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  • Ana Isabel Gómez Molina / ana.gomezm@upb.edu.co

Más allá del Sí y del No


El del 2 de octubre de 2016 fue el segundo plebiscito en la historia de Colombia. Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil.

El del 2 de octubre de 2016 fue el segundo plebiscito en la historia de Colombia.

Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil.



El pasado domingo 2 de octubre se le preguntó a los 34'899.945 colombianos habilitados para votar ¿Apoya usted el acuerdo para la terminación del conflicto y construir una paz estable y duradera? Únicamente el 37,43% respondió a esta pregunta, con un resultado sorpresivo tanto para los promotores del Sí como los del No. El 50, 21% de los votantes apoyaron el No, imponiéndose sobre 49, 78% del Sí.


Como era de esperarse, durante la jornada electoral y cuando se conoció el resultado definitivo, en las redes sociales comenzaron las reacciones por parte de la población ante la insospechada respuesta. Inevitablemente el ambiente se movió entre la abrumadora abstención del 62,7% y una incertidumbre que hasta el día de hoy no se ha despejado. Sentimientos de indignación, tristeza, desconsuelo e incluso ira de quienes optaron por el Sí, se manifestaron a través de diversas publicaciones; de igual manera, los del No alzaron su voz, felices por la posible renegociación de lo pactado en La Habana, alegando que no se había llegado al mejor acuerdo posible.


Tampoco tardaron en pronunciarse entre ese domingo y el lunes las fuerzas políticas, el Gobierno, los promotores del No, los jefes negociadores de las FARC y la comunidad internacional. En la medida que los medios de comunicación, tan cuestionados por su papel durante la pedagogía de los Acuerdos, sacaban nuevas noticias, se hacía evidente el debate social en las redes, apelando al sentimiento y a las afecciones personales por encima del conocimiento de lo pactado y razones relacionadas directamente con la coyuntura tan difusa en el país.


El espacio en Facebook y Twitter que podría ser tan apropiado para construir un diálogo entre todos los miembros de la sociedad, con posturas simpatizantes o contrarias, se pierde por la incapacidad para el diálogo que se hace evidente en la polarización que vive Colombia. Se comenzó un nuevo tipo de guerra en nombre de la paz, dejando sobre la mesa el debate que también circula en redes respecto a la naturalización de la violencia con una imagen diciendo: “El nivel de la discusión de los del Sí y los del No demuestra que el problema de este país no es la guerrilla, es su gente”.


Afortunadamente, las marchas multitudinarias que se vivieron el 5 de octubre en Bogotá, en Medellín el 7 de octubre, y en otras ciudades del país, nos hacen pensar que en Colombia se desea la solución dialogada del conflicto armado con las FARC. La participación de simpatizantes del Sí, del No e incluso de los que se abstuvieron de votar, demuestra que la paz no es un asunto de partidos ni de dirigentes políticos, que durante sus campañas, más que representar los intereses del país, dividieron la opinión con desinformación, discursos demagógicos y populistas de ambas partes.


La paz está en manos de los colombianos, más allá del Sí o el No en el plebiscito, su construcción con acciones cotidianas en el trabajo, la universidad, la vida en el calle e incluso las conversaciones en redes sociales, puede tener la resonancia para generar el verdadero cambio.




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