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  • Sara Vélez Guerra / sara.velezg@upb.edu.co

No es coeficiente intelectual, sino inteligencia emocional

Gran parte de las decisiones que tomamos son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones. Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra vida cotidiana, nos daremos cuenta que estas influyen casi siempre en nuestro día a día, aunque no nos demos cuenta. Se podría decir que la inteligencia emocional es como un catalizador para afrontar diferentes situaciones de la mejor forma. La empatía es un factor clave en este modelo, debido a que nos ayuda a entender la manera en la que podemos influir no solo sobre nuestras emociones, sino también sobre las de los demás.


Un concepto clave de este tema es el cerebro social, según explica Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense, quien se refiere a las neuronas espejo, que tienen como función conectarse con otros cerebros para entablar puentes entre las emociones de las personas. Este tipo de neuronas se activan desde el nacimiento y comienzan a operar en las primeras interacciones del bebé, proceso que se extiende a la escuela. En Singapur, el gobierno decidió que en todas las escuelas se debía incluir un programa sobre competencias de la inteligencia emocional, para así seguir estimulando y motivando su proceso con el capital humano.


Y… ¿Qué sucede con Colombia?


La inteligencia emocional es una gran falencia en la mayoría de los colombianos, debido a la intolerancia y el individualismo en el que vivimos. Siempre pensamos primero en nosotros cuando estamos en situaciones diferentes a nuestras creencias o forma de pensar y vivir la vida. Nos llevamos por delante a los demás, sin tener autocontrol emocional y empatía. En conclusión, no reconocemos sus emociones. Diría que por estas razones realizamos y apreciamos tantos comentarios ofensivos en publicaciones de redes sociales, presenciamos agresiones en las calles por diferencias, somos víctimas de robos y huertos por parte no solo de otros, sino por nuestro mismo gobierno.


Tenemos una gran necesidad de educación en inteligencia emocional en el país. Por ejemplo, en Medellín la intolerancia es la segunda causa por muertes violentas, entre el 2016 y 2018 el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc) de la Alcaldía arrojó que en la ciudad hubo 1.759 asesinatos, de estos 339 incidentes ocurrieron por problemas de convivencia, violencia intrafamiliar y de género.


Si bien el comportamiento que cada uno tiene se adquirió durante la infancia, son modificables tanto por el entorno como por el aprendizaje de las habilidades blandas (habilidades que están asociadas a la personalidad y naturaleza del individuo) que la persona va adquiriendo en su adultez. Sin embargo, la ignorancia del tema y la cultura en los colombianos han hecho que crezcamos con desconfianza y con un estado de necesidad defensivo, porque nos sentimos todo el tiempo atacados, esto hace que automáticamente se produzca una reacción que nos hace decir frases como “no me la dejo montar por nadie”.




Justo en esta situación que vivimos actualmente de emergencia sanitaria, en la cual las personas salen a abastecerse más de lo necesario y dejan los supermercados y las farmacias sin muchos de los productos que son indispensables en los hogares, como el tapabocas, antibacterial y algunos medicamentos; nos damos cuenta que no solo es intolerancia, sino también egoísmo, tomamos una actitud de “sálvese quién pueda”, sin pensar que, si los demás no tienen cómo abastecerse, les tocará salir a la calle a rebuscarse lo que los otros descaradamente compraron sin necesidad, por lo que podrán contagiarse del virus y la propagación de este seguirá. Esto es un problema de todos, debemos ser responsables y dejar de pensar por solo un momento en nosotros primero, pues de nada sirve que estemos bien si el otro no lo estará, puesto que podrá contagiar a los demás. Como dicen por ahí: “la unión hace la fuerza”.


En Colombia deberíamos fortalecer este ámbito como en Singapur, tener un plan de estudio en donde se le dedique unas horas no sólo en los colegios, sino también, en el entorno familiar. Está comprobado por investigadores y corporaciones que las personas exitosas no son las de alto coeficiente intelectual, sino las que tienen autoconocimiento y autocontrol emocional, empatía y habilidades sociales. Esto no sólo reduciría los conflictos y problemáticas del país, también reduciría la tasa de mortalidad por suicidios y los trastornos mentales en los ciudadanos.

¿Qué estamos esperando?






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