top of page
  • Sara Vélez Guerra, Samuel Londoño, Susana Katich

Confinamiento mayor: entre el aislamiento y el olvido

La vida en los centros de bienestar para adultos mayores durante el confinamiento por el nuevo coronavirus no ha sido precisamente agradable. A pesar de los esfuerzos de algunos cuidadores por sobrellevar la situación con alegría, algunos centros de este tipo luchan por sobrevivir en medio de la pandemia en medio de un mayor nivel de riesgos y diversas formas de olvido, que no distinguen condición social.


El inicio de una nueva forma de confinamiento "inteligente" incluye el anuncio de que los adultos mayores seguirán obligados a permanecer aislados. Cuidados especiales, explican algunos; un atropello al libre albedrío de los que precisamente son más expertos, opinan otros. El debate sobre la situación de estas personas durante la pandemia se avivó con las imágenes de un anciano vendedor callejero, detenido en las calles de Bogotá, en un procedimiento de fuerza desproporcionada, como lo sostuvieron la alcaldesa Claudia López y el comandante de la Policía Metropolitana. El cuidado de los adultos mayores ha sido un elemento clave de la emergencia sanitaria en varios países y en nuestro país está compuesto de facetas diferentes que muestran el impacto social de la llegada del virus.


Descuido mundial



<< Un hogar geriátrico en Quebec se convirtió en triste ejemplo de los riesgos de abandono de los adultos mayores en la pandemia. Foto: Radio Canada.


Cifras oficiales citadas por la BBC, indican que en España se cuentan por docenas las muertes en las residencias para adultos mayores, muchos de los cuales se encuentran en condiciones deplorables, como se pudo constatar en abril pasado durante inspecciones de la Unidad Militar de Emergencias (UME) cuando acudía a desinfectar uno de los asilos y encontró cadáveres de algunos ancianos abandonados en las camas del lugar, mientras los demás residentes se encontraban conviviendo con los cuerpos.


Los hogares geriátricos ya no dan abasto, de hecho, durante el mes de abril, uno de cada tres muertos a causa de coronavirus en España, vivía en un centro de este tipo. Por todo esto, las autoridades, aseguran que están haciendo todo lo posible para asistir estos lugares, no solo para desinfectarlos, sino también para brindarles implementos médicos.


En el ancianato Herron en Quebec, encontraron a 31 adultos mayores muertos en los primeros días de la emergencia por la Covid-19. Según el diario Montreal Gazette, los funcionarios de entidades sanitarias gubernamentales que participaron en el rescate encontraron pacientes que parecían no haber sido alimentados en varios días, pañales llenos de excremento y enfermos en el piso. De estos 31 casos, se confirmaron 5 muertes por coronavirus.


Un pequeño hogar para ancianos llamado Centro de Cuidados de la Vida, de Kirkland, en el Estado de Washington, se convirtió en un foco de propagación cuando el virus comenzaba a esparcirse por Estados Unidos: en las últimas semanas de febrero el establecimiento reportó mediante llamadas al 911 que estaba siendo golpeado por otra gripe.


Los equipos médicos fueron enviados como se hace de manera rutinaria, pero lo que no sabían, es que estaban ante casos de Covid-19 que ocasionaron que, en pocos días, docenas de personas en este pequeño suburbio de Seattle entraran en cuarentena, incluyendo estudiantes universitarios, policías y bomberos.


Italia es uno de los países en peor estado a causa de la Covid-19, los ancianatos tuvieron que cerrar sus puertas, enfermeros y asistentes médicos tuvieron que recluirse con sus pacientes para protegerlos a ellos, a sí mismos y a sus familias.


Zlatka Vargova-Carai, residente de Roma que internó a su tía en Cagliari Casa di Riposo, en la isla Cerdeña. Afirmó que “en las casas de reposo se come, duerme (tanto el personal que solo sale para abastecer el lugar, como los residentes) y se paga la mensualidad”, sin embargo, afirma que el gobierno “no ha cerrado las visitas familiares a tiempo, por lo que, lograron entrar muchos portadores del virus a estos establecimientos, causando la muerte de muchísimos ancianos de adentro”.


Vargova - Carai afirma también que, en el caso del ancianato de su tía y unos que otros asilos italianos, “han cerrado a tiempo las visitas familiares, además de que entre pacientes tampoco pueden visitarse, por lo que,algunos como su tía que se encuentra en privado, están muy bien porque tienen jardines y parques: están bien, pero sin visitas”.


Los refuerzos en Colombia


Colombia cuenta con diferentes iniciativas para la protección del adulto mayor. De acuerdo con el Fondo de Solidaridad Pensional (FSP), “El Programa de Protección Social al Adulto Mayor “Colombia Mayor”, busca aumentar la protección a los adultos mayores que se encuentran desamparados, que no cuentan con una pensión o viven en la indigencia o en la extrema pobreza; por medio de la entrega de un subsidio económico”. EL FSP, vinculado al Ministerio de Trabajo, cuenta con el principal objetivo de destinar subsidios a grupos de poblaciones sin acceso a los Sistemas de Seguridad Social por sus condiciones económicas.


No obstante, los hogares y centros de cuidado para la vejez no hacen parte del programa puesto que no pueden ser tratados como particulares y las personas que se encuentran internadas, se enfrentan con los retos de la soledad al no poder ver a sus familias y del abandono gubernamental al no ser tenidos en cuenta en medio de una pandemia que los pone en un riesgo mayor que al resto de la población.


Según el censo realizado por el DANE en 2018, en Colombia hay 48.258.494 personas aproximadamente, de las cuales 329.093 habitan en Lugares Especiales de Alojamiento (LEA) como cárceles, asilos, entre otros. 9.1% tienen 65 años o más, lo que genera una gran necesidad de protección a los LEA y al porcentaje de adultos mayores que habitan en estos hogares.


Antioquia y el reto de salud física y mental


Las comodidades de recintos como el Refugio Bernarda Uribe de Restrepo en Envigado son un complemento de la compañía que necesitan las personas mayores. Foto: Refugio Bernarda Uribe de Restrepo.


En la comodidad de un complejo para seniors o en la austeridad de un hogar auspiciados con dineros de los gobiernos locales, el aislamiento va haciendo mella. Las estrictas medidas que, al menos hasta fines de abril mantuvieron a raya el virus en estos lugares, también aumentan la soledad.


El Hogar Girasol en San Antonio de Prado, Antioquia, es uno de los de los 1.216 hogares para ancianos en Colombia que se vio obligado a tomar medidas preventivas debido a la llegada de la Covid-19 al país: la restricción de visitas y el refuerzo en la limpieza fueron unas de las primeras prevenciones que tomó el establecimiento con el comienzo del aislamiento preventivo decretado por el Gobierno.


A pesar de los esfuerzos, muchos ancianos, al ver que sus familias ya no los visitaban, se desesperaron, incluso algunos se tornaron violentos; tenían días en los que su estado de ánimo se vio afectado por el hecho de no poder ver a sus seres queridos, no entendían qué estaba sucediendo y fue por medio de las noticias que comprendieron que se trataba de un nuevo virus exportado y que la tasa de mortalidad en los adultos mayores era más alta, por lo que terminaron cediendo.


Gracias a las distracciones que les brindan las trabajadoras del asilo, los adultos del Hogar Girasol han logrado entretenerse para no generar estrés y depresión como consecuencia de la situación. Con el confinamiento se suspendieron muchas de las actividades que se realizaban con frecuencia, como las visitas domiciliarias de los médicos, actividades con los voluntarios y religiosas que ofrecían la comunión cada 8 días, con las enfermeras y auxiliares, se han visto obligadas a realizar turnos de 12 y 24 horas, cuando antes laboraban normalmente en turnos de 8 horas.


Sin embargo, económicamente el hogar ha tenido inconvenientes debido al incumplimiento de los pagos por parte de las personas encargadas de los ancianos y el aumento en el precio en algunos productos de comida, implementos de limpieza y medicamentos que son necesarios para el tipo de labor que desempeñan. “No obstante, la institución logra sostenerse pagando los gastos básicos a medida que ingresa dinero y tratando en lo posible de no acumular gastos de un mes para él otro”, aseguró Estella Montaño Acevedo, gerontóloga y directora del Hogar Girasol. Las principales causas de atraso en los pagos por parte de los familiares de los internos, se debe a que algunos de los acudientes toman el dinero de la pensión de los abuelos y lo utilizan para cubrir sus gastos personales, dejando en último lugar las necesidades del usuario que reside en la institución.


Mientras tanto, en el Refugio Bernarda Uribe Restrepo de Envigado, se vive una situación muy similar a la del Hogar Girasol, con la única diferencia de que los ancianos solo salen de sus habitaciones al restaurante para comer y dar un paseo al día por el establecimiento, todo esto con el distanciamiento adecuado para evitar contagio. Los únicos que tienen autorizado salir del asilo son los miembros del personal médico, que lo hacen para abastecerse tanto de comida, como de medicamentos. Los habitantes de este refugio se comunican con sus familiares mediante videollamadas desde dispositivos brindados por los trabajadores del lugar.


El Ancianato Nazareth en Sabaneta, el cual se hace cargo del cuidado de 57 abuelos, es uno de los muchos centros de bienestar en Antioquia que se vio obligado a suspender sus actividades y el ingreso de personas externas al hogar. La jefa de enfermería Girlesa Quintero, aseguró que “los adultos mayores que se encuentran en el establecimiento son conscientes de lo que estamos viviendo y lo han sabido llevar de muy buena manera”. Los 22 trabajadores que se encuentran laborando estuvieron internos el primer mes del confinamiento obligatorio; entre estos se encuentran practicantes, enfermeras, terapeutas físicos, nutricionistas, cocineras y personal de servicios generales. Para abastecerse, el establecimiento pide los alimentos a domicilio y los desinfectan en la portería, la medicina de los abuelos corresponde llevarla al centro la respectiva EPS de cada uno.


Los residentes de Senior’s Club San Lucas, en Medellín, se han visto obligados a permanecer encerrados en sus apartamentos desde que el establecimiento comenzó a tomar las medidas decretadas por el Gobierno Nacional en la semana del 15 de marzo. “La residencia nos mandó un comunicado en donde nos informaban que no podíamos salir y que muchas de las zonas comunes quedaban cerradas hasta nuevo aviso, además debemos mantener una distancia prudente y no podemos realizar visitas entre los que vivimos acá”, comenta Consuelo Peláez, habitante de este centro de bienestar, un complejo de apartamentos en los que se encuentran aislados sus habitantes desde el inicio del confinamiento.


El Club ha buscado la manera de seguir atendiendo y ayudando a sus adultos mayores, por lo que servicios básicos de restaurante y enfermería siguen laborando, incluso a algunos de sus trabajadores les fueron cedidos apartamentos para residir de manera temporal y evitar el riesgo de contagio. Consuelo, en la comodidad solitaria de su apartamento, busca distraerse de diversas maneras, como, por ejemplo, cocinar, escuchar música, tejer, limpiar y desempolvar, hablar con sus amigas y familiares por teléfono y con sus vecinas desde el balcón o la puerta de su hogar.


La Política Colombiana de Envejecimiento Humano y Vejez afirma que “las políticas públicas orientadas a garantizar un envejecimiento activo buscan promover condiciones que permitan a las personas tener una vida larga, satisfactoria y saludable”. Sin duda, la emergencia sanitaria ha puesto a prueba este propósito mientras la vida que hoy llevan los adultos mayores es un recordatorio de que la gestión de servicios de salud no es solamente evitar el contagio de la Covid-19.




Publicaciones recientes
Archivo
Buscar por etiqueta
¡Comparte este contenido en tus redes sociales!
bottom of page