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  • María Alejandra Buriticá

La América: un ejemplo para las plazas de Medellín

Las plazas de mercado en Medellín van de la mano de su cultura y tradiciones. Hace algunas décadas estos espacios eran abiertos y a ellos llegaban comerciantes de todo el país, con todo tipo de bienes para venderlos en sus puestos. Hoy la plaza de La América es uno de lugares cerrados donde la gastronomía y la variedad de productos son los protagonistas.


Así nace La América

La historia de las plazas en la ciudad se remonta a 1894, cuando a Carlos Coriolano Amador le otorgaron el permiso para construir una plaza de mercado que solucionara los problemas de espacio e infraestructura que tenía la Placita de Flores, que por aquella época albergaba a los campesinos de Santa Elena que bajaban muy temprano, todos los días, con ramos de flores atados a sus espaldas.


El Pedrero fue concebido como un espacio para recoger el comercio organizado, pero los locales no fueron suficientes y los espacios públicos del actual Parque de las Luces, o de la también llamada Plaza Cisneros, fueron ocupados por venteros que ofrecían verduras, carne, pescados y otros alimentos exhibidos sobre carretas de madera o trapos en las aceras.


El 7 de abril de 1986, la plaza sufrió durante la madrugada un incendio. Se quemó más de la cuarta parte de todo Guayaquil y por ende dejó de ser ese referente de comercio; pasó a ser sinónimo de degradación y le dio paso a un plan piloto para la construcción de cinco plazas de mercado populares en los barrios de la ciudad: Castilla, Guayabal, Belén, Campo Valdés y La América.

Tres de ellas desaparecieron y la Plaza de La América tuvo que transformarse para continuar funcionando, pues los supermercados de cadena, que llegaron a la ciudad, se convirtieron en su gran amenaza.


Sus primeros años

Vicente Gaviria vive en la vereda Nueva Luna en Santa Elena, rodeado de paisajes adornados de agapantos y azucenas. Vive con su esposa Gabriela, con la que se casó hace 55 años, casi el mismo tiempo que lleva trabajando en la Plaza de Mercado de La América.


Allí llegó por los años en que la Alcaldía de Medellín ordenó construir plazas para que las personas no tuviesen que desplazarse hacia el centro a mercar. En la placita, como ellos le dicen, venden lo que cultivan: papa, moras y fresas. También producen leche y la venden recién ordeñada a sus vecinos.


“Fue poco con lo que llegamos y es poco con lo que nos vamos, decía mi padre” cuenta Gabriela. Hace 47 años alquilaron un local pequeño que incluía congeladores, bandejas y estantes viejos, porque lo que tenían no les alcanzaba para más.


Iniciar en la plaza para ella fue muy duro. Aún estaban estructurándola, terminando de construirla y las personas apenas conocían de su existencia. “Fue solo unos meses después que comenzaron a llegar las personas, cuando ya la veían bonita y como todo buen paisa les asustaba el cambio, pero lo nuevo seguía siendo maravilloso hasta que ya se volviese común”, puntualiza Gabriela.


Pese a que el área de la plaza fue reducida a la mitad dar paso al supermercado que abriría una caja de compensación del departamento, el lugar no perdió su esencia. Se renovó. Se adaptó a los cambios que trajo consigo la era de los alimentos enlatados, el pago con tarjeta y las cajas registradoras.


La América innova con el Aula ambiental


Foto: María Alejandra Buriticá Tamayo.



En la terraza de este mercado tradicional se encuentra el Aula Ambiental Colplaza, un programa educativo que se creó hace 16 años, cuando la plaza estaba en su máxima decadencia tras una mala administración.


Hace parte de la responsabilidad social, pues estos lugares impactan el ambiente con la generación de miles de residuos sólidos. Este proyecto está compuesto por unidades pedagógicas, cada una como un espacio de aprendizaje.


Quien visite el mariposario que se incluye en dicha aula ambiental tendrá a su disposición toda la información acerca del crecimiento y desarrollo de las mariposas: su especie y reproducción. Por otra parte, en el vivero se cultivan, empacan y comercializan plantas aromáticas.


“Queremos mostrarle al mundo que las plazas de mercado no son un problema, sino que pueden ser una solución. Inicialmente teníamos muy pocos recursos y una problemática con los residuos. La naturaleza es la solución para todo”, dice Juan Diego Elejalde, Ingeniero Agrónomo que trabaja en Aula Ambiental desde sus inicios.


Allí mismo están los tanques de almacenamiento de aguas lluvias, con las cuales se mantienen en funcionamiento los servicios sanitarios y el lavado de traperas y canecas.


En la Plaza de la América los residuos se transforman en objetos producidos con la técnica del origami: bolsos, pesebres y juguetes, entre otros. A su turno, los residuos orgánicos alimentan el lombrisario y el abono producido se regala a los participantes en las jornadas ambientales que se llevan a cabo varias veces al año. Esa respuesta de la comunidad, ha hecho que la Plaza de Mercado La América sea un referente no solo histórico sino también de cultura ambiental.






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