De un derecho a un privilegio
9.000 estudiantes están en riesgo alto de deserción, indicó Alexandra Agudelo, secretaria de Educación de Medellín.
Isabela Henao Garrido / isabela.henao@upb.edu.co
La pandemia nos ha envuelto en una nueva realidad, una balanza en la que en uno de sus extremos suma cada día nuevos contagios y muertes a causa de la COVID-19, y en la otra punta se encuentran cada vez menos personas que pueden acceder a la educación.
En un país como Colombia, las clases virtuales dejaron ver la enorme desigualdad que existe entre la población estudiantil, pues la mitad de los habitantes no cuentan con acceso a internet, tal como lo señaló el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones.
“En sectores como El Poblado (zona de estrato económico alto), los estudiantes ya tienen conectividad casi del 100 por ciento, pero en barrios populares la conectividad es muy reducida, en un 60 por ciento”, explicó Albeiro Victoria, presidente de la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA). Esto ilustra claramente cómo la educación ha pasado de ser un derecho a un privilegio.
La Secretaría de Educación de Medellín estima que 8.241 niños desertaron del colegio durante la pandemia. Por su parte, la Secretaría de Educación de Barranquilla reportó que 5.000 estudiantes dejaron las clases. Estas cifras demuestran el gran camino que a Colombia le falta recorrer, uno donde ni la guerra, la pobreza o la falta de medios digitales se interpongan en la formación de los que son el futuro del País.
El confinamiento hizo inaplazable la tarea de transformar los modelos y metodologías de la educación.
Foto: Juliana Duque.
Diana Marcela Gómez, profesora de la Escuela Normal Superior de Amagá, sede Malabrigo, informó que todos los estudiantes de esta zona rural solo disponen de un celular, sin plan de datos y por esta razón recurren a guías de trabajo que se les envían el día lunes y se les reciben los viernes. Este es un claro ejemplo de la falta de conectividad existente en el país. El que un niño pueda acceder a una buena educación no debería depender de la ubicación geográfica o de qué tan ricos son los padres.
Esta brecha de la conectividad no solo afecta a los estudiantes, sino que también se refleja en los educadores. Un análisis del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, evidencia que, “el 48% de los rectores de colegios públicos del país considera que sus docentes no tienen las habilidades técnicas y pedagógicas necesarias para integrar dispositivos digitales en la enseñanza, en contraste, con el 12% de los rectores de colegios privados que manifiesta lo mismo”.
Si los docentes no están capacitados para brindar una educación de calidad, ello se verá reflejado en unas próximas generaciones con déficits en campos como la escritura, lectura, lógica matemática, el pensamiento crítico, en fin. Es necesario quitarnos la venda que traemos hace mucho tiempo, la cual no nos deja ver la realidad de la educación en Colombia, y así poder construir una pertinente, de calidad y sobre todo equitativa.
El país cuenta con un gran desafío para volver a esta emergencia sanitaria una oportunidad para reformar los procesos educativos involucrando las tecnologías digitales.
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