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  • María Alejandra Cardona Aizpurúa / Semillero

#ElCineDesdeJardín (III) La actriz eterna de cine colombiano: entrevista

"Los festivales promueven y desarrollan sentido de pertenencia en las poblaciones, les genera la necesidad de sentirse vistos, parte del mundo y presentes en la época actual", sostuvo la actriz Vicky Hernández, durante el 4to. Festival de cine de Jardín.


Esta protagonista de la historia del cine en nuestro país dio testimonio de su entereza y de su notable trayectoria actoral, que incluye casi todas las películas, novelas y series de mayor envergadura que se han realizado en Colombia: desde La Estrategia del Caracol (1993), Confesión a Laura (1991), Azúcar (1989), La casa de las dos palmas (1990) hasta la reciente producción en la que participó, Ciénaga, entre el mar y la tierra (2016).


Vicky Hernández tiene un lugar histórico en el cine y la televisión colombiana no solo por su talento sino por ser una voz con alto sentido crítico sobre los retos y logros de la industria audiovisual colombiana. Foto: Santiago Gallego. Semillero Óptico Audiovisual.


Los 73 años de Vicky Hernández no han pasado en vano, en ellos se encuentran un sinfín de historias, experiencias y relatos de vida. Ha hecho parte de películas que conforman parte del patrimonio fílmico de Colombia, y además ha hecho parte de la búsqueda por conseguir una industria fílmica nacional más justa, asequible y desarrollada.


¿Qué permanece como una constante en el cine colombiano y que ha cambiado a través de los años?


Algo que permanece como una constante en el cine del país es la intención de encontrar un lenguaje que nos represente y que nos muestre, a pesar de que a veces las temáticas se repitan o intenten imitar a las grandes producciones de otros países de una manera mecánica y automática; creo que sigue existiendo una búsqueda por encontrar nuestras propias historias, nuestra propia voz; relatos que den cuenta de nuestra presencia en el mundo.


Por otro lado, ha habido un gran desarrollo en lo técnico. Ya hay una serie de personas formadas, cualificadas y calificadas en los distintos rubros de la producción cinematográfica: en producción ejecutiva y de campo, en manejo de decoración, escenarios, vestuario etc., pero la falencia más grande sigue estando en los guiones, la puesta en escena y la actuación.


Hablando de industria, ¿le parece qué podríamos decir que en Colombia hay una industria cinematográfica?


No hay una industria cinematográfica desarrollada, apenas es incipiente, está desarrollándose. Para que se pueda llamar industria tiene que haber un desarrollo coherente y consecuente con todos los niveles de trabajo cinematográfico: la construcción de infraestructura, de estudios, el personal capacitado, actores, directores y guionistas; es necesario que haya más dinámica en la resolución, distribución y exhibición.


Debe haber una conexión y una consecuencialidad en el desarrollo y educación del público; se debe facilitar el acceso del público a las películas colombianas, ya sea porque la publicidad, los costos y la difusión ayuden a que ese público acuda a las salas. Tiene que venir casi que desde las escuelas primarias una educación que integre a la gente, que sea vinculante, no excluyente sino incluyente, que presente los fenómenos artísticos como parte del desarrollo de la sociedad, como una necesidad de espiritual, intelectual y material.


Tiene que existir oferta y demanda. La gente está mal educada, acostumbrada solo a ver cine de acción y películas extranjeras y no sabemos lo que es nuestro, apenas ahora estamos empezando a oír el español, los modismos y los giros idiomáticos que existen.


Todo es un proceso, pero ahora no podemos hablar de industria. Se están produciendo actualmente muchas más películas, pero no hay un nivel parejo, no se pueden producir 30 o 40 películas y realmente muy pocas tienen una gran difusión. La mayoría no son consumidas por el público.


Desde hace un tiempo se ha intentado descentralizar los festivales de cine, llevándolos a pueblos, ¿cómo ve usted este intento por llevar el cine a zonas rurales y apartadas?


Es importantísimo, los festivales promueven y desarrollan sentido de pertenencia en las poblaciones, les genera la necesidad de sentirse vistos, parte del mundo y presentes en la época actual.

Los festivales son buenos porque hay intercambio, conocimiento de distintos sectores y dan a conocer producciones de ahora o del pasado que no han tenido buena difusión; en ellos se tratan temas pedagógicos, académicos, además de distintitas temáticas en charlas y conferencias. Son una maravilla y aunque sean descentralizados y pequeños tienen la participación de los jóvenes, los adultos, los viejos y los niños.


¿Cuál fue la película del siglo pasado que más la marcó?


Son muchas las películas que me han impactado de diferentes géneros, con el tiempo se vuelven a ver y se encuentran otros aspectos importantes, como en El acorazado (1925), La bella y la bestia (1946), Abbott y Costello, Buster Keaton, material de esa época en que se encuentra gran riqueza, pero van cambiando los puntos de vista con el desarrollo que se tiene como persona y posiblemente como artista.


¿Cuál ha sido el personaje que ha representado que más la ha marcado?


No podría decir. Cada personaje es un reto, es un mundo y tiene unas necesidades, unas carencias y unas posibilidades distintas. Depende si es cinematográfico, televisivo o teatral, todos esos medios hacen que el contexto sea distinto.


Hay personajes que se hacen de una manera entrañable, uno los quisiera repetir para mejorarlos; hay películas que me encantaría volver a hacer ahora que estoy más vieja y que sé cómo es la vida.


¿Qué películas, Vicky?

Confesión a Laura, por ejemplo, quisiera volver a hacerla, o todas yo creo en el fondo, porque ya sé qué sería lo mejor para hacer y lo que no.


¿En Confesión a Laura que cambio le daría?

Muchas cosas, en el enfoque y el espíritu; si hiciera el mismo guion, si sucediera, podría establecer parámetros, quizá hacer ese mismo personaje, pero ya viejo, con más años de los que tenía en ese momento. Ese podría ser un juego bonito.


Usted como actriz se ha formado de múltiples formas, pero además de la parte académica y práctica, ¿cómo se nutre para seguir desarrollándose en este mundo de la actuación?


A pesar de que no comprendo muchas cosas por momentos y me desilusiono, lo que me ha mantenido donde estoy es que amo este trabajo, me encanta, no sé hacer otra cosa y nunca he hecho otra cosa; siempre se puede aprender de los personajes, de las historias, de la vida, de los pueblos, siempre es nuevo.


¿Qué aconsejaría a los jóvenes universitarios que tienen deseo de comunicar de distintas formas?

Que la vida siempre alcanza para hacer lo que hay que hacer, que no tengan prisa y que dejen el culiprontismo, que trabajen fuerte, que luchen por las cosas, no crean que todo es “mamey” y, sobre todo, que no piensen que saben todo; las personas cuando somos jóvenes creemos que sabemos todo, pero cuando llegamos a ser mayores nos damos cuenta que nunca aprendemos del todo lo que hay que aprender y que en el fondo no sabemos nada. Yo por lo menos sé eso.


Para finalizar, ¿cómo ve el futuro que se viene para el cine en el país?



Hay entusiasmo, hay facultades e intercambio intelectual para generar un ambiente propicio para el desarrollo cinematográfico. Lo veo esperanzador. Hay que tener esperanza.



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