Abandonarse entre objetos
El síndrome de Diógenes encierra el contraste entre rodearse de cosas y, al mismo tiempo, vivir aislado de los demás. Ahora que la televisión internacional nos acerca historias como estas, las voces y el testimonio gráfico de un caso al sur del Valle de Aburrá, permite asomarse al drama detrás de este trastorno del comportamiento.
La fachada color crema y verde claro se ve desdibujada con las pilas de basura que logran cubrir hasta una parte de la puerta. Cartón, madera, botellas, traperas viejas, comida en mal estado y bolsas son la decoración del pasillo. El olor a pestilencia incrementa al acercarse. Adentro no se ve el piso ni se puede identificar en qué se camina. La basura logra ir hasta el techo en algunas partes. No hay servicio de agua ni de luz, pero igualmente los moscos, zancudos, cucarachas, ratas, dos gatos y dos gallos viven en esa casa donde apenas queda espacio para dos ancianos, de 80 y 98 años.
En medio de toda la basura sale una de las mascotas y también se le dificulta moverse por el lugar. Foto: Laura Restrepo P.
El dueño de la casa, Luciano Gutiérrez, es un quijote al que le hace falta la armadura. Los personajes comparten el bigote y un pensamiento diferente; el uno veía gigantes y el otro recolecta basura de manera compulsiva. El Sancho Panza de Luciano, es su tía, Ana de Jesús Gutiérrez, quien a pesar de no estar de acuerdo con la situación nunca sería capaz de dejar a su sobrino.
Desde hace 12 años empezó a acumular todo tipo de objetos en su casa y el barrio Restrepo Naranjo de Sabaneta, se vio afectado por plagas y malos olores. La situación ocasionó las quejas de sus vecinos. “No nos podemos descuidar con las bolsas de basura porque se las lleva y las entra a la casa”, expresa su vecina de al lado, Cristina Vélez.
En la mayoría de la casa la basura llega hasta el techo obstruyendo el paso. Foto: Laura Restrepo Posada.
En 2008 se iniciaron las intervenciones en la vivienda de Luciano y Ana de Jesús por parte de la Secretaría de Familia, Medio Ambiente y Salud, por medio de las cuales le ofrecieron un acompañamiento psicológico, apoyo económico con el subsidio Colombia Mayor, control de plagas, revisiones médicas, inscripción en el almuerzo comunitario y limpiezas al hogar de donde se han logrado sacar hasta tres volquetadas de basura.
A pesar de los beneficios que se ofrecen la situación no ha mejorado, para algunos antes empeora pues varios señalan que los esfuerzos han sido intermitentes. “Es un círculo vicioso, cada secretaría le pasa el problema a la otra y no salen haciendo nada”, declara Luz Estela Álvarez, otra habitante del barrio Restrepo Naranjo.
Al respecto, el técnico Marlon Pareja, de la Secretaría de Medio Ambiente, explica que son muchos los trámites que se deben hacer para preparar una limpieza, ya que solo hay una volqueta en el municipio y una limitación en las toneladas que pueden sacarse.
En la Secretaría de Familia aclararon que no se ha iniciado de nuevo el proceso de acompañamiento porque esperan respuesta de las directivas de esa dependencia.
La cama de Ana también está llena de ropa, cajas y sobras de comida. Foto: Laura Restrepo Posada.
Entre tanto, algunos vecinos intentan ayudar con las limpiezas. Por ejemplo, en la casa de Luciano Gutiérrez intervino la Asociación de Recicladores de Sabaneta.“El problema se volvió de salud pública, ya que una rata mordió a una niña del frente”, indica la representante de la Asociación, Ana Cecilia Hernández, para quien el trabajo tiene que ser con todas las secretarías.
El psicólogo Juan David Restrepo, al enterarse del caso y analizar las características de Luciano opina que: “está en una neurosis, con un carácter obsesivo compulsivo, que obedece a sus ideas e imaginarios mediante sus acciones, por esto debe tratarse de una manera muy comprensiva, sin obligarlo para que no recaiga”.
Ana de Jesús, la tía de Luciano, por su edad, solo sale de casa los domingos para ir a misa. Foto: Laura Restrepo Posada.
A pesar de las quejas, recomendaciones y labores realizadas por parte del Municipio y los vecinos Luciano continúa su actividad de acumulador. Alega que todo es reciclaje, que es una propiedad privada y que no tiene dónde más almacenarlo que su casa ya desdibujada por las pilas de cartón que cubren hasta la puerta.