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  • Laura Daniela Wagner Arenas /

“¿Cómo negar que estamos llenos de hombres y que ellos están llenos de mujeres?”: Luz Imelda Ochoa

A las seis de la tarde del viernes, el sexto piso de la Gobernación de Antioquia parece la sala de un hospital abandonado. El largo pasillo se abre desde las puertas de vidrio hasta un punto inalcanzable para la vista, las sillas empotradas en la pared de la derecha permanecen vacías y los recepcionistas —una mujer joven y distraída por la Secretaría de las Mujeres y un hombre de chaleco por la de Productividad y Competitividad— lucen como zombies mal remunerados.


—Hasta mañana… hasta la vista… hasta mañana —canta una mujercita gruesa mientras sacude la coleta de cabello rojizo que cuelga de su cabeza y desaparece en los ascensores a la salida de la oficina.


A pesar de todo, el letargo del fin del día aún no se ha extendido por todo el recinto; acompañada por un cuadro de pinturas de colores y unas letras recortadas en la pared que forman la palabra “Triunfo” —con una carita feliz encima de la “i”—, la secretaria de las Mujeres de Antioquia no ha dejado de mover cosas, recibir llamadas y atender citas. Sin importar la jornada, los grandes ojos de Luz Imelda Ochoa Bohórquez, la cirujana que llegó a ser concejal de Bello en el 2008, siguen rebozando energía.


En el 2008, Luz Imelda Ochoa empezó a incursionar en los espacios de poder como presidenta del Concejo de Bello.

Foto: Gobernación de Antioquia.


—Yo no soy practicante ni religiosa, pero yo creo en el ser humano y en su capacidad de trascender de su biología.


La voz de Luz Imelda hace ecos entre las paredes mientras ella se explica; para la secretaria de las mujeres, cada tipo de división social, cultural y política se sustenta en el concepto de la evolución. Sin creer en juicios de valor, ella argumenta que todo suceso humano tiene una causa natural y un efecto progresivo. Y la participación política de las mujeres, como la brecha más grande en el mundo, no hace la excepción.


—Por la evolución, llegamos hasta donde estamos; en un esquema que se heredó transgeneracionalmente, que está incorporado en los programas neurológicos de comportamiento y que inclusive tiene marcas genéticas en los humanos. Esa es la polaridad, la teoría de que todo tiene su opuesto: hombres y mujeres, blancos y negros, pobres y ricos. Aun así, en comparación con todos los siglos de discriminación y desigualdad, hemos avanzado en los últimos 120 años, y mucho. Empezando con los hombres, estábamos en un concejo de solo hombres, ¿acaso no fueron ellos los que empezaron a votar para que hubiera mujeres?


De esta forma, se pueden rescatar las palabras de Aura López: todo ha sido cuestionado por el feminismo: lo familiar, lo doméstico, lo cultural, lo laboral, lo religioso, lo sexual, lo histórico y, es casualmente a esa tarea de lucidez y de lucha, a lo que se deben los espacios que hemos venido conquistando a través de la historia. Luz Imelda asegura: —Es que estamos construyendo juntos una sociedad más evolucionada; despacio, pero vamos por una sociedad de iguales.


Haciendo un recorrido por la historia de la ciudad, la tardanza se convierte en uno de los aspectos más llamativos en la implementación de acciones por la equidad de género. De acuerdo con un análisis de la Alcaldía de Medellín, las problemáticas femeninas solo adquieren legitimidad pública en 1990 y, pasados diez años, la administración municipal materializa soluciones para ellas con la creación de la Subsecretaría Metromujer (2002) y el ascenso de esta al rango administrativo de Secretaría (2007) —siete años después de haber sido fundada la Secretaría de Mujeres de la Gobernación de Antioquia—.


Luz Imelda exhala con fuerza, hace un gesto hacia sí misma y continúa: —Para estar donde estoy, he recibido ayuda de toneladas de hombres: mi papá, mi abuelo, mi hijo, mi exesposo, mis amantes, mis amigos, mis funcionarios, mis profesores… ¿cómo negar que estamos llenos de hombres y ellos están llenos de mujeres? Todos nos acompañamos en el proceso de evolución. Solo hay que acostumbrarnos a la idea de que somos diferentes, pero iguales. Claro que, en la política, por ser la instancia del poder, es más difícil.


—Hemos podido incursionar en todas las cosas en las que no somos tan amenazantes; derecho en la salud, educación, adquisición de bienes… en todo. Siempre se podrá montar otra empresa de hombres y mujeres y siempre se podrá acceder a una universidad, pero los cargos públicos son más limitados numéricamente y si los hombres pierden esos cupos… ¿quiénes los ganan? Mujeres. Ahí es donde ellos se han negado, entonces nosotras nos encontramos con violencia política, techos de cristal, pisos pegajosos…


En los últimos meses la Gobernación de Antioquia ha formado en participación política y electoral alrededor de 470 mujeres en la denominada Escuela Política Pa’ Mujeres; de estas, 420 se perfilan como candidatas para el 2019. Luz Imelda Ochoa, quien es líder del programa, explica que, más allá de la competencia masculina, el verdadero reto para las mujeres es luchar contra la culpa de salir de sus casas y el miedo de ser señaladas. Pero eso no es todo: estas dificultades son constantes, nunca se superan del todo; una vez que ellas alcanzan un cargo decisorio, el siguiente paso es conservarlo.


—Los hijos solos, el trabajo político, el marido que se siente en una condición de inferioridad; normalmente hay muchas separaciones de matrimonios para las mujeres que avanzan en la política. Todo esto tiene un costo y hay muchas que, frente a lo que están “perdiendo” y lo que están viviendo al interior de sus hogares, se preguntan: “¿Esto sí vale la pena?”. Para nosotras, ese es el momento crucial de soltar todo. Muchas se han ido. Por eso, este año hemos diseñado un mecanismo para estar ahí con ellas y decirles: “Sí, sí vale la pena”.


Luz Imelda Ochoa Bohórquez sonríe, hace una seña para pedir silencio a su hijo, quien acaba de llegar a la oficina, y concluye: —El tema se llama poder y hay que ponerlo en boca de hombres y mujeres, que tengan la posibilidad de decir: “Está bien tener poder para liderar”. Muchos humanos somos líderes, pero hay unos que debemos tomar decisiones. Y así somos los políticos: imprescindibles, necesarios, divinos… pero putiados, mal vistos, corruptos. El poder es una belleza y, por eso, los políticos deberíamos ser lo mejor de lo mejor.



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