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  • Christian Felipe Guerra Pabón /

EN LA LUPA DEL INVESTIGADOR

En su más reciente libro sobre el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla, uno de los pioneros del periodismo investigativo en Colombia vuelve a cuestionar la versión oficial de los hechos, señala vacíos significativos en la investigación tras los cuales se esconde la posibilidad de un crimen de oficial. En conversación con los estudiantes de periodismo de la UPB, se refirió a los detalles de su investigación.


El 30 de abril de 1984, un sicario contratado por Pablo Escobar disparó contra el vehículo en que viajaba el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Los tiros se hicieron contra el lado derecho del vehículo, en el que viajaba el funcionario, intensamente amenazado por sus denuncias sobre el crecimiento del narcotráfico y la actividad criminal del jefe del cartel de Medellín. El vehículo y la moto del sicario se movían a 80 kilómetros por hora, esa fue la versión que quedó en la investigación penal.


Pero nunca se supo que cadáver de Lara tenía un orificio de entrada en su lado izquierdo, en el pecho y que el chofer del vehículo no sufrió ni un rasguño. El escolta sentado delante del ministro apenas sufrió una herida leve, a pesar de las ráfagas de ametralladora del sicario. A pesar del fuerte tiroteo descrito por los agentes del DAS, la ventanilla de la puerta del chofer no se rompió. Estos detalles, consignados en un dictamen del doctor Máximo Duque Piedrahita, ex director del Instituto de Medicina Legal y revelados en la investigación de Donadio, plantean un giro grueso de la historia.


En su libro explica que Domingo, el conductor de Lara Bonilla no fue llamado oportunamente a indagatoria.

Porque apenas ahora se va a reabrir la investigación y muy previsiblemente van a ser llamados él y todos los escoltas; el caso va a cambiar de rumbo a raíz del dictamen de Máximo Duque. Pero eso todavía no se refleja en las acusaciones de la Fiscalía, se espera que eso se refleje próximamente. El paso más importante es que ese escolta y los otros sean llamados y se les confronte con las dudas que hay y con las hipótesis que un experto señala que indican que ellos tuvieron que haber facilitado el crimen. Si no fue así, que den una explicación satisfactoria para el proceso y para todo el país.


Mire le explico cómo la contradicción no es contradicción: no creo que lo puedan hacer. ¿Cómo ellos van a explicar que solo hubo ataque por el lado derecho y no hubo sicario por el lado izquierdo? En este momento no veo cómo puedan explicarlo. ¿O por qué seis de ellos dicen que el carro continuó su marcha y uno dice que está detenido? Entre ellos mismos, a los dos días del crimen, se están contradiciendo. ¿Por qué se contradicen? ¡Porque no se prepararon bien para contar la historia que iban a contar!


Luego otro misterio: había tres, dos escoltas, atrás, que no estaban en el lugar del atentado. Ellos también declaran que el carro siguió su marcha. Entonces, ¿por qué todas esas cosas no se aclararon en su momento?


Según cuenta en su libro, esos detalles se supieron al día siguiente, pero cuando se les preguntó en el hospital, los escoltas no hablaron ¿preestablecieron un orden para decir las cosas al siguiente día?

Correcto. Pasa algo muy sospechoso y es que la primera declaración de ellos es colectiva. Mandan una carta en la cual la firman todos, y a su jefe en el DAS, que es el director de orden público, no es cada uno, aunque cada uno estaba en un punto y en un momento distinto, tenían una visión distinta, eran testigos de hechos distintos.


Teniendo en cuenta que eran los mejor preparados del momento, ¿Por qué no reaccionaron los escoltas y ninguno le alcanza a disparar o a herir a los atacantes?

Con un agravante: no se investigó cuanta munición tenían ellos. Ellos dicen que dispararon ahí y luego que dispararon en la persecución. ¿Cuánta munición gastaron en eso? Habría que averiguar si era cierto el testimonio. En el revolver o en el arma, ellos tenían munición para estar disparando pasando la Avenida Niza con Avenida Boyacá, que son bastantes cuadras. Además, la versión de ellos es la verdad revelada y nadie analizó detalladamente qué armas tenían, eso no se sabe.


¿El Mercedes Benz Blanco en que viajaba el ministro tenía algún blindaje?

No, el automóvil no tenía blindaje.


¿Cree que las investigaciones que se han realizado o que se están realizando han ayudado a esclarecer los casos represados en los juzgados? En episodios como el de Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro Leongómez o Luis Carlos Galán, las investigaciones periodísticas han ayudado a esclarecer alguno de estos casos.

Sí, pero ayudan más cuando la investigación periodística se hace a partir del expediente. Yo no sé si en el caso de Bernardo Jaramillo o en los otros casos los periodistas están trabajando con el expediente que ellos tienen o con fuentes que lo conocen. Cosa muy distinta es recibir información de oídas sobre lo que dice el expediente a tener uno y saber qué dicen los testimonios, que muestran las fotos. Yo no sé si en esos casos las familias tienen el expediente.


En el caso de Rodrigo Lara, no tenían el expediente, tenían el interés de llegar al expediente pero no lo han leído completamente; no tienen el dominio absoluto de la investigación, lo tienen la fiscal y el auxiliar de la fiscal. Todo depende del nivel de información que cada cual este manejando.


Con lo que se sabe de otros magnicidios de la época de Lara Bonilla, hay patrones y actores implicados que son coincidentes. En muchos de estos casos se acusa a Pablo Escobar como autor, pero hay también personajes de la política y funcionarios del Estado a quienes no se ha investigado: Santofimio, Maza Márquez…


Bueno, en el caso de Santofimio sí se ha investigado, condenado y llegado a una caución y a una condena. La condena de él por la muerte de Galán, del concejal y el escolta está basada en la declaración de Popeye, pero yo no podría decir que es un testimonio pues no hay las pruebas, pero sí hay una cantidad de otras pruebas secundarias que muestran que él estaba al servicio de Pablo Escobar, eso es un hecho. Además hay que tener en cuenta una cosa fundamental: cuál es la trayectoria, cuáles son los antecedentes del personaje, porque acusar a una persona que tiene una trayectoria limpia toda su vida porque un sicario de Escobar dice que participo en un crimen, es gravísimo; pero acusar a alguien como Santofimio que tiene prontuario criminal, que ha hecho cosas en otros ámbitos, no de sangre, pero sí de otros delitos y se sabe todo lo que hizo, es cosa distinta.


Al testimonio de Popeye se le da más credibilidad cuando dice que es Santofimio el que le dice a Escobar que hay que matar a Galán, porque si no lo mata, cuando llegue a la presidencia va a extraditar a Escobar para cobrar el crimen de Lara Bonilla. Con todo lo que se sabe públicamente desde los años 70 de las falsificaciones de Santofimio, esta condena de la Corte Suprema tiene muchísima credibilidad.


Pero hay personas como el narcotraficante Carlos Lehder, que ha testificado varias veces en contra de personas de la política que afirma haber conocido, pero pareciera que tal vez por los acuerdos que él tiene con los Estados Unidos se hicieran inválidas sus colaboraciones ante el Gobierno colombiano.

Alberto Donadio en conversación con los estudiantes de la UPB. Foto: Contexto.

No. Si eso es cierto, pueden ser veraces unas versiones de otros asesinos narcos que no han sido atendidos.


Planteo esto porque Lehder ha sido uno de los procesados por narcotráfico a quienes el gobierno colombiano no ha ayudado para nada...


Eso requeriría una voluntad de análisis frio de todas las cosas, independientemente de otras consideraciones, y eso no es así. Ningún Gobierno quiere abrir más frentes de los que ya están.


“La Kika”, que está condenado en Estados Unidos a tres cadenas perpetuas en New York, seguramente algo de lo que él dice, pues se la pasa mandando cartas, puede ser cierto y merecería ser investigado y ser tenido en cuenta, pero a un tipo que se bajó de un avión, la justicia también pierde interés en escucharlo. Pero es muy difícil tener toda la información. Además, muchas de esas cosas no son comprobables ¿por qué? No sé; y se decían de palabra. Entonces quienes participaban en Tranquilandia (N del E: complejo cocalero del cartel de Medellín, ubicado entre Caquetá y Meta), aparte de los que cogieron: los Ochoa, el Mexicano y Escobar, mucha otra gente de Antioquia seguramente tendría negocios allá pero de eso no hay documentos, pasan de agache.

 

Lea más:

¿Qué reflexiones hace Alberto Donadio sobre el periodismo investigativo de hoy?

 

¿Cómo ha cambiado el periodismo investigativo en los últimos años?

Pasó de un periodismo en que se denunciaban cosas, por decirlo así, de cuello blanco, a cosas que son de sangre o sea masacres, asesinatos. Todo lo que hace María Teresa Ronderos con Verdad Abierta es eso, pero es concentrándose ya en un tipo de violaciones a la ley que implica derramamiento de sangre, o sea armas.


Eso no era así en Colombia. En el año setenta, Colombia era un país muy pacífico y la guerrilla hacía golpes pero muy lejos. Los ochenta empiezan de una manera muy distinta por el narcotráfico, entonces eso cambia y luego toda la corrupción de antes tiene el fuego de la plata que se consigue con el narcotráfico, todo el paramilitarismo tiene el auxilio económico de la plata del narcotráfico, la guerrilla también, entonces cambió totalmente la estructura de lo que está pasando.


En estos momentos las investigaciones periodísticas más notables se hacen de manera individual y no desde ninguna gran empresa periodística.

O por ONG… La verdad ya no hay mucho interés. El interés se limita a reproducir lo que otros dicen, pero no a asumir internamente la investigación para hacer una revisión porque eso implica riesgos e implica inversión de plata, tiempo y es más fácil no hacerla.


¿Cree usted que existe entre la prensa y el Gobierno un acuerdo para presentar o no presentar la información?

Sí, pero no porque haya una conspiración, sino porque es la vía fácil para el Gobierno, para los medios. (…) Casi todas las tragedias de todo tipo tienen una cara humana que normalmente no se muestra. Ahora que hizo este trabajo en Semana Silvia Camargo, sobre el impacto de la violencia en la salud mental de la gente, gracias a una beca del Carter Center de Atlanta, uno se pregunta: ‘a ver, esta señora de Córdoba con una cantidad de niños… llegan los paramilitares y les toca irse de la finca con la ropa que tienen puesta y llegan a Montería.’ Ella (Silvia) está contando todas esas historias ahora años después porque la televisión, en ese momento no fue a Montería, que no era peligroso. No estamos hablando de ir a denunciar a Mancuso, comprobar si esa masacre es de Mancuso o de Castaño, no, se trata de hablar con esas víctimas. ¿Por qué tenemos que esperar tantos años para que la gente cuente eso? Había muchísimas familias en cada masacre que se iban a la capital y que allá se podían entrevistar, no había que ir hasta la vereda donde era peligroso, ¿por qué no lo hicieron? (…)


Lo mismo está pasando ahora con Reficar: usted no puede decir que la prensa le está tapando el escándalo al Gobierno., pero está presentándolo con una cantidad de información técnica que es muy difícil de penetrar. El primer comunicado de la Contraloría dijo que ellos tenían información de que a una secretaria bilingüe de Reficar le pagaban treinta millones en el mes y ningún medio en Colombia ha ido a buscar a esa señora, que es la cara del escándalo. De contratos y la modalidad que se pagaba sobre el trabajo ejecutado, eso no lo entiende nadie (…). Entonces le dan todo el despliegue: Uribe ataca a Santos y le dice ‘fue usted el que lo ejecutó. Yo lo firmé pero usted lo ejecutó’. Eso se va lejos, pero aterrice la noticia como ahí está…


O sea que como consecuencia de eso, ¿cree usted que la inmediatez hace que en estos momentos no se confronten las fuentes?

No, la inmediatez no. Es más bien el hecho de uno periodista y como medio, naufragar en el mar de noticias y en la confusión que cada escándalo tiene, en lugar de concentrarse en lo que es, en lo que le dice al lector todo: una foto, una historia, algo que el lector entienda, porque de lo contrario la gente dice: ‘ah, ya. Yo ya ví lo de Reficar’… Pero uno se cansa de seguir eso, a menos que uno sea periodista y esté pendiente de cada detalle. La gente lo lee una vez o dos veces y ya, a otro robo.


Podríamos decir que se trabaja con más con pasión que razón…

Y terminan los medios de plataforma y se la prestan a todo el mundo para que opinen del tema. Entonces el Contralor que hace la denuncia tal vez habrá hecho una investigación buena, pero también quiere sacar dividendos políticos y entonces no sabemos si está contando todo, si hay cosas que él sabe y no las quiere contar porque no le conviene... Luego el Gobierno que se defiende, se atacan entre dos presidentes, después sale Semana diciendo: ‘la Contralora Sandra Moreli le puso el visto bueno a todas esas cuentas’, entonces le prestan la plataforma, pero el medio no es el que decide, eso exige más trabajo.


En cambio, muy fácil, los involucrados en estos asuntos dicen: ‘yo tengo El Colombiano, tengo Semana, tengo El Tiempo, y entonces mis periodistas ¿qué van a hacer?’. ‘Ah, que este dijo tal cosa sobre Reficar, sáqueselo; ‘que el otro le reviró, sáqueselo’. El periódico se vuelve pasivo, el piloto de la información no es el director, ni el editor, ni el redactor, sino otros. Es como si vos ponés una cartelera y todos los estudiantes de la Bolivariana publican: ‘busco perro’, ‘vendo perro’… Entonces la cartelera todo el mundo la usa. A eso se han reducido los medios.


Con Daniel Samper, con quien usted trabajó en El Tuiempo, uno ve el juego de la información con el humor, la sátira para poder sacar así la información.

Es que la calidad de los medios ha bajado muchísimo. Ha subido mucho la capacidad tecnológica, las fotos y todas esas cosas, pero el contenido se ha deteriorado en los últimos cuarenta años.


Vladdo fue el que denunció lo de Interbolsa de primero, un tipo que es un caricaturista. ¿Por qué él? ¿Y no hay dizque un periódico económico que es Portafolio? ¿Y Dinero? Ellos nada, es que el periodismo de escritorio no sirve.


En esa investigación, por ejemplo, también juegan los diferentes saberes. Es necesario tener abogados, economistas…

Y si los hay, hablan con una terminología muy técnica que la gente no sigue (…). El periodismo debe ser una cosa ágil, amena, rápida, que la gente lo vea ya, no que le toque pensar, trabajar, porque no tiene tiempo. A lo que están hablando de Reficar yo le puedo dedicar dos minutos al día, pero estoy trabajando, estoy recogiendo a mi señora, debo recoger a los niños, pagar la mensualidad de los colegios, yo no puedo seguir ese escándalo, pero sí quiero estar informado.


Además, se usan en todos los medios las mismas fuentes, la gente que habla siempre es la misma y no se están buscando otros puntos de vista.

Exacto, repiten y repiten. Además, hay otra falla: hombre, cualquier organización sea un periódico, sea una universidad, sea una empresa de aviación, es obvio que debe tener una pirámide, en la base hay una gente y, a medida que se va achicando, hay menos gente aquí arriba (dibuja una pirámide imaginaria en el aire y señala la parte más alta). (…)


Aquí, los periódicos y los medios los hacen solamente los de aquí (señala la base de la pirámide) y no tienen ningún estímulo para quedarse, saben que se van y que vienen otros muchachos a reemplazarlos, entonces esto no puede funcionar. Hay arriba un director, pero él no busca las noticias. Si no hay un estímulo económico además laboral y estabilidad, uno no puede contratar muchachos jóvenes recién egresados con la idea de dejarlos ir, uno los va a contratar porque son los mejores y los va a tener. (…) Aquí es: gente trabajando por un millón de pesos, por dos millones de pesos, tratando temas muy delicados, y, tan pronto ven la oportunidad de un mejor trabajo en cualquier parte, vuelan.


Muchos estudiantes tampoco se inclinan por el periodismo porque les parece que no es rentable…

No hay estímulos, no hay un reto y tampoco hay sueldos. O sea, la gente aspira legítimamente, en cualquier profesión, a comprar un apartamento, un carro y a vivir más o menos con un sueldo. Si eso lo puede conseguir en cualquier otra actividad, se va para allá. En cambio, aquí (en el periodismo) no pueden conseguir algo porque es uno quedarse diez años en un periódico en donde siempre le van a pagar lo mismo y ni siquiera puede pagar la cuota de un apartamento.


En la columna de María Jimena Duzán sobre el caso de Vicky Dávila, comenta que cada vez es más mala la percepción que hay sobre el papel de los periodistas y los medios, señala que se nos acusa de promover odios ¿qué labor como periodistas estamos cumpliendo si ya no nos quieren leer?

El periodismo es de cabeza fría. Usted puede ser lo más político, radical, lo que sea, pero ya cuando usted va a presentar su trabajo, es con términos neutrales, que convenzan aún a sus enemigos, no con política ni con frases apasionadas, esas usted se las guarda para otra ocasión. Esto requiere más trabajo. El problema es también del trabajo.


¿Entonces ya no se quiere pensar?

No solamente pensar. Trabajar y hacer el trabajo de reportería, verificar los datos… eso es muy verraco, eso exige tiempo, paciencia, dedicación. Los medios deben entender eso para tener gente que pueda trabajar, no viviendo en ese ambiente, a la carrera, entregando cosas. A la carrera usted puede cubrir un choque aquí en la Avenida Nutibara, pero no una noticia.


¿Qué consejo usted les daría a aquellos jóvenes que desean hacer periodismo investigativo?

Que se cambien de profesión (sonríe).


 

La primera parte de esta entrevista fue publicada en la edición número 53 de Contexto. Encuéntrela AQUÍ.

 

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