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  • Laura Daniela Wagner Arenas /

La política para las mujeres CASA DE ESQUINA: NI LA COMPRES, NI LA VIVAS

El poder de decisión, todo lo que nos define, la capacidad de acción, un frente del desarrollo... hay quienes les gusta definirla así y, a pesar de todo, las palabras quedan cortas para ella. Relegada, prohibida y culpabilizada; para nosotras, las mujeres, la política siempre ha sido como una casa de esquina.


Ningún hombre retrocede

Sentada detrás de una mesa blanca en la oficina de maestros de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana, Dora Cecilia Saldarriaga Grisales, excoordinadora del Observatorio de Género de la institución y candidata al Concejo de Medellín por el movimiento Estamos Listas, dibuja movimientos con las manos para reforzar sus palabras:


—Muchos partidos vinculan a las mujeres para cumplir con la cuota de género, pero ¿dónde las ubican en términos de la lista?


La adscripción de mujeres en los partidos políticos como rellenos es una discusión que lleva años gestándose en la población femenina; si bien la Ley de cuotas garantiza la participación de ambos géneros, no asegura nada respecto a la capacidad de poder de los nuevos cargos asumidos. Por esta razón, se conformó Estamos Listas: una agrupación de 2.039 mujeres que desean llegar al Concejo de Medellín para poner su propia mirada y voz en los asuntos de ciudad.


—Por lo general, nosotras ubicamos a la vida en el centro y eso nos permite poner la lupa en asuntos que no están en la agenda política: el trabajo de cuidado, el desarrollo sostenible y la educación no sexista —Ella hace una pausa reflexiva, mira sus manos y sus jóvenes ojos marrones sonríen—. Es que lo personal es político, eso es lo que nosotras hacemos; llevar lo político a lo cotidiano y, así mismo, intervenir para que, desde lo cotidiano, las mujeres lleguen a la política.


Lo personal es político es una de las más significativas proclamaciones del feminismo radical de la década de los setenta. De esta forma, para personas como Dora Cecilia Saldarriaga, hablar de mujeres es hablar de autonomía, por lo que se deben garantizar condiciones que les permita actuar y desarrollarse de forma equitativa a los hombres. Así mismo, de acuerdo con Aura López, en la medida en que tomemos conciencia de nuestra propia libertad para decidir, las mujeres estaremos cambiando el mundo. Y cuando el mundo cambia, las leyes, naturalmente, cambian también.


—Qué bueno sería que una mujer diga: “Ay, qué bueno votar por ella”, pero no sucede; aún no somos conscientes de que cuando una gana, ganamos todas… y de que, si una mujer avanza, ningún hombre retrocede. (Lea la entrevista completa con Dora Cecilia Saldarriaga)


Escultura de Olga Inés Arango por los 50 años del voto femenino en Colombia (2007). Foto: Santiago López.


Con mucha firmeza

Como es usual en las edificaciones de La Candelaria, los muros de la central de la Unión de Ciudadanas de Colombia no son más que ladrillos pesados que exhalan una fuerte presencia con olor a polvo. Mientras el timbre eléctrico parece descansar para retomar el aire, se dibuja de la oscuridad el semblante fatigado de la vicepresidenta de la UCC y actual consejera departamental de Participación Ciudadana.


Sonia Vásquez Mejía interviene en la política desde 1990, cuando se lanza a la JAL de la Comuna 10 sin el apoyo de un partido, pero con el respaldo de los comerciantes de la fundación que entonces dirigía. Ella afirma que, al ser este un entorno que siempre ha sido masculino, las mujeres encuentran más obstáculos y desafíos para participar.


—Eso se llama violencia política, siempre nos la han hecho -niega con la cabeza y continúa-: Ahora venimos luchando por la Ley de Paridad; para que, a través de los partidos, haya unos sistemas democráticos más fuertes como la lista cerrada, con la que se votan por partidos y no por candidatos en específico, y de cremallera, que asegura la alternancia de hombres y mujeres. Si no, solo nos usarían para rellenar.


El panorama en los espacios de poder es desalentador: en Medellín, solo se cuenta con cinco mujeres de 21 concejales que son mientras que, en Antioquia, hay dos diputadas en una Asamblea de 26. Contradictoriamente, estas cifras van de la mano con el aumento de participación femenina; según la Encuesta de Percepción Ciudadana de Medellín, la participación política en el 2019 fue de 42% por las mujeres y 37% por los hombres.


Nada de ello desalienta a Sonia Vásquez Mejía; con su cabello rubio y corto desordenado y su conjunto azul, ella cita los nombres que conforman su propia lista: los de las mujeres que la inspiran. Betsabé Espinal, Piedad Córdoba, Riane Eisler y muchas otras, para quienes ni siquiera existe una placa en el pueblo que las vio nacer o en el sitio en el que se les vio morir —palabras tomadas de Mujeres, historias y sociedades: Latinoamérica, siglos XVI al XXI—.


—Ahora tenemos a Estamos Listas, un movimiento creativo, pero parcialmente democrático; por hacer parte de un partido político, no me invitaron y me cerraron las puertas. Así nos pasó a mujeres como Rocío Pineda y Teresa Muñoz. Pero les deseo mucha suerte. A ellas y a todas las que quieran meterse en esto. Mucha firmeza. (Lea la entrevista completa con Sonia Vásquez)


Lentas, pero seguras

Camuflada entre las casitas de las calles residenciales de Prado Centro, se erige la sede en Medellín de la Corporación para la vida Mujeres que crean; si usted no ha llegado a estos lares con el propósito claro de encontrarla, quizá nunca se percataría de ella. Detrás del portón de madera que guarda la entrada, trabaja una organización que, desde hace 29 años, lucha por el reconocimiento de los derechos de las de su género.


—Las mujeres hemos sido construidas en una cultura patriarcal a la que no le interesa que participemos. —Debido a una fuerte gripe que la azota, la voz de Patricia Uribe Neira, directora general de la Corporación, es lejana y débil.


Según un informe de la Secretaría de las Mujeres de Antioquia, el porcentaje de mujeres electas en el 2017 era del 17,6% en Colombia mientras que en países como Bolivia se alcanzaban los 51,1 puntos porcentuales; el promedio en toda América Latina llegaba al 29,2%. Y eso no es todo, de acuerdo con las proyecciones del Foro Económico Mundial, la brecha de género solo cerrará dentro de 61 años en América Latina; una cifra más alentadora que los 356 pronosticados para el Gran Medio Oriente.


—Trabajamos desde unas escuelas de formación ciudadana con 200 mujeres y desde la creación de agendas con otras 300 de las subregiones de Antioquia. Hasta ahora, hemos estado con mujeres que han llegado a las JAL con un partido político, que es algo indispensable —hace una pausa y explica—: Este es un trabajo muy lento y solo se ven los frutos hasta mucho después. Al menos ya tenemos una mayor conciencia de género.


¿Vale la pena?

A las seis de la tarde del viernes, el sexto piso de la Gobernación de Antioquia parece la sala de un hospital abandonado. El pasillo principal es interminable y los recepcionistas —una mujer distraída por la Secretaría de las Mujeres y un hombre de chaleco por la de Productividad y Competitividad— lucen como zombies mal remunerados.


A pesar de todo, el letargo del fin del día no se ha extendido a todo el recinto; sin importar la jornada, los grandes ojos de Luz Imelda Ochoa Bohórquez, secretaria de las Mujeres de Antioquia, rebozan energía.


—Hemos podido incursionar en todas las cosas en las que no somos tan amenazantes: derecho en la salud, educación, adquisición de bienes... Pero es diferente en la política; los cargos públicos son más limitados numéricamente y si los hombres pierden esos cupos… ¿quiénes los ganan? Mujeres. Ahí es donde ellos se han negado, entonces nosotras nos encontramos con violencia política, techos de cristal, pisos pegajosos…


Como líder del programa de participación Escuela Política Pa’ Mujeres, Luz Imelda explica que, además de la competencia masculina, las mujeres deben luchar contra la culpa de salir de sus casas y el miedo a ser señaladas; barreras internas que no se superan del todo. Después de que una de ellas alcanza un cargo, lo siguiente es conservarlo.


—Los hijos solos, el trabajo político, el marido que se siente en una condición de inferioridad... Todo esto tiene un costo y hay muchas que, frente a lo que están “perdiendo” y lo que están viviendo al interior de sus hogares, se preguntan: “¿Esto sí vale la pena?”. Para nosotras, ese es el momento crucial de soltar todo. Por eso, este año hemos diseñado un mecanismo para estar ahí con ellas y decirles: “Sí, sí vale la pena”.


A pesar de que en la actualidad se cuenten con distintas actividades de capacitación política femenina, la realidad es que las administraciones municipales y gubernamentales siempre han estado rezagadas en el tema. De acuerdo con un análisis de la Alcaldía de Medellín, las problemáticas femeninas logran legitimarse públicamente en 1990 —50 años después de constituido el movimiento sufragista— y debe pasar una década para que se establezca la Secretaría de las Mujeres de la Gobernación de Antioquia (2000) y la Secretaría de la Mujer en Medellín (2007).


Para Luz Imelda Ochoa Bohórquez, la igualdad social es un resultado de la evolución de hombre y mujeres. Por eso, ella concluye: —Para estar donde estoy, he recibido ayuda de toneladas de hombres… ¿Cómo negar que estamos llenos de hombres y que ellos están llenos de mujeres? Solo hay que acostumbrarnos a la idea de que somos diferentes, pero iguales.


Contra viento y marea

Con casi 40 años haciendo política, a Luz María Múnera Medina le gusta admitir que tiene la maldición del paraíso: ser de izquierda y ser mujer. Para posicionarse como una de las pocas mujeres dentro del Concejo de Medellín, ella lanzó una campaña electoral de 4 años con sus propias finanzas porque no quería cometer el mismo error que en su primer intento de llegar al poder: depender económicamente de un partido.


La concejal aún recuerda la justificación de sus compañeros del Polo Democrático Alternativo para no entregarle su dinero de campaña: Es que a ustedes (las mujeres) no se les puede dar plata porque la gastan en arepas.


—Eso ardió, y mucho. Pero entonces yo dije: “Contra viento y marea, de izquierda y derecha, que si esa vieja es loca, que si esa hijueputa jode mucho, que si ella no es capaz… no importa, seré concejal”.


Debido a su condición femenina y a su fuerte carácter, ha tenido numerosos enfrentamientos con sus compañeros concejales: desde el desafío a una pelea a puño limpio que le hizo a Bernardo Guerra Hoyos —el rey de los machos— hasta su lucha en contra de la disminución de los presupuestos para las mujeres.


Actualmente, la Secretaría de la Mujer en Medellín está contando con 40 mil millones de pesos para esta administración, es decir, 20 mil millones de pesos menos que bajo otros mandos. Respecto al área de participación política de la misma entidad, las cifras se reducen: según Luz Constanza Jiménez, profesional universitaria de la misma Secretaría, para este año solo se disponen de 350 millones de pesos.


—Es que no hay una concepción de avanzada frente a nosotras, por eso tenemos que seguir trabajando y no dejarnos, no se trata de ser feministas radicales, sino de caminar junto a los hombres… y, sobre todo, se trata de amarnos a nosotras mismas.


Las esculturas de la Esquina de las mujeres, homenaje construido por Acuerdo Municipal de 2004, serán trasladadas a la Avenida La Playa, Foto: Laura Wagner.


La esquina de nadie

La esquina es el punto de encuentro de dos superficies. La esquina es el ángulo saliente de un objeto. Hasta hace unas semanas, la Esquina de las Mujeres era una plazoleta en el barrio Miranda de Aranjuez, ocasionalmente se veían algunos hombres buscando descanso en las bancas de cemento y, hasta hace poco, seis mujeres de piedra que se recubrieron con plásticos y cintas amarillas para preparar su mudanza.


Ubicado en la parte trasera del Jardín Botánico, el espacio fue construido en el 2006 por la Administración Municipal, en un intento de resaltar la obra de trece mujeres líderes de Antioquia —solo en el 2011 se talló la decimocuarta estatua—. Los monumentos de artistas, indígenas y mujeres coloniales convivieron en una esquina, bajo la vecindad de una gasolinería y de cuantos moteles se quieran contar.


A pesar de la intención del Concejo municipal de establecer un punto de reunión de mujeres artistas de la región, la Esquina de las Mujeres la mayoría del tiempo se vio como una explanada con olor a heces; una plazoleta con pisos y postes deteriorados. El traslado de las esculturas a la avenida La Playa, anunciado en junio de 2019 alimenta una nueva expectativa: que tener un espacio público, un espacio de poder, no sea para las mujeres como comprar y vivir en una casa de esquina.



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