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  • Alejandro Zapata Peña /

Un adulto distinto, con el teatro o sin él

La vida de John Fredy Bedoya Castaño, director y profesor de teatro por más de 25 años, es un viaje por el cosmos de las artes escénicas y la experiencia de vida de muchos jóvenes en los barrios populares de Medellín.




Desde sus 13 años Fredy Bedoya se ha encontrado con la destreza de hacer teatro en los diferentes barrios populares de la ciudad. No le importa si es en las afueras de un colegio, una cancha de fútbol o una manga, con tal de hallar un grupo de jóvenes entusiasmados, no dudará de estar ahí para transmitirles el encanto de articular gestos, emociones y sensaciones ante un público.


Criado en el barrio Loreto —comuna 9 de Medellín—, Bedoya aprendió a distinguir que otro tipo de actividades, distintas a estar en las esquinas delinquiendo, le llamaban más la atención. Junto con él, muchos amigos empezaron a apostarle al arte que nace y se configura en los jóvenes; que son aquellos chicos y chicas fervorosos de estudiar y compaginar a sus hábitos cotidianos la producción escénica. Corporación Nuestra Gente, ubicada en la comuna 2 ­—Santa Cruz— es uno de esos lugares en el cual Fredy expresa y comparte con todo su hervor la magia de proponer espacios distintos; rebosantes de aprendizaje y emociones.


Teatro, comunidad y juventud. Elementos que se conjugan en la apuesta de Nuestra Gente y que han dejado huella en la Comuna 2 y en la ciudad. Foto: Nuestra Gente.


¿Qué siente al estar dirigiendo adolescentes en el ámbito teatral?


Yo me emociono. Para mí, hacer teatro es de emoción. Tengo dificultades con el tema de ser profesor, porque realmente no quiero asumir esa responsabilidad de serlo, pero cuando estoy con los grupos, lo que trato es que entiendan que esto lo tiene que atravesar a uno por el corazón, entonces si yo quiero que ellos entiendan que esto es emoción, que esto es deseo, que esto es ganas, eso me tiene que pasar a mí. Si yo les digo con un libro, vean: “el teatro es el deseo… según fulanito de tal es una emoción…” No, no, no, según fulanito no; según como lo vivamos, y lo tenemos que vivir desde la experiencia emotiva y apasionada, para mí el teatro es eso y estar con los jóvenes es eso. Yo me siento Drácula porque yo no los pongo a hacer nada que no sepa hacer, en unos años voy a estar sentado. Pero ahora que tengo el ánimo y que el cuerpo todavía me responde, hago con ellos todos los ejercicios.


Si no me emociono haciendo teatro, enseñando teatro, explicando teatro, investigando cómo hacer una escena, si no me emociono en esa acción, ¿cómo le voy a pedir a ellos que se emocionen? Disfruto, me río, gozo y paso muy bueno. Disfruto mucho porque me siento Drácula. Drácula necesitaba beber sangre para estar siempre inmortal y joven, siento que compartir con ellos —no me hace inmortal—, pero sí me hace sentir joven, joven en cuanto al ánimo, joven en cuanto al deseo, a las ganas, una cosa será el cuerpo en unos años, pero otra cosa va a ser ese espíritu que ellos me regalan en cada ensayo, trabajar con jóvenes es eso; es que a veces nos puteamos, pero nos abrazamos también. La energía de ellos es poderosa.


Teniendo en cuenta estos sentimientos, ¿qué opina de que los jóvenes practiquen teatro?


Para mí ha sido muy natural que los jóvenes lo practiquen. Cuando yo empiezo a hacer teatro lo hago con jóvenes de barrio en una apuesta muy social­ —digamos que era para nosotros en el barrio­—. Nos presentábamos en una esquina, en una cancha, no teníamos un teatro, ni nos presentábamos dentro de los colegios. El teatro que hacíamos era callejero, era presentar en cualquier parte. Siempre con ese sentido de lo social. Es una posibilidad de que un niño juegue de otra manera, no siempre a la guerra y con carritos, sino que haga unos juegos donde él a partir del juego se reconozca a él y reconozca a otros, eso empieza a ser muy importante. A los jóvenes les empieza a pasar lo mismo, solo cuando estás ahí y ves los cambios de un joven que está en un grupo en el cual se manejan valores distintos, intereses distintos a los del dinero, el vicio, la corrupción, hace jóvenes distintos, el teatro te propone otros mundos posibles.


Siendo los jóvenes protagonistas, ¿cuáles son los principales retos con los chicos y chicas que empiezan en este arte?


Ser joven hoy en día es más difícil porque tienes muchas cosas que te distraen, el mundo ha inventado un montón de cosas que te distraen, y recuerdo cuando era joven. Me distraje jugando fútbol; no tenía Play, Xbox, no tenía internet. El mundo va cambiando y los retos también. Cuando llegué a esta casa ­ [Corporación Nuestra Gente] los jóvenes tenían una carencia económica enorme, teníamos a niños que se iban a la escuela sin desayunar, muchas veces venían y aquí almorzábamos, lo cual era su primer alimento del día, había esa carencia.


Por otra parte, hacíamos ejercicios en los cuales les preguntaba qué se veían haciendo en 5 años, y decían que querían trabajar, pero ¿quién dictaba eso?, La necesidad. El 90% de ellos no veía la posibilidad de seguir estudiando, se proyectaban terminando el colegio y saliendo a trabajar. El teatro sirvió para ir cambiando el chip. De pronto, pasado ese tiempo, todos se fueron a estudiar, esa fue de las alegrías más grandes que he sentido en mi vida a partir de un proceso.


Para mí es un logro, una maravilla, siempre lo he recalcado cuando vienen a visitarme, el logro más grande que hemos tenido desde el 2008 es que hoy los jóvenes que vienen a Nuestra Gente, todos desean estudiar, todos ven la universidad como una opción, eso ha cambiado las condiciones de vida de muchos de ellos.


A su vez hablamos de dificultades, ¿cuáles cree que acechan a los chicos en esta ciudad?


La violencia. Te pongo el ejemplo de cinco compañeros. Ellos eran de la calle, de la esquina, sardinitos, como si no tuvieran papá y mamá, hacían lo que les daba la gana, les encantaba el fútbol, mantenían esta casa azotada a piedra, quebraban los vidrios, porque no eran parte de la casa. Un día una compañera los vio arrojando piedras y en ese instante los convenció de unirse a un grupo que estaba yo empezando a desarrollar. Desde eso empezaron a asistir, eso sí, todo el día jugaban fútbol, estaban en las calles y yo decía: “Están tan cerca del espacio de la violencia”, tan cerca al espacio de la banda, del crimen, del bandido, ellos van a terminar allá. Pero los empezamos a “robar” de esos espacios, —de esos cinco tres muy encarretados—, de ellos, solo uno cayó en las redes de la violencia.


Siendo tan evidente la violencia como un problema, ¿cómo afrontar este inconveniente?


El teatro no salva, lo que te posibilita es encontrarte con otra gente. Es el encuentro con los otros. Esos pelaos que no veían la posibilidad de estudiar, terminaron estudiando, ellos que estuvieron tan cerquita de ese otro mundo, lograron aquí encontrar otra posibilidad gracias al encuentro con el otro. Vos venís aquí y encuentras un grupo, empiezas a encontrar por ejemplo identidad con Sara, a Sara le gusta leer, Sara te presta el libro y empiezas a leer, ella te invita a eventos culturales, te dice: “¿Vamos a la universidad que hay un concierto?”. Es decir, empieza a ver un contagio bacano, que hace que entre ella y vos se transformen, solo que el teatro te da, te empuja, te invita.






<< La casa amarilla, sede de Nuestra Gente, es punto de referencia barrial y de toda la ciudad. Foto: Nuestra Gente.







Hablando de la parte económica, según el subsecretario de Cultura y Ciudadanía, Álvaro Narváez Díaz, hay 2 200 millones para el programa de Salas Abiertas este año, ¿es suficiente este presupuesto entre 20 a 30 espacios teatrales de la ciudad?


Cada vez es más poquito, mermó el presupuesto. Pero hay cada vez más salas. Eso está bien que haya salas. Hace un rato decías que las salas están cerradas, pareciera que a nadie le importara que las salas de teatro estén cerradas, pero ¡qué miseria el pueblo que no tenga una sala de teatro abierta! Sería muy triste. Uno celebra que cada vez haya más salas de teatro, sabe lo duro que se le viene al que arma una sala de teatro, es muy duro mantener una sala abierta, una cosa muy compleja, pero necesaria. Juntar al menos 10 personas es muy duro.


Cuando hablamos del tema del dinero uno piensa que todos tenemos derechos a tener el sueño de una sala, pero el sueño de una sala tiene que ser el sueño de una ciudad. Un niño de aquí de Nuestra Gente decía hace días: “si Medellín tuviera en todos los barrios una casa amarilla o una casa como Nuestra Gente, de verdad que Medellín sería una ciudad de progreso, una ciudad diferente”. Yo le creo a él, pero eso tendría que tener una voluntad política de parte de los gobiernos, diferente a la que tienen, porque ahora lo que tienen es un presupuesto que funciona como una gran bolsa de la que todos tienen que comer de ahí, lo peor es que no todos alcanzan a comer. No se puede negar, Salas Abiertas es una ayuda muy tremenda, si nosotros nos quedamos sin Salas Abiertas un año sería un golpe muy bajo.


¿Cómo incentivar a los jóvenes a estudiar este arte?


Aquí llegó un chico. Lo aprendí a querer mucho, él llegó y no se hacía querer, llegó porque su novia estaba aquí, entonces él quería hacer teatro con su novia, fue buen estudiante, empezó a encarretarse con el teatro, el teatro lo empezó a absorber, empezó a sentir responsabilidad con el grupo, a veces peleaba con el grupo, comentaba: “Solo quiero estudiar para mandar, para que me hagan caso”.


El chico se gradúa y se regresa para su pueblo, tiempo después me llama y me dice que le ayude, y yo: “¿Con qué?” y él dice que quiere desde el arte hacer un proyecto para contrarrestar el tema de los suicidios en el pueblo. Él, que solo estaba preocupado por trabajar y mandar, pasó por un espacio que lo sensibilizó de una manera, se le abrió el mundo. Es un adulto distinto, como él hay muchos.


Yo fui joven y siempre entendí que ser joven es un pasito, que hay un momento en el que voy a dejar de ser joven, siento que, si un joven se acerca al arte y logra construir desde ahí identidades, símbolos, amigos, si logra hacer eso —ese paso de la juventud— es de una firmeza enorme. Eso te va a ser un adulto distinto, te dediques o no al teatro.


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