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  • James Estiven Alzate

Cambalache // ¡Aprenda a vender su voto!



La política es el único matrimonio en el cual, sin usted divorciarse, tiene que hacer repartición de bienes… y de males.


Cada vez somos más los interesados en lo que nos pueda brindar la política; algunos se preocupan por el cambio y la transformación social; a otros, como yo, nos preocupa que el sándwich traiga “mermelada” de piña o que las tejas vengan con goteras incluidas. Si al leer esta última afirmación se ha escandalizado, por favor abandone de inmediato esta columna y por ahí derecho, abandone el país; si por el contrario le ha generado gracia, siga leyendo para que cuando venda su voto no se deje tumbar por quien luego lo va a tumbar a usted, y al que luego vamos a querer tumbar (como Peñalosa).


La generación de mis padres se conformaba con muy poco, tal vez por eso eligieron a Andrés Pastrana de presidente. Nosotros somos más cansones a la hora de pedir e igual de pendejos a la hora de votar, es un problema de generación en degeneración, y por eso, como país hemos avanzado poco pero como pedigüeños mucho.


Estudios del Instituto Chan-Chú-Yo en Shangai, muestran que, de cada cuatro colombianos, seis son candidatos a la Cámara o al Senado (¿Esos dos restantes serán venezolanos? ¿Mienten las estadísticas al igual que los políticos? No lo sé, ¡confiemos en los estudios!). Entonces, como la lista de postulados es larga, la lista de pedidos tiene que ser igual.


Dejemos de conformarnos con un pastel de arequipe y un juguito de cajita, por eso es que seguimos siendo tercermundistas. No toleremos el sancocho con jugo de guayaba, pidamos almuerzo tipo buffet y que todo nos lo sirvan en bandejita de plata. Que en los cocteles y fiestas, los licores sean importados. Tampoco aceptemos la camisa con el estampado del logo del partido y las cara de los candidatos, eso solo queda sirviendo de pijama o trapo de cocina. Exijámosles que utilicen anti-bacterial cada que vayan a dar la mano; es la única manera de asegurarnos que las tienen limpias. Apenas los políticos cumplan con nuestras peticiones, muy atentamente escucharemos sus postulados; si los mandan por una cadena de Whatsapp, mucho mejor.

"Estudios del Instituto Chan-Chú-Yo en Shangai, muestran que, de cada cuatro colombianos, seis son candidatos a la Cámara o al Senado..."

Unámonos como sociedad para exigir lo que por tanto tiempo se nos ha negado, tenemos derecho a buenas prebendas. Ellos, cuando llegan al poder, se olvidan de nosotros. Mientras, es mejor consolarse sacando pedazos de punta de anca de una muela coca, que padecer gastritis producto de una lechona. Pensemos como sociedad y a conciencia en cómo vender bien nuestro voto.


La idea es simple: pedir cosas muy buenas y muy costosas para vencer y quebrar a los políticos mucho antes de que lleguen a las urnas, así nos aseguraremos de que al día de las elecciones solo van a llegar dos tipos de candidatos: o los muy platudos, o los que realmente trabajan comprometidos por sus comunidades y por el país.



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