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  • Valentina Múnera Jaramillo /

En Medellín, las madres dedicadas al trabajo sexual agotan recursos

​En medio de la pandemia por Covid-19, el aislamiento obligatorio ha llevado a las trabajadoras sexuales del centro de Medellín, muchas de las cuales son madres cabeza de familia, a tomar medidas que ponen en riesgo su salud y tranquilidad. ​


<< Para las que optan por mantenerse en las calles el reto es doble: subsistir y protegerse.

Foto: Joaquín Sarmiento.



El aislamiento obligatorio que restringe la circulación en las calles ha disminuido casi a cero el número de clientes que buscan servicios sexuales desde el 19 de marzo, cuando se dictaron las primeras medidas de confinamiento. La limitación y las alertas en relación con el contacto físico llenan de incertidumbres las proyecciones de recuperación para las mujeres que ejercen la prostitución.


Falta de registro


Según Mary Luz López, autora del libro Alzo mi voz, a muchas de estas mujeres les ha tocado salir a las calles a exponerse a contagios y multas porque los gastos y las necesidades no dan espera. Otras se encuentran trabajando en negocios abiertos clandestinamente, incluso hay quienes han optado por el microtráfico de estupefacientes. Y es que, aun con las campañas de colectivos como Putamente Poderosas o programas de entidades gubernamentales como la Secretaría de Inclusión Social y Familia, las ayudas humanitarias no han sido suficientes para toda esta comunidad.


“La mayoría de las mujeres están en crisis. Al inicio de la cuarentena se entregaron unos mercados que consistían en una libra de arroz, un kilo de fríjol, azúcar, más o menos con un valor entre $30.000 y $35.000. No es suficiente para calmar el hambre en una familia de dos a tres personas”, indicó Luz Mery Giraldo, representante legal de la corporación Guerreras del Centro. La realidad es que muchas de estas mujeres tienen de tres a cinco hijos y un compañero que también se encuentra sin empleo, pues usualmente son trabajadores con oficios informales igualmente afectado por el encierro. Por tanto, son urgentes para ellas las ayudas que posibiliten el sustento de sus hogares, por lo menos en estos días de inactividad.


El problema no es nuevo


La cotidianidad de estas mujeres siempre se ha visto tocada por la discriminación, las precariedades, los abusos por parte de la fuerza pública, entre otros factores que dificultan la normalización de dicha labor. “Cuando deciden que tienen que salir, porque no hay de otra, como han hecho algunas, lo único que reciben es ser llevadas al CAI, maltrato y abuso por parte de la Policía, comparendos, a lo que ellas responden: ‘que me pongan todos los que quieran, igual no tengo ni para comer’”, indicó Tatiana Cano, integrante del colectivo Putamente Poderosas.


Varias de estas mujeres afirman que lo peor que puede pasar es que se enfermen. Así dijeron entre gritos y algarabía en la segunda entrega de mercados que realizó Putamente Poderosas: “Si no nos mata el COVID, nos mata el hambre”.


Es importante destacar que, para muchas madres trabajadoras sexuales, la angustia por sus hijos, el riesgo de contraer enfermedades, el maltrato por parte de sus familiares y allegados no es algo nuevo. “De uno se aprovecha el de los mandados, el de los tintos, la familia, la iglesia, la sociedad”, contó López. Destacó que, aunque es más difícil conseguir sustento en esta época, las mujeres no cambian el ejercicio de prostitución.


Los matices de un ideal de madre

Muchas de estas madres se sostienen en el ideal de “sacar adelante a los hijos”, que puedan tener, en pocas palabras, “tener lo que ellas nunca tuvieron”. En efecto, hay quienes tienen hijos profesionales que nunca supieron el oficio de sus madres.


Otras alternativas


Para la mayoría de estas mujeres, la única fuente de ingresos es el trabajo sexual y es por esto que algunas están buscando cambiar de oficio para sostenerse, dado su futuro laboral incierto. Algunas de ellas se están reconectando con actividades como la costura, la venta de productos. Otras están buscando opciones como ser modelos webcam, vender fotos, videos, entre otros productos digitales, pero carecen de recursos tecnológicos o no tienen cuentas bancarias para hacer estos oficios.


Las Guerreras del Centro, por otro lado, están buscando sobrellevar la angustia y la ansiedad de esta situación por medio de trabajos manuales, escritura, poesía, interacción en redes sociales con videos y fotos, entre otras cosas. Buscan donaciones de equipos tecnológicos para su progreso, a la vez que aprenden progresivamente el manejo adecuado de las TIC.


Falta también conciencia. Algunas de estas trabajadoras no están tomando las medidas de prevención necesarias. “De alguna cosa nos tendremos que morir, pero el hambre no nos la aguantamos”, expresaron algunas de ellas. Muchas incluso se incomodan ante la idea de evitar el contacto físico. Están buscando trabajo en otros sitios, huyendo de la Policía, evitando que las aborden, tratando de conseguir clientes.


El trabajo sexual afronta retos derivados de la necesidad de evitar el contacto físico. Probablemente disminuya la oferta, algunas voces hablan de formalización y parte importante de quienes ejercen el oficio están buscando alternativas. Pero, según Acevedo, lo que llaman “la gran oportunidad del coronavirus”, no aplica para esta población, porque sería volver a configurar un sistema de vida que viene de hace muchos años.


¿Qué sigue ahora?

“Yo siento que el país está en una situación económica muy complicada, lo cual hace que el panorama sea muy crítico. Sería muy optimista y muy poco realista decir que van a poder vivir de otros oficios en estos momentos”, señaló Cano.


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Informe realizado en el curso Periodismo II, orientado por la profesora Claudia Sánchez Aguiar.


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