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  • Maria Mesa Rivera / maria.mesar@upb.edu.co

Prado descubre a qué saben 90 años de historia

La receta para que un barrio dure 90 años es: que haya vivido el pintor más reconocido de Colombia, que en épocas secas se adorne de flores amarillas caídas de los guayacanes, que haya sido declarado patrimonio arquitectónico, que su fundador se llame Ricardo Olano y haya venido de Yolombó, que esté en el centro de su ciudad y por último, sazonarlo a 25 grados, la temperatura promedio de Medellín.


Para descubrir estos ingredientes, fue necesario nacer en 1927 y estar repleto de familias gigantes, empresarios adinerados, personas de otras regiones del país o que viajaran al exterior. Que aún viva gente que llegó en los años 30 o 40 y, lo más importante, que haya allí curiosos por descubrir la historia, no solo arquitectónica sino gastronómica de este lugar.


¿A qué sabe prado en 90 años?, se preguntó la Fundación patrimonio para el desarrollo que ganó con su propuesta el estímulo “celebrando el mes del patrimonio” para el arte y la cultura 2017 de la secretaría ciudadana de Medellín. Mónica Pabón, arquitecta y directora de la fundación junto con su esposo Hernán Tobón, cocinero experto en cocina colombiana y coordinador del proyecto se preguntaron con tanta intriga a qué sabe este barrio, que después de dos meses de exploración el 29 de septiembre Medellín se enteró y probó a qué sabe Prado en 90 años.


Talleristas de a qué sabe prado en 90 años, después de finalizar con las actividades propuestas por el proyecto.

Foto: Fundación Patrimonio y Desarrollo.


Fueron 20 personas, residentes de este barrio junto con el cocinero experto, quienes se dieron a la tarea de investigar a qué sabe Prado, para esto realizaron 100 encuestas sobre qué se comía, cuatro talleres teóricos y cuatro prácticos, cada uno en una casa diferente, con el fin también de conocer cómo eran las cocinas anteriormente y la relación que tenía la arquitectura con el tiempo y el tipo de familia. “Para decidir el plato, a parte de las encuestas entre nosotros hablábamos de los ingredientes que usábamos en la casa y los que más se repetían esos usamos,” cuenta María Eugenia Ramírez, que lleva 35 años en el barrio.


Los ingredientes para descubrir el sabor fueron aportados los habitantes del barrio, cada uno decía qué comida, sabor u olor le recordaba los tiempos pasados que donde vivió con su madre, abuela, hermanos y primos. Sin embargo para armar su plato y reconocer en realidad cuál era el sabor necesitaban un cocinero, por eso Hernán Tobón experto en cocina colombiana los acompañó en este trabajo para aportar sus saberes y al respecto comenta que “el objetivo de este proyecto es recuperar la memoria gastronómica y estandarizar una receta a partir de la restauración gastronómica y tradicional de las cocinas de Prado”. Y por esto preguntó entre la comunidad por varios meses ¿a qué sabe Prado?


¿A qué sabe Prado en 90 años?, a infancia, dice Inés. A mi abuela cometa Maria Eugenia. A finca dice en voz baja Rocio y a mi mamá grita Socorro, con la espontaneidad que la caracteriza. Todo esto se escuchaba en el salón de la Acción comunal mientras entre talleristas y coordinadores del proyecto a modo de conversación mostraban el resultado del trabajo realizado. Después de escuchar varios puntos de vista se evidencia que para ellos lo más importante de descubrir la receta era poder viajar en el tiempo mientras disfrutaban el plato, tener sensaciones y emociones, que aunque no fueras de este barrio te recordara algo o a alguien.


Rocio Correa y Alba García, talleristas, que vestidas de los años 30´s 40´s celebraron la entrega oficial de la receta que les inspiró su barrio. Foto: Fundación Patrimonio y Desarrollo.


Para probar el sabor de Prado el salón estuvo acorde con la época en que nació el barrio, estaba acompañado de mujeres, hombres y niños vestidos de los años 30´s y 40´s para evocar la época en que sus antepasados llegaron al barrio para llenarlo de vida, familias elegantes, historias por contar y patrimonio arquitectónico que cuidar. Mientras servían el plato, habían personas preparándolo y el olor de esta comida acompañó a los asistentes durante toda la recepción, por último y para antojarlos más de probar dicha receta, dijeron sus ingredientes.


Mario Pabón, Luz Marina Carvajal y su nieto, vestidos de fiesta para probar en la entrega de este proyecto a qué sabe este barrio del que solo han conocido historias. Foto: Fundación Patrimonio y Desarrollo.


Crema de frijoles con zanahoria, plátano pintón, arroz blanco, chicharrón frito con harina -para que sea más crocante,- hogao y nada de sustancia animal, es a lo que sabe Prado. Pero y qué tomaban, quiénes y cómo lo comían fueron preguntas que surgieron después de descubrir el plato, por eso Hernán empezó a indagar más a fondo con los participantes del taller sobre historias en la mesa. “De sobremesa, el guandolo, o aguapanela fría con limón, era lo que se tomaba en las mesas de 12 o más puestos que a las 7 pm hora de la comida siempre estaba llena, decían mientras cocinaban los talleristas”, añade además que para terminar la cena y de paso las conversaciones con todos los integrantes de la familia, sobre sus trabajos, tareas, novios o problemas, estaba como acompañante la torta de pan viejo, receta hecha también en casa, por la servidumbre en unos casos o por las abuelas.


Después de escuchar las anécdotas y el resumen de la metodología que utilizaron los talleristas para elegir los ingredientes, decidieron retar a dos chefs profesionales, Juan Diego Gómez Mesa y Juan Esteban Herrera para que cocinaran en frente de todos la receta que identifica su barrio, para luego evaluarlos. Durante 40 minutos los cocineros dialogaron con la gente, y explicaron cómo se preparaban los alimentos que componían el plato elegido.


El objetivo del reto no era solo hacer la receta, sino que tuviera la sazón del barrio, que su sabor les recordara las historias y emociones, por eso esto, los dos profesionales de la cocina escucharon durante la toda la noche los relatos del barrio y aportaron a este plato su conocimiento y las técnicas explicadas por los talleristas.


Juan Esteban Herrera y Juan Diego Gómez, chefs retados hacer la receta que identifica el barrio Prado de Medellín.

Foto: Fundación Patrimonio y Desarrollo.


Al final todos los invitados a la reunión disfrutaron de la crema de frijoles, con hogao, chicharrón, arroz blanco, tajada de plátano, guandolo y torta de pan viejo. En el cual después de cada cucharada o degustación del plato había que calificar, no solo el sabor si no las sensaciones y recuerdos que había traído ese plato cuando tuvo contacto con sus papilas gustativas.

Para Maria Victoria Echavarría, quien vive hace más de 20 años en el barrio fue invitada por sus amigas, dice que fue espectacular la experiencia, que lo que más le gustó fue la integración debido a que antes todos eran en sus casas y gracias a estas actividades hay más comunicación y conocimiento entre la comunidad.


Socorro Londoño, 30 años viviendo en el barrio, y Alba García, 40 años viviendo en Prado, prueban de nuevo la receta que trajo a sus memorias su historia en este lugar. Foto: Fundación Patrimonio y Desarrollo.


Los talleristas, invitados y expertos en concina en esta noche del 29 de septiembre descubrieron el sabor del barrio que vio crecer a Fernando Botero, aquel declarado único sitio de conservación patrimonial en esta ciudad, ese que por darle vida a la avenida oriental perdió la suya, pero que hoy 90 años después de que se fundó quiere renacer para Medellín y demostrar que su importancia no solo está en los muros sino también en sus gentes.







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