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El bicho que transformó al periodismo

Daniela R. Gómez Isaza / daniela.gomezi@upb.edu.co “Zoom se convirtió en nuestra sala de redacción. Esa herramienta es la sala nuestra, de la emisora”, decía Manuel Puig mientras conversábamos a través de la pantalla sobre las transformaciones del periodismo tras la pandemia del coronavirus. Manuel es un hombre con lentes, devoto, papá, periodista, filósofo, teólogo y músico. Actualmente es el director de comunicaciones y contenido de la emisora Minuto de Dios Medellín 1230 amplitud modulada.

Con la llegada del coronavirus y la pausa de la vida social alrededor del mundo, surgieron inquietudes respecto al desarrollo del oficio periodístico, por las condiciones evidentes del aislamiento social y las demás medidas de bioseguridad. Para Manuel Puig, “hacer radio es fácil desde cualquier parte”, desde que les prohibieron volver al trabajo ubicado en el barrio Boston de Medellín, trasladó su cabina radial con todos sus implementos para transmitir desde su casa. Conectó todos los cables y lo demás lo puso su voz y las ganas de continuar ejerciendo su profesión, todo era cuestión de “carpintería”, como él lo dijo.

En la cabina artesanal se ejecutó un plan estratégico de contenido para “no dejar morir” la emisora en estos tiempos tan difíciles. Consolidó una parrilla de contenidos a nivel nacional junto con las otras emisoras de Minuto de Dios ubicadas en Bogotá y Barranquilla, en las que no podía faltar la misa a las 7:00 a.m., 12:00 p.m. y 5:00 p.m.

Ilustración: Daniela Raquel Gómez Isaza También surgieron dos programas que se hacían por la plataforma Zoom para acompañar a las personas en el aislamiento dentro de sus hogares: el primero de ellos, sobre escuchar al oyente, donde un sacerdote escucha las preocupaciones de las personas y los aconseja. El segundo, es el programa para niños Cristo kids, en el que se trabaja en conjunto con varios niños y dos conductores radiales, donde se les enseña conceptos católicos de forma divertida.

Para el proyecto #PorLaSaludDelPeriodismo realizado por la Red Colombiana de Periodismo Universitario, Juan Carlos Higuita, director de RCN Radio en Medellín, mencionó que “las nuevas propuestas de contenido deben informar y entretener, los medios deben reconfortar la angustia de las personas contándoles historias que las dispersen de las cifras que pueden aumentar su miedo”.

Manuel Puig afirmó que, en esta época del coronavirus, aumentaron alrededor de 24.000 oyentes y que actualmente son 33.000. Como red de emisoras son la número 23 con casi 50 000 oyentes. Con el aislamiento obligatorio las audiencias incrementaron su participación en la emisora, tal vez como síntoma de que necesitaban la compañía de la radio.

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Las audiencias en esta crisis tienen una mayor participación en la sección del área de la salud, un área que antes de la pandemia no era tan popular dentro de los medios. Según un artículo de la Unesco, titulado Periodismo, libertad de prensa y covid-19, las principales compañías de noticias del mundo aumentaron su tráfico web, es el caso de The New York Times y The Washington Post, que incrementaron las visitas en su sitio web con un 50% en un mes. El tráfico del medio británico Financial Times creció un 250% en un mes, en comparación al año 2019, su página sobre la covid-19 presenta el mayor número de visitantes digitales. El medio inglés The Guardian casi duplicó sus visitantes únicos con un récord de 191 millones en febrero de 2020 a 366 millones en marzo.

Un estudio realizado por el Instituto Reuters descubrió que el 60% de los encuestados de distintos países, manifestaron que los medios de comunicación les ayudaron a comprender la pandemia y que confiaban más en las páginas oficiales de los medios que en la información recibida a través de redes sociales.

En el diario colombiano El Tiempo, la audiencia contó con una mayor participación en las secciones de salud, y aumentaron las visitas en su sitio web, con una mayor frecuencia de 33 millones 488 mil personas. La sección Colombia obtuvo alrededor de 24 millones vistas y de ellos, 13 millones son usuarios únicos.

Pero ¿qué buscan las audiencias en esta crisis? Más allá de las noticias sobre la salud y de palabras clave como coronavirus o covid-19, las audiencias en la actualidad responden rápidamente a temas que son tendencia, ya sean con contenido de calidad o no.


Ilustración: Daniela Raquel Gómez Isaza.

El periodismo debe responder profesionalmente al comportamiento de su audiencia en internet, donde las visitas se vuelven igual de importantes que el contenido en sí. Jorge Iván García, editor de El Tiempo en Medellín, mencionó que hay un afán por ganar suscriptores, ya sea en un vídeo de gente quemándose como ocurrió en el accidente ocurrido en carreteras del Caribe o el avistamiento de ovnis en algún pueblo colombiano. Para él, “el cambio más complicado ha sido el de la internet”. El contenido no se controla en la virtualidad, uno de los retos del periodismo es ofrecer contenido innovador y a la vez que cumpla con los principios periodísticos como la veracidad, la transparencia y la rigurosidad.

Financiación de los medios en crisis

Los medios de comunicación desarrollan diversas técnicas para subsistir en medio de la crisis sanitaria. Para el periodista estadounidense Jeff Jarvis, “el negocio de los medios ya estaba en llamas, la COVID-19 le arrojó gasolina”, según sostuvo en una entrevista para la Fundación GABO. Todavía antes del coronavirus, el ingreso económico de los medios ya estaba en declive, es el caso del periódico El Mundo, que en su momento fue un periódico imprescindible en Medellín pero que desde el 2018 había tenido problemas económicos que impidieron la publicación diaria y pasaron a la semanal, además, disminuyó la frecuencia de las publicaciones en sus redes sociales y su sitio web.


Ilustración. Daniela Raquel Gómez Isaza

La pandemia aceleró lo inevitable. El domingo 2 de agosto de 2020 FundaMundo cerró parcialmente las puertas del diario con un comunicado de prensa que expresaba que “un complejo cúmulo de circunstancias propiciadas en buena medida por la incursión del internet, las redes sociales y los teléfonos inteligentes, generaron cambios radicales en las dinámicas y procesos de la comunicación, desplazando la atención de las audiencias a formatos gratuitos, más ligeros y llamativos, en detrimento de la rigurosidad que siempre fue nuestro objetivo y compromiso”. También se sumó el factor de la pandemia de la COVID-19, que llegó a impactar directamente la economía de los medios de comunicación.

El diario El Espectador, uno de los más leídos dentro del país, también consideró la posibilidad de convertirse en un semanario debido a la caída en un 50% de los ingresos por publicidad. No sería la primera vez pues en el 2001 se tomó esta misma decisión debido a una crisis económica que empezó en el siglo pasado hasta después de los ataques terroristas ejecutados por el narcotraficante Pablo Escobar.

Según cifras de la Asociación Colombiana de Medios de Información, la pauta en medios de comunicación ha caído entre un 40% y 80%, y por esto, uno de los métodos de supervivencia económica es el de las suscripciones digitales. En el informe sobre el impacto en las suscripciones: edición Covid impulsado por Tien Tzuo, CEO de una compañía de software empresarial, se evidenció que el 22,5% de empresas registró una subida de suscripciones, dentro de las que está el streaming de video y el servicio de los medios de comunicación.

El Tiempo y El Espectador, en medio de esta crisis envían su edición embolsada a sus suscriptores. Y aunque El Tiempo no ha incursionado en la suscripción digital, el diario El Espectador sí ofrece contenido exclusivo y beneficios como el acceso al diario The New York Times por suscripción digital.


En un artículo del diario colombiano La República titulado La pandemia del covid-19, ¿una prueba de fuego para los periódicos o su estocada? , Eduardo Garcés, gerente general de El Espectador, afirmó que “tarde que temprano, los periódicos impresos evolucionarán exclusivamente hacia las plataformas digitales, por los recursos que implican el transporte y la producción de un periódico impreso”.

Para Jorge Iván García, los medios de comunicación no deben ser considerados como un negocio. Más que eso, deben ser vistos como un servicio a la sociedad. “Es cierto que debemos preocuparnos por el ingreso económico para sostener las plataformas, pero no se puede considerar como una pérdida tener a varios periodistas en un medio”. Es el deber de El Estado plantear estrategias para que los medios de comunicación no quiebren, sin tener ningún interés político dentro de ellos. Eso hace parte de la democracia”, afirmó García.

La enfermedad más peligrosa después del coronavirus

El término “desinfodemia” es un concepto que surgió de la Organización Mundial de la Salud, “es una segunda enfermedad” que acompaña la Covid-19”. Surge por el mal tratamiento que se le hace a la información en esta época de crisis sanitaria, cuando más se necesita que la información sea verídica y con una investigación rigurosa. Por la aceleración del flujo de información en la internet es difícil reconocer qué mensajes son verdaderos y cuáles llegan con malas intenciones o simplemente se replican por falta de conocimiento.

Existen dos tipos de información incorrecta, la primera es la información falsa (producida y compartida con malicia). La información errónea es cuando es difundida sin malas intenciones pero que se sigue replicando una y otra vez.

Medios de comunicación como ColombiaCheck, que se dedican a la publicación de artículos basados en la técnica Fact-Checking comprobación de hechos y datosse dedican a confrontar la desinformación de medios o de cadenas de Whatsapp, ya que es una problemática que ha puesto en líos a la credibilidad del periodismo.

Un ejemplo es la información que llega a través de mensajería instantánea con un enlace que promete regalar gigabytes de internet para enfrentar las brechas tecnológicas en Colombia, sin embargo, este enlace es un virus que roba información personal. Otro ejemplo, es la información falsa que llega al correo electrónico a nombre del Ministerio de Salud, en el que piden descargar un archivo con recomendaciones para evitar el coronavirus, y en realidad, es otro método para robar información.

Ilustración: Daniela Raquel Gómez Isaza.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, advirtió que “nuestro peor enemigo es también el creciente aumento de la desinformación”. Esta desinformación impide que las personas encuentren información verídica y fidedigna cuando más la necesitan.

Según el artículo de la Unesco Periodismo, libertad de prensa y COVID-19, de 112 millones de posteos públicos sobre el coronavirus, realizados en 64 idiomas en distintas redes sociales, los investigadores de la Fundación Bruno Kessler detectaron que un 40% de los mensajes provenían de fuentes poco fiables. Otro estudio, realizado por la Fundación Observatorio “Infodemia” Covid-19, encontró que casi el 42% de los más de 178 millones de tweets relacionados con el covid-19 fueron producidos por bots. El 40% de ellos fueron calificados como “no fiables”.

El Instituto Reuters señaló que un tercio de los usuarios de redes sociales han informado haber leído información falsa o engañosa sobre el coronavirus. En marzo de 2020 fueron identificados en Facebook alrededor de 40 millones de mensajes problemáticos relacionados con el coronavirus. Aproximadamente 19 millones de los casi 50 millones de tweets relacionados con la COVID-19 y analizados por inteligencia artificial, fueron considerados como “información o contenido manipulado”. Ocho millones de correos electrónicos fraudulentos sobre el coronavirus, están siendo bloqueados por Google cada día y la AlianzaCoronaVirusFacts ha descubierto y desacreditado más de 3.500 datos falsos o engañosos, circulando en más de 70 países y en más de 40 idiomas.

Transformaciones en la reportería

Los viejos principios tratan sobre estar en contacto con fuentes, estar en la calle, moverse libremente. Ahora son pocos los periodistas que salen a hacer reportería a las calles de la ciudad. Algunos no lo hacen por la falta de compromiso que tienen los medios de comunicación con la salud de sus periodistas. Para Ricardo Monsalve Gaviria, periodista en conflicto armado y quien trabajó en el periódico El Colombiano, hace falta más responsabilidad por parte del medio para poder ejercer el periodismo en zonas rurales, en lugares en los que es imposible acceder a través de una pantalla de un celular o una computadora.

En el proyecto #PorLaSaludDelPeriodismo, se realizó un sondeo con 48 personas periodistas, docentes y estudiantes de periodismo, que concluyeron que para afrontar la crisis del aislamiento obligatorio y la pandemia, es necesario el respaldo del medio de comunicación para asegurar las condiciones mínimas de seguridad al periodista al momento de ir a zonas rurales donde puede estar expuesto al virus.

Otra alternativa para hacer la reportería son la cantidad de herramientas digitales, plataformas y aplicaciones como Whatsapp, Zoom, Teams, Google meet, entre otras. La transformación de lo presencial a una reportería virtual, en la que no siempre se le conoce el rostro a la fuente, es un cambio significativo tanto para los profesionales como para los docentes que fueron educados bajo este principio inquebrantable de salir a la calle para hacer periodismo.

Para los docentes es difícil aceptar este nuevo método, ellos aprendieron bajo el principio básico de la inmersión completa en el lugar de los hechos y con las personas adecuadas. Fijarse en los detalles como los olores del lugar o la forma de expresarse del entrevistado. Ahora esto es imposible. Los estudiantes tienen que hacer su reportería por Whatsapp o Zoom, algo inevitable.

Ilustración: Daniela Raquel Gómez Isaza. Jorge Iván García, también docente de periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana, reflexionó sobre la funcionalidad de este método de reportería a través de la virtualidad. Es posible siempre y cuando sean géneros informativos como la noticia o la investigación, donde uno consigue los datos en internet o en documentos. Mientras que “ en los géneros narrativos, como escribir perfiles, es imposible desde la virtualidad”. Uno no puede verle el rostro a la persona, no conoce el espacio en el que vive, no puede captar los detalles, que son la esencia del periodismo narrativo.


Sin embargo, la reportería a través de plataformas virtuales le conviene a los medios de comunicación porque no tienen que pagar transporte para el desplazamiento de los periodistas, no se necesitan salas de redacción ni la adecuación de espacios de descanso, no pagan la energía de los equipos, en definitiva, es mucho más sostenible. Un modelo atractivo en la búsqueda los medios, debido a la crisis económica que atraviesan en la actualidad.


Otra dificultad para el reportero en pandemia es la obstrucción para entrar a zonas de trabajo en medio de la pandemia. Un caso ocurrió en el barrio Santa Cruz de Medellín, donde la Alcaldía cerró el sector Sinaí y denegó el acceso a los periodistas Alfonso Buitrago y Juan Fernando Ospina del periódico Universo Centro, Érica Muriel del periódico Mi Comuna y Pascual Gaviria Uribe como reportero de El Espectador, quienes iban a conversar con las personas del territorio.


Pascual Gaviria presentó una tutela el 31 de mayo de 2020. Tras analizar el caso, un juez falló a su favor por obstrucción en su trabajo periodístico. Entre el 24 de marzo y el 30 de abril, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) documentó 39 violaciones a la libertad de prensa en el país, entre las que se encuentran amenazas, obstrucciones, acosos y espionajes. Once de esas violaciones fueron obstrucciones a la reportería, todas por temas relacionadas con temas sobre el coronavirus.

Sin embargo, el periodismo sigue aguantando.


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La pandemia es un bicho que se adentró en el periodismo y lo transformó. Puso en duda algunos de sus principios fundamentales, aceleró procesos inevitables , puso el reto de hacer periodismo verídico en medio de una oleada de desinformación en redes sociales, recordó la importancia de brindar información veraz y también removió las fibras del periodismo como vínculo humano, de conexiones; una fuente fidedigna a la que las sociedades recurren cada vez que se sienten en peligro, porque aún lo consideran guardián de la verdad.

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