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  • Mariana Montaño Acevedo /

Trabajo sexual recibe apoyo por aislamiento

El trabajo sexual es de las actividades que más se han visto afectadas por la pandemia. En Medellín las mujeres cisgénero y transgénero que ejercen este oficio no han tenido la posibilidad de laborar y, en consecuencia, no están teniendo los ingresos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas como la alimentación, dormir en un lugar cubierto o acceder a servicios de salud.


Según Isabella Villegas, historiadora en formación y miembro del colectivo Putamente Poderosas, las trabajadoras sexuales en la ciudad son una población ignorada, pero histórica. Se puede rastrear desde finales del siglo XIX cuando Coriolano Amador fundó la plaza de mercado cubierta en Guayaquil. “Cuando Guayaquil cayó en desgracia porque la plaza se quemó, el trabajo sexual se trasladó a Lovaina y allí tuvo su época gloriosa. Eran burdeles donde se tomaban decisiones de índole nacional entre los años 50 y 60”, comentó Villegas.


Hacia los años 70 y 80 Lovaina perdió su acogida entre las élites del país debido a prohibiciones de los gobiernos municipales que llevaron a que la prostitución se tuviera que desempeñar en la clandestinidad. Así las trabajadoras sexuales empezaron a migrar a zonas del centro como La Veracruz, La Candelaria, Calibío y los alrededores del Museo de Antioquia, hasta hoy es una zona que se conserva como “el lugar con más prostitución callejera de Medellín”, explicó Villegas.


Para apoyar a esta población que ejerce en el centro de la ciudad, varios colectivos no gubernamentales y entidades del Estado han generado campañas y programas para recoger fondos y ayudar tanto a las trabajadoras sexuales como a todos los que viven de la informalidad, del diario.


El colectivo Putamente Poderosas vincula mujeres preparadas para diferentes profesiones en favor de trabajadores informales del Centro de Medellín. Foto: @evelinessesvelev


Yo me quedo en casa y Noche a 10 mil: Putamente Poderosas


Uno de los colectivos es Putamente Poderosas, que desde el 17 de marzo adelanta una campaña con la que, para el 8 de junio, lograron recaudar 310 millones de pesos. La iniciativa con el nombre Yo me quedo en casa, comenzó de la mano del director del periódico Universo Centro, Juan Fernando Ospina, y tuvo seis etapas.


En la primera fase se hizo una campaña de concientización, con la participación de voluntarios del colectivo que recorrieron las calles del centro, lugares como el Parque Bolívar, el Parque Berrío y La Veracruz, repartieron geles antibacteriales y volantes a las trabajadoras sexuales y vendedores ambulantes. Los datos que contenía el papel se referían al autocuidado ante la contingencia de salud de la COVID-19 y recomendaciones específicas para ejercer la prostitución.


Además, se elaboró un rastreo de información de las personas que serían beneficiadas con mercados y auxilios de alojamiento. La segunda y tercera etapa consistieron en la repartición de los recursos. Fueron posibles gracias a la ayuda de entidades como la Gerencia del Centro, la Policía Nacional, el Museo de Antioquia y la Subsecretaría de Espacio Público, que citaron a las personas inscritas previamente a un punto de encuentro.


Para los siguientes ciclos de entregas, el colectivo decidió implementar estrategias que les permitieran seguir apoyando a esta población, pero sin generar aglomeraciones que se pudieran convertir en un riesgo de salud pública. Seleccionaron a cinco mujeres del Área Metropolitana que pertenecían al programa de beneficiados y les entregaron 21 mercados para que los repartieran en su comunidad. También establecieron relaciones directas con cinco inquilinatos del centro para enviar directamente las ayudas humanitarias y pagar el valor de alojamiento a los administradores.


El proyecto no finalizó allí, se transformó con el nombre de Noche a 10 mil, que consiste en realizar mínimo una donación de 10 mil pesos (el valor de una noche en un inquilinato), la meta de 25 millones de pesos semanales.


Tatiana Cano, miembro del colectivo, acotó que “las campañas se basan en la empatía de las personas, lanzamos la campaña Noche a 10 mil y ya estamos trabajando en otra. La idea es que mientras el aislamiento inteligente siga, nosotras vamos a seguir en campaña”.


Putamente Poderosas con sus diversas campañas, hasta el 8 de junio, logró impactar a más de mil familias, no solo a trabajadoras sexuales ligadas al colectivo, sino también a algunos miembros de la Red Popular Trans y trabajadores informales.

¿Qué es Putamente Poderosas?

Putamente Poderosas es un colectivo joven que se lanzó el 5 de marzo de este año. Este busca resignificar la palabra puta y dar voz a las trabajadoras sexuales de Medellín, para que estas se empoderen de su labor y su dignidad humana. Lo conforman nueve mujeres, la mayoría hacían parte del voluntariado de la corporación Guerreras del Centro.


Apoya a una guerrera


La organización Las Guerreras del Centro, conformada por mujeres que ejercen o ejercieron el trabajo sexual, también se está viendo afectada por la contingencia. Luz Mery Giraldo, representante legal del colectivo, comentó que las guerreras han logrado subsistir gracias a unas ayudas entregadas desde la Secretaría de las Mujeres y a unos auxilios de quienes las sigue y conoce.


En las redes sociales del colectivo hay una convocatoria llamada Apoya a una Guerrera, consiste en una invitación a la comunidad para ayudar a estas mujeres, la mayoría vive del trabajo informal. Solicita apoyo económico o en especie y está siendo recolectado en la Galería Divas en la calle Barbacoas, gracias a que su propietario Miguel Gallardo.


Además, esta comunidad de mujeres se está reinventando, trasladó sus performances de las calles a las redes sociales, comparten videos bailando o cantando, podcast con sus historias y las costuras que han realizado en este tiempo de cuarentena. “No todas tenemos el conocimiento en tecnologías, la virtualidad es lo que se impone entre nosotras y nos estamos capacitando en el manejo de las TIC”, dijo Giraldo.


Para ello, están solicitando a las personas que tengan computadores y teléfonos inteligentes que les donen. También piden voluntarios que las acompañen a adaptarse a las nuevas tecnologías. “Este es nuestro nuevo reto, que todas tengan acceso a esta tecnología. Siempre estamos pensando en diferentes alternativas que nos permitan seguir en contacto y trabajando por dignificar el trabajo sexual”, aseguró Giraldo.


La estrategia es de ayuda e información. Las mismas trabajadoras sexuales son cogestoras del trabajo.

Foto: Putamente Poderosas.


Acompañamiento por parte del gobierno


Ismaria Zapata, representante en el Concejo de Medellín del movimiento político Estamos Listas, afirmó que desde la Alcaldía sí existe un programa para atender a las personas en situación de calle. “Desde la concejalía revisamos cómo se distribuyeron estos recursos, y en las comunas 10 y 4, que son históricamente en las que se ha concentrado el trabajo sexual, se repartieron más de dos mil y ocho mil ayudas respectivamente. Pero no tenemos conocimiento de cuántas de esas personas ejercen el trabajo sexual”, aclaró Zapata.


Según ella, Estamos Listas realizó unas bases de datos de las mujeres trabajadoras sexuales que viven en los inquilinatos. “La Alcaldía sabe muy bien dónde están las mujeres trabajadoras sexuales de Medellín, pero le hemos preguntado a la Subsecretaría de Seguridad cuáles de esas ayudas han llegado a esta población y no tiene conocimiento de estas cifras”.


Por parte del Estado no existe un programa de ayudas específico a esta población y el acompañamiento que se ha percibido en esta cuarentena se ha enfocado en estratos socioeconómicos, no en poblaciones específicas. Para Villegas, “los colectivos particulares han estado tratando de tapar los huecos que se hacen mientras llega el Estado eficientemente”.


Más sobre las Guerreras del Centro

Guerreras del Centro es una corporación que busca resignificar a las trabajadoras sexuales de Medellín. Son ocho mujeres adultas que ejercen o ejercieron esta labor. Mediante expresiones artísticas como el baile, la poesía, la actuación, marroquinería y tejeduría, cuentan sus historias de vida para devolver el respeto y la dignidad a las mujeres trabajadoras sexuales.

Estas son las recomendaciones que reciben las trabajadoras sexuales del Centro, por parte de colectivos ciudadanos.

Foto: cortesía.

Panorama general del trabajo sexual en Colombia

El último censo de prostitución que se realizó en el país data del año 1963. Por lo tanto, no existen cifras actuales que expongan el panorama del trabajo sexual en Colombia. Esta es una labor permitida y reconocida como un trabajo válido y digno por la Corte Constitucional como se admite en la sentencia T-629 de 2010, sin embargo, no hay un marco jurídico específico que regule el oficio.




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