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  • Camilo Pérez Montoya / pemocamilo@gmail.com

Las poderosas que socorren a los trabajadores informales por la pandemia

En el marco de la emergencia del COVID-19, el colectivo Putamente Poderosas adelantaron una colecta para que las trabajadoras sexuales y trabajadores informales del Centro de Medellín puedan confinarse en casa. ¿Qué es lo que busca esta agrupación de mujeres?


El trabajo sexual en Colombia está amparado por la Sentencia T-736/15. Sin embargo, no existe ninguna ley o decreto que regule la actividad de las trabajadoras sexuales, lo que les impide acceder a beneficios como seguridad social, salud o subsidios. En este limbo jurídico, Putamente Poderosas se levanta como un colectivo que está dedicado al trabajo social y acompañamiento a trabajadoras sexuales, que busca la dignificación de la vida de estas mujeres y del término “puta” que tradicionalmente se les ha atribuido. Melissa Toro es una de sus líderes y fundadoras que desde su gestión busca engrandecer la vida de estas mujeres dedicadas al llamado oficio más viejo del mundo y que por ello han sufrido discriminación.


¿Cómo se formó el colectivo?


Somos cinco fundadoras de Putamente Poderosas. Adquirimos experiencia en dos años y medio con las Guerreras del Centro y nosotras éramos el equipo detrás. El año pasado, a finales de noviembre, decidimos que las Guerreras podían caminar solas, hacer sus trabajos solas. Nuestros intereses eran muy diferentes y no queríamos quedarnos solo en ocho u once mujeres, sino poder impactar a un público más allá de ellas.


Putamente Poderosas surge a partir del proceso de apoyo a otro colectivo conocido como Las Guerreras del Centro.

Foto: Cristhian Agudelo.


En sus redes sociales, dicen que buscan resignificar la palabra puta y la vida de las trabajadoras sexuales en Medellín. ¿Qué resignificación desean darle a esa palabra?


La palabra puta siempre ha estado alineada a un tabú muy grande y a barreras superfuertes socialmente hablando. Nosotros lo que queremos es mostrar la otra cara y entender que las putas son seres comunes y silvestres como nosotras; son mujeres creadoras, mujeres con ideas maravillosas, son mujeres que sus contextos y sus realidades las han puestos en donde están, porque la mayoría de trabajadoras sexuales están en contexto de prostitución porque la vida que les ha tocado las ha llevado ahí: por falta de educación, de oportunidades o porque han sido violentadas, violadas o desplazadas. Nos quisimos llamar Putamente Poderosas porque “putamente” significa “muy, mucho, bastante. Algo expansivo” y es lo que nosotros queremos mostrar con esa palabra y desde lo que nosotras como gestoras podemos ser.


¿Qué estrategias o actividades implementan para lograr esa resignificación?


Tenemos talleres como una actividad muy linda que tenemos en Comfama todos los miércoles a las 5:30 de la tarde que se llama Puta, cadeneta y chisme, donde enseñamos diferentes dinámicas manuales. En el primer bimestre, vamos a hacer la técnica del collage, ya que por medio de él estamos resignificando la palabra puta, donde hablamos de putas, hablamos con putas y hablamos para mostrarle a la sociedad lo que no se ha permitido. Lo que nosotros intentamos ser esa plataforma y ese enlace entre las prostitutas, el Estado y la misma ciudadanía.


También estamos planeando un espacio literario donde vamos a trabajar la escritura y la literatura. Estamos también diseñando una marca de joyería donde tres de las diseñadoras son prostitutas.


¿Cómo se pueden medir los resultados de esas estrategias?


Más que medir resultados, es ver las transformaciones de vida que están sucediendo en ellas y ver también la respuesta de la gente, la ciudadanía, el público que nos ve, la respuesta a las redes sociales. Esos pueden ser los medidores de las estrategias.


¿Con cuántas mujeres trabajan?


En este momento, estamos trabajando con ocho mujeres fijas con las que estamos teniendo estos procesos y acompañamientos. Pero por la campaña que lanzamos por el COVID-19 hemos impactado a demasiadas mujeres que están en contexto de prostitución.


¿Qué tipo de mujeres son, en qué condiciones sociales viven?


Son mujeres que no han tenido acceso a educación, que viven en inquilinatos o algunas viven en casas arrendadas, viven en barrios lejos del sector del centro; son mujeres cabezas de familia: la que menos hijos tiene, tiene tres hijos. Toda su vida la han destinado a estar paradas en una esquina a que las compren, para ellas no ha existido una realidad más allá que vender su cuerpo.


¿Cuáles son los mayores retos o complicaciones que implica ser trabajadora sexual en Medellín?


El mayor reto es que no hay leyes que cobijen a las trabajadoras sexuales, ellas no tienen ninguna garantía para ejercer este oficio aquí, es algo que es legal pero no está regularizado. Ellas no tienen subsidios ni ayudas ni tarjetas alimenticias ni subsidios de vivienda, no tienen acceso a una salud o a una pensión. Más que todo es esa seguridad de hacer lo que ellas hacen. Los feminicidios que más suceden en Medellín pasan en el centro, porque es eso: la mataron por puta y no pasa nada. Por eso creo que lo más complejo es la seguridad de ejercer ese oficio.


En el Código de Policía hay artículos que exigen que las trabajadoras sexuales tengan un carné de sanidad expedido por una autoridad de salud y que solo pueden operar en ciertas zonas señaladas en el Plan de Ordenamiento Territorial. Según la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe, estos dos artículos son un impedimento para el ejercicio libre de las trabajadoras sexuales y contribuyen a la violencia institucional hacia las trabajadoras sexuales, ¿es así?


Muchas veces ya no tienen ese carné. La carnetización sucedía años atrás e inclusive les tocaba hacer filas gigantes, hacerse las pruebas de que estuvieran sanas y les regalaban las pruebas de VIH. Y sí, yo pienso que una de las cosas que se deben hacer principalmente es educar a estas personas —Espacio Público, Policía Nacional— sobre el trato de ellas, no solo de las trabajadoras sexuales sino de los trabajadores informales, y que no es un trato cualquiera sino que debería ser un trato especial.


Las integrantes de Putamente Poderosas lideraron una campaña de recolección de ayudas para trabajadoras sexuales y trabajadores informales del Centro con ocasión de las medidas adoptadas ante la pandemia por Coronavirus.

Foto: Sergio González.


La campaña que adelantan en este momento es un ejemplo de las actividades que ustedes emprenden para lograr su propósito. ¿Cómo ha avanzado la campaña, qué resultados han tenido, cómo ha respondido la gente?


La campaña ha sido magnífica y se ha visto reflejada la solidaridad de las personas, y siento que hemos tenido una operación muy efectiva y que la gente está muy contenta con los resultados que estamos teniendo. Hasta el momento hemos recaudado más de 30 millones, se han hecho dos entregas oficiales, todos los dineros y mercados han sido destinado, hemos entregado sobres con 100 mil pesos a más de 100 personas, otros de 60 mil pesos a más de 140 personas y hemos entregado en total 300 mercados (lea AQUÍ el informe publicado por el colectivo al 8 de abril de 2020). La capacidad de impacto ha sido muchísima y hemos estado sorprendidas por todo esto, ha sido muy bonito porque hemos tenido un acompañamiento muy fuerte de la Secretaría de Inclusión, la Secretaría de Espacio Público, de la Policía Nacional que nos han apoyado en esta idea de poder llegar, sensibilizar y entregar un subsidio — porque no basta con solo el mercado, debe ser un complemento entre subsidio y alimento—. Estamos en la tercera etapa y vamos a continuar, porque esto apenas acaba de empezar.


¿Cómo se ve Putamente Poderosas de aquí a tres, cinco años; cuál es esa visión?


La visión es que tenemos que ser políticamente poderosas, creo que es una parte a donde tenemos que apuntar juntamente. Yo cierro los ojos y sueño que de este colectivo tiene que salir la secretaria de las Prostitutas, un sindicato donde cada año haya una marcha por los derechos de estas mujeres; que empecemos a tener una sensibilización y concientización tan fuertes que ellas entiendan que están en sus derechos de reclamar lo que les corresponde y de hacerle un llamado, un grito al Estado de que por fin las escuche y las haga parte de la sociedad.


Para la entrega de ayudas durante la pandemia Putamente Poderosas recibió apoyo de dependencias municipales y la ciudadanía. Foto: Sergio González.



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