Ultimate: un vuelo reflexivo
Conocer un deporte auto arbitrado es poco común y más si este ha estado en la sombra durante dos décadas mientras sus practicantes obtienen triunfos y reconocimientos internacionales. El espíritu deportivo basado en el fortalecimiento mental es lo más llamativo del ultimate frisbee.
Por: Felipe García Solano / felipe.garcias@upb.edu.co
Hablar del ultimate trae más dudas que certezas entre los aficionados del deporte en Colombia. Dos equipos de siete jugadores, un campo de 100 metros de longitud por 37 metros de ancho y un disco son los implementos necesarios para jugar un partido de este deporte que tiene una particularidad poco vista: es auto arbitrado.
Esta práctica tiene herencias marcadas del fútbol americano, ya que comparte semejanzas con el terreno de juego y el propósito de llegar hasta un área demarcada con el disco para sumar puntos al marcador. No obstante, la forma de jugarlo es diferente, pues en el ultimate al tener el disco en las manos no habrá espacio de maniobra superior a la distancia que haya entre un pie anclado al suelo y otro como compás para moverse. Además, no habrá contacto físico cuando el lanzador tenga el disco en posesión. Lo demás resulta mera táctica de cualquier deporte: movimientos de desmarque, el contrincante intentado recuperar el disco y todo en pro de llegar hasta el área rival y anotar.
Sin embargo, estas características no son lo que más llaman la atención del ultimate, sino su espíritu deportivo para poder auto arbitrar la práctica. Este modelo de reglamentación resulta extraño en Colombia donde el arbitraje es un protagonista primordial en cualquier práctica deportiva.
¿Cómo llega el ultimate a Colombia?
A mediados de la década de 1990 de la mano de Corey Tyrrell, un ciudadano estadounidense, que llegó para estudiar en la Universidad de los Andes. Tyrrell en su tiempo libre comenzó a enseñarle a sus compañeros a lanzar el disco y algunas de las reglas del deporte. Ya en 1998 y luego de que la práctica se populariza entre los estudiantes, dos equipos de la universidad se reunieron para representar a Colombia en el campeonato mundial realizado ese mismo año en la ciudad de Mineápolis.
Al mismo tiempo, en Medellín comenzaban a crearse grupos de personas que lanzaban el disco con una forma de juego similar al fútbol, todo esto sin que el ultimate llegara a la capital de Antioquia, adelantándose al fenómeno que años después ocurriría. Justamente tras el auge que tuvo el deporte en el país, en el 2000 en Medellín se realizó el primer torneo de ultimate frisbee, realizado en la Universidad EAFIT. A partir de aquel evento comenzó un entrenamiento más consiente teniendo en cuanta la experiencia que traían los jugadores de sus participaciones en Estados Unidos.
Desde dicho torneo comenzaron los esfuerzos concretos por tener un deporte organizado y es por ello que en el 2007 se formó una asociación de deportistas que llegó hasta el 2013 cuando se comenzó el proceso de la Federación de Disco Volador en Colombia. Dicho proceso tardó cuatro años y fue en el 2017, cuando de manera oficial, el ultimate comenzó a ser regido por un ente nacional constituido que se encuentra bajo el Sistema Nacional del Deporte y que supervisa las diferentes ligas departamentales que existen.
La presión constante, el gran desafío del ultimate
Conociendo cómo llegó a Colombia y se afianzó como práctica regulada, hay que tener en cuenta que el ultimate mantiene bajo presión al lanzador, un factor clave para comprender su funcionamiento. El jugador que posee el disco no puede correr con él y la defensa le dará 10 segundos para que realice un pase, si pasa el tiempo estipulado y no realiza un lanzamiento, se le llamara "conteo" y el disco pasa a ser del equipo contrario.
Con respecto a esa toma de decisiones instantánea, Mauricio Moore, entrenador del club femenino Revolution y de la Selección Colombia, afirma: “Obviamente esto hace muchísimo más exigente el juego porque yo tengo que precisar un pase en un lugar exacto con jugadores en movimiento que, seguramente, tienen cerca a otro que les quiere interceptar el disco”.
La precisión, el tiempo y la calma en el ultimate son fundamentales para darle continuidad al juego, ya que si el disco cae al suelo será posesión del equipo rival. Foto: Felipe García.
Si la presión de las decisiones deportivas resulta decisiva para el desarrollo del partido, hay que sumar que el ultimate es un deporte auto arbitrado que tiene como base el espíritu deportivo, allí resaltan las habilidades como el conocimiento de las reglas, el juego imparcial, la comunicación asertiva y la actitud respetuosa con los rivales.
El aspecto de ser auto arbitrado no debe confundirse con el hecho de que no hay árbitro, pues todos los jugadores desempeñan esta figura, tanto así que el reglamento que abarca el deporte resulta ser complejo, pues hay que conocerlo a cabalidad; para poderse inscribir en un torneo nacional o internacional, cada jugador debe pasar un examen de reglamento en el cual se valida solo con el conocimiento del 100 % de las reglas, ya que es el mismo deportista quien se hace responsable de hacer cumplirlas dentro de la cancha.
“No tener ese arbitro implica que todo el tiempo hay que realizar una reflexión interna, una auto revisión y además de tener unos niveles altísimos de autorregulación”, afirma Moore que, además, advierte que los altos niveles de adrenalina y de fatiga intervienen en la toma de decisiones.
Cuando se discute una jugada entra al terreno lo que el entrenador de Revolution explica como verdad subjetiva, es decir: un jugador está seguro de una acción de juego, mientras que su rival también está convencido de que su punto de vista es el correcto y resultan así dos opiniones enfrentadas, es aquí donde entra otro factor determinante como la interpretación pues se discute para hallar cuál es esa verdad dando por sentado que en ninguno de los casos alguien está mintiendo. Tras tener esta discusión entre los dos jugadores implicados o se toma una decisión teniendo en cuenta los puntos de vista o se devuelve la jugada, permitiendo rearmar y reconsiderar lo que entonces debería haber sucedido.
Para Santiago Zapata, psicólogo especialista en psicología de la actividad física y el deporte de la institución Universitaria de Envigado, hay unos factores importantes para entender el fenómeno del ultimate: “Debemos enfocarnos en la toma de decisiones, también en la concentración, autoconfianza, motivación, cohesión, ansiedad, entre otros que están presentes en todo momento del proceso deportivo, y que de una manera u otra, son importantes a la hora de tomar una decisión, sea de tipo arbitrario o de tipo deportivo”.
El fortalecimiento mental, un as bajo la manga
Buena parte de la práctica del ultimate tiene su eje en el fortalecimiento mental, pues es bien sabido que las reglas se tienen que aprender, pero ya es cuestión de cada jugador qué hace con lo que sabe. Este ítem resulta no solo trascendental para comprender el espíritu de juego, sino que tiene un impacto directo en lo competitivo, físico, técnico, táctico y estratégico que se articulan para darle un mayor margen al trabajo mental como lo hace Mauricio Moore en sus labores de director técnico:
“Le doy un peso fundamental al trabajo de lo que yo denomino fortalecimiento mental porque yo entiendo que el deportista sea ante la norma, sea ante la fatiga, sea ante el conflicto, ante la escasez de dinero para un viaje, sea ante lo que sea uno de los factores que va a ser diferencial que va a permitir que el deportista vaya más allá de esos límites especialmente es el trabajo mental, el fortalecimiento mental”.
A todo este conglomerado de factores que se entrenan dentro del ultimate se le conoce como forma deportiva en el Sistema Nacional del Deporte, en donde se toma como principio fundamental la concordancia entre esos elementos físicos, técnicos, tácticos, estratégicos y psicológicos.
La comprensión colectiva les permite a los equipos tener mayor fluidez en las dinámicas del juego y esto se consigue con un trabajo grupal que complemente toda la forma deportiva. Foto: Felipe García.
Respecto a esta temática Santiago Zapata cree que al hablar de fortalecimiento mental se puede referir a ciertas habilidades o destrezas que posee un deportista para ser fuerte mentalmente. No obstante, en la práctica del ultimate cada deportista puede adquirir habilidades deportivas que van a fortalecer a la persona en el ámbito mental sin desviarse de uno de los principales focos: antes de ser deportistas, somos personas.
Para Zapata, es precisamente esta condición la que se debe entrenar más en un deporte con la filosofía del ultimate: “La presión que se genera en el juego mientras se está compitiendo es un tema netamente psicológico y que sí afecta el rendimiento deportivo, es por ello por lo que debe de ser importante entrenarlo para mantener la salud mental de los deportistas en óptimas condiciones”.
Herramienta de transformación social
El ultimate tiene unos valores representativos y característicos que hacen la diferencia comparándolo con cualquier otra práctica deportiva, sin embargo, como bien lo dice Mauricio Moore, el factor historia pesa a la hora de no tener un reconocimiento en el ámbito nacional.
Sumado a lo anterior, hay un factor de evaluación dentro del deporte que lo hace aún más equitativo, ya que al final de cada partido los rivales se evalúan entre ellos con una planilla que tiene cinco ítems que son reglamentados por la Federación Internacional. “Ese puntaje es muy, muy importante… es el rival después de que se acaba el partido que califica qué tan justo fuiste, qué tan cordial, es todo un reto”, asegura Moore.
Este conjunto de valores marcan en el deporte una herramienta que no solo funciona en pro de una disciplina deportiva, sino que aportan a que el practicante tenga claro el manejo de emociones y cómo llevarlas a la práctica sin que afecte el rendimiento o forma de sus contrincantes, como lo afirma Zapata: “Esta disciplina deportiva lo que busca es incentivar los valores deportivos y competitivos como el respeto, la honestidad, la responsabilidad, la toma de decisiones, el juego limpio, la cohesión de equipo, entre otros. Además, de fortalecer habilidades comunicativas como la asertividad”.
Tener bajo control las emociones en los escenarios competitivos les permitirá a los jugadores tomar conciencia de cómo actuar cuando tengan presión en el deporte y en el día a día. Foto: Felipe García.
El ultimate no es un instrumento únicamente deportivo, sino que sirve como herramienta educativa porque para llegar a un acuerdo se tendrá que dialogar y escuchar al otro, como lo confirma Moore: “Llegar a acuerdos, hablar, escuchar son cosas que no están dadas en nuestra sociedad ni latinoamericana y mucho menos la colombiana”, por ende, el ultimate marca un camino en el que se puede abarcar mucho más que la simple competición.
El ultimate logra demostrar que el deporte es un medio de cambio social poderoso, en vista que, sus bases de fortalecimiento mental logran resultados significativos que se reflejan en el comportamiento de sus practicantes.
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