El arte de ser un bocafloja

Por Isabella González Estrada / isabella.gonzaleze@upb.edu.co*
Aldo Villegas (12 de julio de 1978), conocido artísticamente como bocafloja, es un poeta, artista de la palabra hablada (Spoken Word), Hip Hop y comunicador social mexicano. Es reconocido como el precursor en la utilización de la cultura Hip Hop en Latinoamérica como una herramienta de concientización social y política, especialmente en comunidades marginadas.
Inició su carrera en los años 90 con los grupos Lifestyle y Microphonk, y como solista ha lanzado álbumes como Pienso, luego existo (2003), Jazzyturno (2004) y Existo; dirigió el documental Nana Dijo (2016), un análisis visual sobre la diáspora africana en América Latina y el racismo estructural en la región.
En el Hay Festival 2025 en Jericó, estuvo en conversación con Daniel Rivera Marín, periodista y autor del libro de crónicas “Volver para qué”, sobre su evolución artística y su libro más reciente, Del mondongo al ojalá (2024), en el que reúne microrrelatos, poesía y fotografías. Además, realizó un concierto en el parque principal de Jericó, donde fusionó la palabra hablada (Spoken Word) y el Hip Hop.
En esta entrevista para la audiencia de Contexto tuvimos la oportunidad conversar sobre la importancia del arte urbano en la memoria histórica, los desafíos de ser un artista crítico del sistema y su conexión con América Latina, valorando experiencias descentralizadas como la del Hay Festival Jericó.
¿Qué es para usted ser un bocafloja?
Bueno, más que otra cosa es la posibilidad de utilizar el lenguaje y el discurso como una plataforma de comunicación efectiva. Sin restricción o sin límite en el ejercicio expresivo como tal. Bocafloja surgió hace muchos años en una canción cuando, muy al inicio de mi carrera, formaba parte de otros grupos. Después cuando salí como proyecto solista fue que lo utilicé como mi nombre.
¿Cómo es ser un bocafloja hoy en día, le ha traído problemas?
Siempre todo lo que nosotros hablamos tiene un impacto y una implicación. Uno responde, al final del día, a una agenda y uno tiene que asumir ese nivel de responsabilidad y conciencia sobre lo que está diciendo, siempre tiene un peso. Además, que, cuando algo sale de nosotros, una vez que la gente lo escucha, eso que decimos tiene la posibilidad de tener vida propia y ellos pueden hacer una relectura, y no necesariamente corresponde a lo que uno está tratando de comunicar. He tenido experiencias muy positivas, otras no tan positivas, pero ese es el riesgo calculado de hacer el tipo de música que estoy comprometido a hacer.

¿Cómo llegó a estas otras maneras de expresión artística: la poesía, la literatura y la fotografía?
Bueno, con la cuestión de la poesía y la literatura creo que hay un vínculo innegable respecto rap, porque como tal tiene en sí mismo una vena literaria y una vena poética. Obviamente, rompe con los estándares clásicos de hacer poesía. Es como un tipo de poesía que está vinculada con otro tipo de experiencias y con otro tipo de ejecución. Rompe un poco con lo, a veces, demasiado soberbio y soso que pudiera ser la poesía clásica.
Pero el explorar otros formatos como la fotografía, el cine documental o los proyectos literarios tiene que ver con la necesidad de igual comunicar a públicos más amplios y hacer notar que nosotros también podemos producir en ese tipo de espacios. O sea, que la poesía no es una práctica limitada a los grandes eruditos de la poesía clásica y toda esa historia. También hay poesía en todos lados.
¿Cuáles han sido como para usted esas influencias o esos exponentes que lo llevaron a converger como tantos formatos en lo que usted expresa?
Yo leí grandes influencias, que son autores del Caribe, como Frantz Fanon y Walter Rodney enfocados en la producción artística y cultural del sur global como una experiencia epistémica; también James Baldwin de los Estados Unidos. Mucha de la literatura negra del mundo ha sido superimportante en mi formación intelectual y poética, incluso, la misma música, el mismo rap también me introdujo a un montón de experiencias discursivas y literarias que me obligó a investigar este tipo de cosas.
En Medellín, Colombia, el mural titulado "Las Cuchas Tienen Razón" fue creado por colectivos artísticos para rendir homenaje a las madres buscadoras, mujeres que han dedicado sus vidas a encontrar a sus seres queridos desaparecidos durante el conflicto armado. Este evento reabrió el debate sobre el papel del arte urbano en la construcción de memoria histórica y su capacidad para desafiar las narrativas oficiales. ¿Cómo ve usted el papel del arte urbano, como el grafiti y el muralismo, en el contexto latinoamericano para desafiar narrativas hegemónicas y preservar la memoria histórica?
Tiene que ver con la necesidad de ocupar el espacio público como un derecho social humano básico. Es la posibilidad de comunicar y utilizar el espacio público para plasmar una idea que impacte de forma colectiva el tejido social. Entonces creo que un muralista requiere de ese tipo de ejercicios que pueden implicar transgresiones a nivel sistémico.
El hecho de que haya una reacción por parte de la comunidad para volverlo a pintar habla ya de un proceso de organización política. Ahí ya hay un montón de valor, porque políticamente se están organizando para utilizar el arte como un vehículo para llevar un mensaje.
Y lo más interesante que a mí me parece de todas esas experiencias es no solo los artistas o la comunidad directamente relacionada con los muralistas que vean en esa pieza, sino personas que van caminando que no tienen quizás conocimiento de lo que está sucediendo y que gracias a ese impacto visual empiezan a hacer un ejercicio crítico de cuestionamiento sobre qué es lo que está pasando. Ahí ya hay un proceso de politización, creo que eso a mí es lo que más me gusta y le encuentro el valor.
¿Cuáles son los desafíos de ser un artista que incomoda al sistema?
El desafío es a veces sentirte periferizado: la exclusión, la falta de acceso, la falta de visibilidad, la distribución desigual de poder, de acceso de todo en todos sentidos. No es algo fácil, no es algo sencillo.
Por eso yo soy un firme creyente que es importante no solamente buscar la ruta de la hegemonía para ocupar ciertos espacios, sino crear nuevos modelos de acceso al poder. Una lógica distinta que busque otras rutas, que no busca ocupar, necesariamente, esos espacios hegemónicos o como se dice popularmente, no obsesionarnos en querernos sentar en la mesa de ellos, sino en crear nuestra propia mesa y dialogar a partir de esos otros espacios.

A pesar de que radicas en E.E.U.U, ¿por qué América Latina es tu fuente de inspiración?
Yo creo que eso es parte de mi identidad, de alguna manera. Creo que América Latina como región está hermanada también con un montón de otras experiencias del sur global. A veces cuando he tenido la oportunidad de estar, por ejemplo, como en el norte de África, Egipto, en Marruecos, veo que al final del día somos como la misma gente. Por ejemplo, cuando viví en Nueva York, mi forma de navegar el espacio era, prácticamente, con todas las comunidades migrantes. Es como una manera de sentirte en casa fuera de casa, creo que es parte del del compromiso histórico que vamos cargando hacia donde nos movamos.
¿Qué se lleva de Jericó?
Me gustaron muchas cosas, sobre todo, me pareció superinteresante el hecho de que las actividades se dieran en el contexto del centro de la ciudad, un espacio público donde las familias están caminando, es como una experiencia intergeneracional, eso es superlindo.
Es un lugar superbello, la comunidad parece ser muy receptiva, muy abierta. Y sobre todo creo que lo que más me llevo es la posibilidad de haber experimentado este ejercicio de descentralizar el arte y la cultura, el hecho de que solo se quede restringido al a los grandes enclaves citadinos. O sea, como pensar que el arte colombiano es Bogotá, Medellín y Cartagena, sino que hay un montón de otras cosas pasando en otros espacios que traen otras narrativas, otro ímpetu, otra energía y eso para mí es mucho más valioso, mucho más este atractivo y más inspirador.

*Contexto estuvo en el Hay Festival Jericó 2025 por invitación de Comfama a medios universitarios de Medellín.
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