por el profesor Juan Esteban Mejía Upegui.
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