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  • Daniela Morales Álvarez

La empatía en tiempos de crisis

Debido a la crisis sanitaria por la que está pasando el mundo con el Covid-19, el presidente Iván Duque decretó aislamiento obligatorio en todo el país desde el 25 de marzo hasta el 26 de abril, señalando que se trata de “una medida para la salud y para la vida”. Dicho decreto presenta 34 excepciones, entre las que se encuentran asistencia médica y adquisición de bienes de primera necesidad. Igualmente, quien no acate estas instrucciones será sancionado de acuerdo con el artículo 368 del Código Penal, el cual afirma que: “El que viole medida sanitaria adoptada por la autoridad competente para impedir la introducción o propagación de una epidemia, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años.”


Ahora, si bien la manera más efectiva para combatir el virus es el aislamiento social, ¿es posible aplicar esta medida en la Colombia desigual en la que vivimos?


Hasta los animales callejeros han sido objeto de las medidas tomadas durante la emergencia sanitaria.

Foto: Alcaldía de Medellín.


Aun estando en toque de queda, cientos de colombianos salieron a las calles, entre esos muchos trabajadores informales que, en diferentes ciudades del país, fueron trabajar normalmente o a exigir ayudas al Gobierno, sin tener presente las decisiones tomadas por este último frente a la amenaza del Covid-19. Ante esto, las críticas no se hicieron esperar, porque es cierto que salir a las calles es una irresponsabilidad y es ponerse en riesgo a sí mismo y a los demás. Sin embargo, es fácil echar culpas y criticar esta situación cuando se está en una posición de privilegio; es fácil decir “yo me quedo en casa” para el que tiene un trabajo estable y un sueldo mensual, además de estar en condiciones para acatar el aislamiento. Pero hay que dejar un poco de lado ese egocentrismo y el “primero yo, segundo yo y tercero yo”, y entender que afuera de la burbuja hay una realidad desigual en la que viven otras personas que no cuentan con las mismas condiciones ni pueden acceder a cosas tan básicas como un mercado. Un poquito de empatía, por favor.


“La medida es necesaria”, ¡claro que es necesaria! Es lo mejor que se puede hacer para reducir el riesgo de contagio. No obstante, implementar un aislamiento obligatorio en Colombia y lograr que toda la población lo asuma de manera apropiada es más complejo de lo que pensamos, porque esto no se trata simplemente de poner un hashtag en redes. No podemos olvidarnos de la desigualdad y pobreza que vive el país, o de que el desempleo está alrededor del 13%, ni podemos ignorar que hay personas dependientes de sus ventas diarias para conseguir los alimentos que llevan al hogar (donde en muchos casos son más de 4 personas), y que no pueden permitirse quedarse en su casa mientras escasea la comida y aumentan las deudas. Estas personas -entre ellas los vendedores ambulantes- no salen porque quieren o porque están en contra de esta medida, lo hacen porque se ven obligados, y sí, son conscientes del riesgo al que se exponen al salir de casa, pero también expresan que, si se encierran, no van a tener con qué vivir.


Es obligación del Estado proveer las condiciones adecuadas para que todos los colombianos podamos responder correctamente a esta cuarentena, y aunque al principio las decisiones fueron tomadas buscando un bien general, pero ignorando necesidades particulares, ahora se está mostrando apoyo a la gente en condición de vulnerabilidad. Se han visto ayudas con el fin de garantizar, por lo menos, un ingreso para el sustento de los colombianos vulnerables durante estos días. El Primer Mandatario anunció un auxilio económico de $160 mil pesos para los trabajadores informales debido a la emergencia. Asimismo, la Alcaldía de Bogotá destinará un monto de $423 mil pesos para familias que se encuentren en condición de pobreza, y un auxilio de $178 mil para hogares vulnerables que no puedan acceder a una canasta mínima de alimentación; todo esto con el propósito de seguir debidamente el proceso durante la cuarentena.


Es importante recalcar que, en tiempos de crisis, y sobre todo ahora tratándose de una emergencia sanitaria, todos tenemos una responsabilidad social que debemos asumir y cumplir. Hay que dejar ese individualismo y egoísmo y empezar a ponernos en los zapatos del otro. Con un Estado presente y el esfuerzo de todos, seguro que podremos manejar bien la crisis y pasará pronto, en lo posible. Es hora de demostrar nuestra solidaridad y empatía.



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