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  • María Alejandra Cardona Aizpurúa / Semillero

Producciones El Retorno, narrativas para un campo con memoria.  #ElCineDesdeJardín (VI)

Si nosotros queremos conocer el territorio, nosotros mismos debemos honrar esa memoria y saber qué hay en nuestra comunidad para poder defenderlo

Julián David Nava Zuluaga, miembro de Producciones El Retorno.



La historia está compuesta en gran parte por discursos hegemónicos contados por citadinos que narran a las víctimas de las problemáticas en sus relatos. Producciones El Retorno es un grupo apoyado por la Asociación Campesina de Antioquia (ACA), quien por medio de su Escuela de Creación Audiovisual ha buscado darle un giro de tuerca a esta dinámica, haciendo que esos “otros” se narren a sí mismos y a su territorio, y con ello desdibujando esa imagen de víctimas que se les ha impuesto, para mostrarlos como los protagonistas y contadores de su propia realidad.


Esta propuesta audiovisual tuvo la oportunidad de mostrar tres relatos de su serie documental Memoria y Territorio (2015) en el 4to Festival de Cine de Jardín, en el que los realizadores César Daza y Julián Nava, realizadores documentales oriundos del municipio de San Francisco, junto con uno de sus guías en este proceso, hablaron sobre su proyecto.


Producciones El Retorno nació en el año 2003 a raíz de la preocupación que existía por el desplazamiento masivo en el campo y por la necesidad de los campesinos de volver a sus tierras. Desde entonces, El Retorno ha trabajado de la mano con estas personas para que se narren a sí mismas audiovisualmente, para recuperar el tejido social del sector rural.


Esta conversación con uno de los jóvenes realizadores del oriente antioqueño, Julián David Nava Zuluaga, ofrece una idea más amplia y cercana de este proyecto y de su significado para él y su municipio.


¿Cómo inició tu trayecto en este proyecto de Producciones El Retorno?


Me hicieron la invitación desde el área de comunicaciones de la Asociación para formar parte del proceso al ser un joven amante de los aparatos electrónicos. Inmediatamente dije que sí, ¿por qué no? Mis compañeros empezaron el año 2008, yo lo hice en el 2011; ellos duraron dos años sin tocar una cámara, estaban en talleres de formación; yo pude entrar grabando y solo con el conocimiento de saber qué era una cámara y para qué servía.


¿Qué ha significado para ti poder conocer tu territorio a través de la cámara?, ¿lo has visto diferente a través del lente?


Conocer el territorio a través de las cámaras me ha permitido entender no solo el espacio físico. He caminado las tierras de mis ancestros como en el documental Por las huellas de los abuelos (2013). Los jóvenes que fuimos conocimos los caminos que transitaban nuestros antepasados y nos dimos cuenta del esfuerzo que hacían para construir las comunidades a través de caminos lejanos y en una geografía difícil para caminar, inclusive para respirar.


He podido conocer el territorio a través de sus relatos. Las personas que están a nuestro lado tienen muchas historias por contar que no se conocen si no preguntamos y no investigamos cómo era todo antes y qué podemos aprender del pasado.


¿Cómo ha impacto este proceso de memoria audiovisual en el municipio?


Desde las comunidades nos hemos ido dando a conocer porque trabajamos con ellas y deben saber lo que hacemos. Vamos donde están, les contamos qué vamos a hacer y les hacemos proyecciones. Al principio las comunidades eran más reacias, nos decían “no me ponga esa cámara ahí”, “no me gustan estas cosas, ¿para qué?”, pero con el tiempo ha ido cambiando su forma de vernos, y ya hasta las mismas comunidades nos llaman, nos invitan a grabar, a proyectar una película, etcétera, y eso nos gusta.


¿Sientes que la gente del campo quiere contarse y trabajar la memoria?


Mi municipio está trabajando la memoria desde la Sociedad Campesina de Antioquia, específicamente desde el área de comunicaciones. Ha habido muchos procesos llevados a cabo a raíz de la violencia, pero siempre fue eso; se sabe que se ha perdido mucho tejido social y muchas historias por el conflicto armado.


San Francisco tenía una población aproximada de 12.000 habitantes y después del desplazamiento masivo pasó a tener solamente 4.000 habitantes. Muchas personas no lo saben, por eso el ejercicio de crear memoria es importante para las comunidades, porque no solo sirve para aprender, sino para que las nuevas generaciones puedan también conocer lo que pasó.


En el conversatorio mencionaste que no quieren hablar más en estos documentales sobre el conflicto, ¿por qué te parece importe que se hable o no se hable sobre violencia?


En cuanto a la guerra siempre va a ser importante recordar lo que pasó, la frase de “el que no conoce su historia está condenado a repetirla” es cierta, pero pasa que las comunidades muchas veces dicen: “Hey, no queremos ver más violencia, estamos cansados”, y nosotros hemos decidido optar por otros medios de memoria: conocer las historias que esconden las comunidades, los viejos, relatos como el que nos contaba una señora de cómo antes bailaban los hombres con los hombres y entre las mujeres no se veía, y que ahora las mujeres bailan igual. Yo nunca me hubiera imaginado a los hombres bailando entre ellos, yo los creía más conservadores, y si no nos damos a la tarea de contar estas historias, no podremos conocerlas.


Ustedes están haciendo el ejercicio de contarse desde el territorio, no por medio de alguien ajeno, ¿por qué es importante que ustedes mismos se narren y que se descentralice el cine para mostrarlo desde varios sectores?


Eso siempre nos lo hemos preguntado y hemos llegado a la conclusión de que son los de fuera, los de la ciudad, e incluso los extranjeros los que conocen más lo que hay en el territorio que lo que nosotros conocemos en realidad; por ejemplo, específicamente hablando de la biodiversidad, nosotros estamos acostumbrados a ver el mismo pájaro todos los días y se vuelve parte de la rutina, pero llega un extranjero y nos explica qué significa ese pájaro y su importancia, cosa que no sabíamos antes. Por eso, si nosotros queremos conocer el territorio, nosotros mismos debemos honrar esa memoria y saber qué hay en nuestra comunidad para poder defenderlo.


Si viene alguien de afuera, poder decirle que nosotros ya sabemos y entendemos cómo funciona nuestra tierra. No que vengan y nos llenen de talleres y hagan trabajos para alimentar su conocimiento, se vayan y nos dejen. Eso pasa, dejan las comunidades, por eso es importante que desde dentro surjan estos procesos de crear memoria con las comunidades y para ellas.


Finalmente, ¿cuáles son los planes a futuro que tienen y dónde los podemos encontrar para seguir su trabajo?

En el futuro pensamos seguir con este proceso a través de la Escuela de Creación Documental. Tenemos los semilleros creativos, que son espacios para compartir con jóvenes y niños en que replicamos todo lo que hemos aprendido durante estos años a la gente del campo. Seguiremos con los cineclubes y espacios con las comunidades y la Red de Biodiversidad con que llevamos dos años trabajando. Para los que nos quieran seguir, pueden encontrarnos en todas las plataformas digitales como Producciones El Retorno.




Foto: María Alejandra Cardona Aizpurúa, miembro del Semillero Óptico. En el extremo derecho se encuentra César Daza, y en el izquierdo, Julián David Nava.


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